martes, 10 de diciembre de 2019

Rolando Revagliatti: http://www.revagliatti.com/

Libros publicados en soporte papel: Historietas del amor, 1991, Muestra en prosa, 1994 (cuentos, relatos, microficciones); Las piezas de un teatro, 1991 (dramaturgia); Obras completas en verso hasta acá, De mi mayor estigma (si mal no me equivoco):Trompifai, Fundido encadenadoTomavistas, Picado contrapicado, Leo y escribo, Ripio, Desecho e izquierdo, Propaga, Ardua, Pictórica, Sopita, Corona de calor, Del franelero popular, entre 1988 y 2009 (poesía). Todos cuentan con ediciones electrónicas. Poemarios sólo publicados en soporte digital: Ojalá que te pise un tranvía llamado Deseo, Infamélica, Habría de abrir, Viene junto con.
Fue uno de los responsables del Ciclo de Poesía y Prosa Breve "Nicolás Olivari" (1999), "Asamblea Poética" y "Asamblea Poética Cultural" (2002), Café Literario "Mirá Lo Que Quedó" (2007) y otros. Condujo un segmento de presentaciones de poetas en el marco del Café Literario "Último Infierno" organizado por la Asociación de Poetas Argentinos (2005-2008). Ha realizado "La Canción de Rolando" en los Cafés Literarios "Literatura Viva" (2006) y "Mirá Lo Que Quedó" (2007), así como ha sido el coordinador general de los Ciclos de Poesía "Julio Huasi" (2001), "Luis Franco" (2002), "Carlos de la Púa", "Susana Thénon", "Horacio Pilar", "Homenajes" (2003), de la Revista Oral de Literatura "Recitador Argentino" (2003) y de la Muestra de Poesía 2004 "La Anguila Lánguida".
Parte de su obra en narrativa y en poesía ha sido traducida y difundida en medios gráficos y electrónicos a los idiomas francés (Patrick Cintas, Catherine Maury, Françoise Laly, Jacques Canut, Paula Salmoiraghi, Philippe Caquant, Stella Maris García, Ana Romano, Athanase Vantchev de Thracy), catalán (Julián Gustems, Pere Bessó), italiano (Gabriel Impaglione, Angelo Manitta, Carlos Vitale, Benito La Mantia, María Luz Loloy Marquina, Giorgio Casadei Turroni, Elena Aiezza, Wenceslao Maldonado, Enzo Bonventre, Angelo Di Mauro, Carla Zancanaro, Dino Sileoni, Amerigo Iannacone, Silvia Favaretto, Martín Andrade, Jerome Seregni, Milton Fernández), maltés (Oliver Friggieri), euskera -vascuence- (Iñigo Ruiz de Sabando, José Ángel Pérez Berasategui), esperanto (Amerigo Iannacone), alemán (Simone Erwerle, Horacio Torres, Konradin Grossman, Renato Vecellio, Brenda Mezzini, Undine Berger), asturiano (José Luis Campal), portugués (Iacyr Anderson Freitas, Moacir de Castro Ribeiro, Nilto Maciel, Teresinka Pereira, Cláudio Portella, Tono Báez, Joao Weber Griebeler, José Luis Campal, Nilza Menezes, Ricardo Pinto, Josefina Neves Mello, Olga Valeska, Antonio Miranda, Michele Fonteles, Mardonio Franca, Geraldes de Carvalho, Vieira Vivo), inglés (Karina Macció, Leticia Balonés, Marián Muiñoz, Carmen Vasco, Teresinka Pereira), neerlandés (Fa Claes), rumano (Mirela Vlaica), búlgaro (Violeta Boncheva), albanés (Peter Tase), ruso (Olga Ponomarieva-Shakhovskaya), bengalí (Mainak Adak).
Fue incluido en antologías (soportes papel y electrónico) de poesía, narrativa y dramaturgia, así como en volúmenes compartidos y ediciones antológicas de revistas de la Argentina, Brasil, México, Chile, Panamá, Estados Unidos, Venezuela, República Dominicana, Perú, Alemania, Austria, Italia, España y la India. En Holanda (2006) se publicó en edición bilingüe castellano-neerlandés, la quinta edición de su poemario "Ardua" ("Hard").
Colaboró con poemas, cuentos, relatos, micro-ficciones, fragmentos de su dramaturgia y entrevistas-e en más de seiscientos cincuenta medios gráficos periódicos de la Argentina (“ALBERDI”, "PURO CUENTO", "UNICORNIO", "DIÓGENES", “LA GUILLOTINA”, "CIUDAD GÓTICA", “EL ESPINIYO”, “LA BOTA LITERARIA”, “FRESA Y CHOCOLATE”, “CARMÍN”, "POESIA DE ROSARIO", “QUIPU DE CULTURA”, “CLEPSIDRA”, "LA PECERA", "JUGLARÍA", "AMARU", "LA GUACHA", "LILITH", "LA MAREA", “TAMAÑO OFICIO”, “SR. NEÓN”, “NAPENAY”, “MALDOROR”), Bolivia (“DÓNDE ESTOY”), Brasil ("LETRAS DE HOJE"), Chile ("TRILCE", “FRANCACHELA”), Uruguay ("GRAFFITI", "LA JUVENTUD"), Perú (“PARNASO”), Paraguay ("CABICHU'I", "ABC COLOR"), Ecuador (“SACRO”), Puerto Rico ("EL CUERVO", “YAGRUMAL”), Colombia ("LA PRENSA", "EL NUEVO SIGLO"), Cuba ("CASA DE LAS AMÉRICAS"), Costa Rica (“REPERTORIO AMERICANO”), Venezuela ("ATENEO", "LA ESPADA ROTA"), Estados Unidos (“PARADOJA”, “LOST AND FOUND TIMES”), Nicaragua ("EL PEZ Y LA SERPIENTE", "LA NOTICIA"), República Dominicana (“TAMBOR”), Guatemala (“GORRIÓN DE AMÉRICA”), México ("EL CUENTO", "CRÍTICA", "PERIÓDICO DE POESÍA"), Canadá (“RUPTURES”), Portugal ("ANTO"), España ("HORA DE POESÍA", "CUADERNOS DEL MATEMÁTICO", "TEXTURAS", "LA PÁJARA PINTA", “ALHUCEMA”), Francia ("LES CAHIERS DU LEZ", "RIMBAUD", “TEXTES & PRETEXTES”), Bélgica (“BULLE”), Austria ("XICÖATL"), Italia ("L'ORTICA", “IL MAJAKOVSKIJ”), Alemania ("KHIPU", “CAFÉ BERLÍN”), Rusia (“EL ARCA”), Dinamarca (“AURORA BOREAL”).
Desde 2013 se encuentra abocado a la realización de entrevistas a escritores argentinos a través del correo electrónico, las cuales se socializan en diversas plataformas de la Red.

documentales: entrevistas a escritores argentinos por Rolando Revagliatti


"Documentales. Entrevistas a escritores argentinos "
 (en PDF)
Volumen I: 30 entrevistas
Diseño integral y diagramación: Patricia L. Boero Ricardi
Editado en noviembre 2019

"Viene Junto Con"
 (en PDF)
3a. edición-e (corregida)
Diseño integral y diagramación: Patricia L. Boero Ricardi
Editado en enero 2019
"Viene Junto Con " - Versión Flip (Libro Flash)
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"Desecho e izquierdo" (en PDF)
2a. edición-e (corregida)
Diseño integral y diagramación: Patricia L. Boero Ricardi
Editado en octubre 2018
"Desecho e izquierdo" - Versión Flip (Libro Flash)
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"De mi mayor estigma (si mal no me equivoco):"
(en PDF)

4a. edición-e (corregida)
Diseño integral y diagramación: Patricia L. Boero Ricardi
Editado en agosto 2018

"De mi mayor estigma (si mal no me equivoco):" - Versión Flip (Libro Flash)
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"Del Franelero Popular" (en PDF)
3ª. edición-e (corregida)
Diseño integral y diagramación: Patricia L. Boero Ricardi
Editado en mayo 2018
"Del Franelero Popular " - Versión Flip (Libro Flash)
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"Fundido encadenado"
 (en PDF)

2ª. edición-e (corregida)
Diseño integral y diagramación: Patricia L. Boero Ricardi
Editado en abril 2018
"Fundido encadenado" - Versión Flip (Libro Flash)
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"Tomavistas" (en PDF)
3 ª. edición-e (corregida)
Diseño integral y diagramación: Patricia L. Boero Ricardi
Editado en febrero 2018
"Tomavistas" - Versión Flip (Libro Flash)
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"Sopita" (en PDF)
2ª. edición-e (corregida)
Diseño integral y diagramación: Patricia L. Boero Ricardi
Editado en octubre 2017
"Sopita" - Versión Flip (Libro Flash)
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"Ardua" (en PDF)
3ª. edición-e (corregida)
Diseño integral y diagramación: Patricia L. Boero Ricardi
Editado en julio 2017
"Ardua" - Versión Flip (Libro Flash)
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"Trompifai" (en PDF)2ª. edición-e (corregida)
Diseño integral y diagramación: Patricia L. Boero
Editado en junio 2017
"Trompifai" - Versión Flip (Libro Flash)
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"Picado Contrapicado" (en PDF)2ª. edición-e (corregida)
Diseño integral y diagramación: Patricia L. Boero
Editado en abril 2017
"Picado Contrapicado" - Versión Flip (Libro Flash)
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"Obras completas en verso hasta acá" (Sobrevivientes(en PDF)2ª. edición-e (corregida)
Diseño integral y diagramación: Patricia L. Boero
Editado en noviembre 2016
"Obras completas en verso hasta acá" - Versión Flip (Libro Flash)
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"Ripio" (en PDF)
3ª. edición-e (corregida)
Diseño integral y diagramación: Patricia L. Boero
Editado en febrero 2016
"Ripio" - Versión Flip (Libro Flash)
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"Infamélica" (en PDF)
2da. edición-e (corregida)
Prólogo de Griselda García
Diseño integral y diagramación: Patricia L. Boero
Editado en octubre 2015

"Infamélica" ~ versión FLIP (libro Flash)
Prólogo de Griselda García
Editado en octubre 2015


"Corona de Calor"
 (en PDF)

2da. edición-e (corregida)
Epílogo: María García
A modo de epílogo: Poema de Carlos Cúccaro
Diseño integral y diagramación: Patricia L. Boero
Editado en enero 2013
"Corona de Calor " - Versión FLIP (Libro Flash)
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Documentales

lunes, 22 de julio de 2019

Ante la muerte de Roberto Fernández Retamar


Declaración de la Casa de las Américas
«Puso a disposición de los hombres lo que tenía de inteligencia // […] Les entregó lo que tenía de coraje // […] Hizo su parte, llegado el momento // […] al final, declaró que volvería a empezar si lo dejaran». Así se expresaba el poeta en los versos titulados «Sería bueno merecer este epitafio», y así lo recordamos.

La muerte de Roberto Fernández Retamar es una pérdida irreparable para la cultura cubana. Desde que se dio a conocer en 1950 con el poemario Elegía como un himno, su obra fue abriendo cauces y marcando hitos en la poesía de lengua española, a la que legó textos que quedarán para siempre como «Felices los normales», «¿Y Fernández?» o «Con las mismas manos».

No menos relevantes son sus penetrantes y esclarecidos ensayos, que ponen en evidencia la vastedad de su pensamiento y la magnitud de su labor intelectual, tanto si recordamos ese clásico de la reflexión latinoamericana y caribeña, «Caliban», como si pensamos en Para una teoría de la literatura hispanoamericana, en su fervorosa pasión por la obra martiana, o en sus lúcidos ensayos sobre el papel del intelectual y los procesos de descolonización cultural en nuestra América.

Es imposible disociar su nombre de la historia de la Revolución cubana, separarlo de un fenómeno que ha sido asunto e inquietud permanente, tanto como escenario vital y caja de resonancia de su figura y su obra.

Sería mucho, ya, si ese fuera el legado de Roberto, pero a su obra literaria habría que añadir su labor docente y su inigualable faceta de editor, que lo llevó a dirigir diversas revistas antes de asumir en 1965 la dirección de Casa de las Américas, para consolidarla como uno de los más importantes referentes culturales de nuestra América.

Pero aún haría más, al frente de la Casa de las Américas toda desde 1986, como continuador de la heroína y fundadora, Haydee Santamaría, y del gran pintor Mariano Rodríguez. El privilegio de que Roberto presidiera en las últimas décadas esta Casa contribuyó a que –bajo su conducción– ella apostara por el riesgo sin dejar de ser fiel a sí misma, al espíritu que la vio nacer en la descomunal e inconclusa tarea de la integración cultural de la América Latina y el Caribe.

En ocasión de la dolorosa pérdida de Haydee, la Casa de las Américas dio a conocer una declaración –en la cual se transparenta la escritura de Roberto– que concluía afirmando: «Es necesario decir que estará con nosotros, en nosotros. […] Pero desde ahora somos más pobres, aunque nos acompaña para siempre el honor de haber trabajado bajo su guía, bajo su aliento, que seguimos sintiendo, orgullosos y entrañablemente conmovidos, a nuestro lado». Esas palabras siguen siendo válidas para Haydee, tanto como lo son para este entrañable hermano suyo que acaba de dejarnos. Las hacemos nuestras para ti, en este momento de infinita tristeza, querido Roberto.

La Habana, 20 de julio de 2019.

jueves, 20 de junio de 2019

Sulle tracce di Elena


Liliana Bellone, Sulle tracce di Elena, Oèdipus, Salerno/Milano 2018

Una escritora y su estilo: volvemos a encontrar en italiano a la argentina Liliana Bellone (traducida por Vincenza Visciano en la colección de escritores latino-americanos A Sud del Río Grande, dirigida por Rosa Maria Grillo), e inmediatamente reconocemos de la autora las características que nos cautivaron en su libro traducido con anterioridad en la misma colección, Eva Perón, allieva di Nervo. Damos otra vez con la polifonía de las voces narrativas, con el hechizo provocado por el recurrir de fechas y nombres a través de espacios y épocas lejanos entre sí, con la similitud de unos destinos ajenos, con una estructura rapsódica de la narración y finalmente con la elección de una protagonista excepcional, hermosa de una hermosura diferente y fascinante por calidades intelectuales fuera de lo ordinario: Elena Hosmann. Los que la conocieron no pueden no subrayar su piel de nácar, el pelo claro, las cejas perfectas, pero también su obsesión por unos paisajes de los altiplanos y por las gentes de la puna, que quiso fotografiar durante unos viajes en los primeros años cuarenta del siglo pasado junto con la musicóloga Isabel Aretz, asistidas por la Universidad de Tucumán y unos amigos. Fotos y documentación musical que encontraron su salida editorial en el volumen Ambiente de Altiplano. Fotos de Perú y Bolivia, de 1945. Afrontando caminos peligros y fatigosos, a veces huéspedes de riquísimos propietarios de enormes ingenios azucareros, se sintieron atraídas por el folklore de los Valles Calchaquíes, por las canciones y las ruinas de los pueblos descendientes de aquellos que habían poseído y defendido sus tierras de los invasores europeos, según un redescubrimiento de la América indígena propio de los intelectuales del tiempo, como los pintores Gertrude Chale o Carybé.
En el cuento, que en la edición en castellano (En busca de Elena, Editorial Nueva Generación, Buenos Aires, 2017) es el más largo de catorce, la narración está confiada a un poeta, Raúl Aráoz Anzoategui, y a un novelista, Néstor Saavedra, pero también intervienen un arqueólogo y, al principio, la misma autora. Desdoblada, eso sí, en una anónima lectora de una escritora latinoamericana, de la cual nos vienen citados unos parrafos de novelas (Augustus y Fragmentos de siglo, este último ya traducido en esta misma colección), en los que vuelven a aparecer coincidencias inexplicables (la fecha del 18 de agosto, el  nombre de Elena, el altiplano como paraíso donde nada se corrompe), tanto que la voz disfrazada concluye: “Gli dei ci inviano dei segnali”. Señales que imponen la búsqueda y la narración de la existencia de esa criatura extraordinaria que fue Elena Hosmann.
Dentro del juego autorial entre realidad y ficción del que trata Rosa Maria Grillo en su Introducción y al que se refiere también Fernanda Elisa Bravo Herrera en su reseña en Cuadernos del Hipogrifo, reconocemos un recurso antiguo cuanto la literatura, el del escritor que se limita a transcribir testimonios o relaciones de otros personajes, más verosímiles si realmente existidos, como en este caso. La misma Bellone nos autoriza a mezclar los dos universos de la novela al escribir: “Sebbene la maggioranza di personaggi e situazioni di questo racconto siano reali, il testo deve leggersi come un romanzo”. La felicidad de escritura de la autora nos lleva verdaderamente a un mundo donde los personajes que poblaron el Buenos Aires de la primera mitad del siglo pasado, intelectuales, músicos, pintores, periodistas, editores, exiliados de la España post guerra civil, se mueven, conversan, actúan, con rasgos de personajes de novela por su excepcionalidad, a pesar de haber sido hombres y mujeres reales y muy reales, con sus éxitos y sus dramas, sus amistades y sus rivalidades, en la hormigueante capital de ingenios, sobre los cuales se cierne, inmensa, la sombra de Borges.
La traducción italiana añade una pieza más a nuestros incompletos conocimientos de la polifacética literatura latinoamericana, y, en el caso específico, de una escritora de la que quedan por traducir todavía muchas obras. Para suplir las faltas del lector no especialista socorren unas notas sobre lugares o costumbres típicos, amén de un útil diccionario final con noticias sobre los personajes presentes en el texto. Uno, entre todos, nos toca con particular interés, ya que fue ciudadano de Capri, la mágica isla en la que vivió Elena algunos años, es decir su primer esposo, Edwin Cerio. Ingeniero y escritor, se casó en Buenos Aires en 1907 con Elena, de la que tuvo una hija, Letizia, muy recordada en el cuento. Y fue precisamente en la isla italiana donde Liliana Bellone reencontró el nombre de Elena, de la que había sabido por primera vez en Tucumán. En Capri Cerio había hospedado a Neruda y a su nuevo amor Matilde Urrutia en la casa que ahora hospeda la Fondazione Cerio. Allí la argentina Liliana, al presentar su Eva Perón, allieva di Nervo, fue solicitada a ocuparse de la argentina Elena. El resultado es este largo cuento: el círculo se ha cerrado, al obedecer las señales de los dioses.
Carla Perugini
Università di Salerno


miércoles, 12 de junio de 2019

Historia y literatura en Ricardo Piglia


Algunas notas sobre historia y literatura en Ricardo Piglia:
el escritor como un historiador de lo que está por venir
Por Verónica Gutiérrez
En el marco del proyecto de investigación del CIUNSa., “Cuatro novelistas argentinos en el último cuarto del siglo XX, programas y polémicas”, abordo la relación que Ricardo Piglia postula, en sus textos literarios, pero también en sus ensayos teóricos y en las entrevistas qua ha dado, entre ficción e historia.
Los cuatro novelistas que integran el corpus del proyecto, Ricardo Piglia, José Pablo Feinmann, Marcos Aguinis y Abel Posse indagan en esa relación, siempre compleja, entre lo histórico y la literatura e instalan sus textos en un debate que indaga sobre la historia argentina, la filosofía y la política nacional. No es casual que sus principales novelas hayan sido publicadas en la década del ‘80. En la narrativa argentina de la década del ‘80 se vuelven una constante las indagaciones en torno a los modos de contar la Historia, los procesos de la memoria y la imposibilidad de una versión única del pasado. Al respecto señala Liliana Massara (2013):
La politización de la literatura pareció imponerse como modelo durante los años de 1970; a diferencia de estos, los años ’80 se inclinan a interpretar los hechos de la Historia; la dictadura aparece en las representaciones simbólicas de los discursos literarios, construyéndose con lenguajes indagadores, que interrogan permanentemente, desde otras miradas.
Durante este período se abren debates y los escritores reflexionan acerca de los modos de la escritura para decir la Historia (p. 27).
A la par de esa preocupación por lo ocurrido, hay, en muchos de los textos de esos años, un cuestionamiento del valor referencial de la literatura[1], una preocupación por las relaciones entre escritura literaria e historia, por lo que la narración del pasado adopta estrategias que la alejan del realismo clásico: metaficcionalidad, fragmentación de los puntos de vista y de las voces, construcciones alegóricas, parodia, “otros contratos con la palabra” (Massara, 2013, 31).  Hacia la década del ‘80, la representación de lo real se ha vuelto significativamente problemática. Pensemos en los textos de Juan José Saer o en Respiración artificial (1980), novela clave del período, en la que lo metaficcional indaga en los vínculos entre literatura y exilio, en el componente ficcional de la historia, en las tradiciones literarias, en el aparato de la literatura argentina. La historia resulta transformada en el texto literario que la somete a sus propios movimientos y el documento se pliega a la lógica que le propone la estructura ficcional de cada novela[2]. Señala Martín Kohan en “Historia y literatura: la verdad de la narración”: “Cuando, en un momento paradigmático de Respiración artificial, Ricardo Piglia se plantea la pregunta  sobre ‘cómo narrar los hechos reales’, el conflicto se instala de manera ineludible en el marco de la literatura argentina del período, de tal modo que la narración de los hechos reales  se vuelve decididamente problemática: para narrar hay que preguntarse cómo narrar, pero no sólo porque una literatura que ha cobrado conciencia de serlo puede interrogarse por la escritura desde la propia escritura, sino porque se hace presente la necesidad de encontrar otras formas de representación ante las inexorables dificultades que hay que vencer para –en términos de Brecht- ‘escribir la verdad’. Es un desafío que da lugar a estrategias narrativas; advertirlas implica advertir cambios en el sistema literario por entero” (Kohan, 2000, p. 246). “De este modo –y para el momento en el que nos situamos, en el que la categoría ‘narración’ ocupa un espacio de privilegio en el imaginario de la literatura argentina-, aun recurriendo a los materiales provenientes de la historia, la novela ya no se ajusta a las respectivas exigencias de veracidad –del discurso histórico y de la novela realista- o de una fiel plasmación del acontecimiento, sino que procura atenerse a su propia invención de una ficción y de un lenguaje en la escritura misma” (p. 247).  En esa genealogía que propone una particular puesta en relación entre la historia y la literatura, puesta en relación en la que el texto literario no pierde nunca de vista su conciencia de serlo, de pertenecer al orden de la literatura, pueden ubicarse las novelas de Andrés Rivera, Río de las congojas (1981) de Libertad Demitrópulos, El entenado (1983) de Juan José Saer, Ema, la cautiva (1981) o La liebre  (1991) de César Aira, La princesa federal (1998) de María Rosa Lojo (Cf. Kohan 2000, p. 256).  
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Si una constante recorre los textos literarios y teórico-críticos de Ricardo Piglia es la pregunta por la relación, ciertamente compleja, entre literatura e historia, las maneras en las que el texto literario pone a funcionar lo histórico. Esa relación siempre es en Piglia, y en esto de declara heredero de Roberto Arlt, indirecta. Lo que a Piglia le interesa no es cómo la literatura incorpora la historia sino cómo se anticipa a ella.   
La literatura se relaciona con la historia, entonces, de una manera anticipatoria, la ficción es un relato del futuro, el relato utópico por excelencia. Y mientras el escritor trabaja con “…la proliferación retrospectiva de los mundos posibles “(Piglia, 2000, 98), el escritor lo hace con los mundos posibles por venir. El escritor es, entonces, un detective (muy en el orden de la predilección de Piglia por el policial), un investigador que busca en las ruinas del presente la configuración del porvenir.
El carácter “utópico” de la literatura tiene que ver para Piglia con la idea de que esta construye la contrafigura de la realidad y administra sus posibilidades:
“No se trata de ver la presencia de la realidad en la ficción (realismo), sino de ver la presencia de la ficción en la realidad (utopía) (Piglia, 2000, 98). Eso es lo que ha hecho Roberto Arlt. Por eso sus novelas anticipan. El escritor escucha los discursos que circulan en su época y los toma por lo que son, ficciones. La literatura no representa la realidad sino que muestra las aristas ficcionales de la misma.
En Respiración artificial la idea del escritor como historiador del futuro o de la novela como escritura sobre lo que todavía no ha acontecido, es recurrente. La novela que escribe Enrique Ossorio, uno de los personajes, un hombre de la generación del 37, es la novela que vendrá. El narrador de esa novela futura, anclado en 1837-1838, durante el bloqueo francés, recibe cartas del porvenir, de los argentinos de 1979. En esas cartas se visualiza un país en el que es cada vez más difícil vivir, y las frases rodean un silencio, algo elidido de lo que se puede hablar: la dictadura militar, el discurso paranoico del Estado terrorista, el exilio, las desapariciones forzadas. Enrique Ossorio escribe desde el exilio, es un historiador del futuro, escribe una novela espistolar que reconstruye la Argentina de un siglo y medio después. Piglia pone a funcionar con este personaje su teoría sobre la novela, sobre la ficción. El escritor, como el historiador, trabaja con documentos, solo que estos documentos son los documentos de los mundos posibles.
Otra diferencia entre la novela que quiero escribir y las utopías que conozco (T. Moro, Campanela, Bacon): en mi caso no se trata de narrar (o de describir) esa época, ese otro lugar, sino de construir un relato donde sólo se presenten los posibles testimonios del futuro en su forma más trivial y cotidiana, tal como se le presentan al historiador los documentos del pasado. El protagonista tendrá frente a  sí papeles escritos en aquella época futura (Piglia, 2005, 83).
La crítica señaló la presencia en Respiración artificial de los sucesos atroces que implicó la última dictadura militar, presencia oblicua, casi alegórica, que logró eludir la censura a la novela publicada en 1980. Pero la historia entra en la ficción, además, siempre como historia futura, como una historia que aún está por hacerse. Y es esa extraña relación con la historia es lo que vuelve a las novelas de Piglia profundamente políticas. A la inversa de la novela histórica de esos años, en la que puede leerse la ficcionalización del pasado en clave presente, Piglia va más allá y lee en el presente las marcas del porvenir.
TRABAJOS PRESENTADOS EN ENCUENTROS ACADÉMICOS
“Plata quemada, novela y cine” ponencia presentada en el 3º Congreso Argentino de Filosofía de la Red Filosofía Norte Grande en la Universidad Nacional de Salta entre el 30, 31 de Agosto y 1 de Setiembre de 2017. En la Mesa Temática: 12-  CINE, HISTORIA Y FILOSOFÍA.
La novela Plata quemada de Ricardo Piglia fue publicada en 1997 e inmediatamente tuvo una repercusión mediática por el retorno del escritor al género policial y por el escándalo suscitado por el premio que le otorgara la Editorial Planeta para promocionar el libro. A pesar de la sombra de esa situación polémica, el texto llamó la atención de otro medio artístico y fue llevado prontamente al cine bajo la dirección de Marcelo Piñeyro y estrenada en el año 2000.
                Toda transposición es una lectura y cada lectura es una interpretación en la que un lector privilegiado releva algunos aspectos del texto 1 y los enfatiza en el texto 2, movimiento en el que produce un nuevo texto, generador de nuevas lecturas. En este caso, Marcelo Piñeyro ocupó ese rol y plasmó su lectura en un erótico policial negro. Nos proponemos realizar una lectura comparatística del texto novelístico y del texto cinematográfico para evidenciar cuáles fueron los mecanismos que operaron para ficcionalizar un mismo hecho policial acaecido en 1965.
                Conclusión
                Ricardo Piglia además de escritor de cuentos y novelas fue docente y un analista y teorizador del funcionamiento de la narrativa en el entramado de los discursos sociales a partir del reconocimiento de las producciones de algunos autores que considera claves por sus poéticas y ficciones que unen la tradición de la escritura con su vinculación con los medios de difusión. Puso especial atención a su incidencia en la sociedad contemporánea, por el desarrollo de los distintos medios de difusión en el siglo XX que ampliaron el alcance de la prensa escrita, como la radio, el cine y la televisión.
                La predilección del autor por el género policial se fundamentó en esas reflexiones, por ello Plata quemada, desde su título pone el foco de su atención en la importancia suprema del dinero en la sociedad contemporánea, por lo que sólo los más perversos e irredentos de la sociedad son los únicos capaces de despreciarlo. Esos inadaptados, incapaces de vivir en sociedad son los locos, los pervertidos, drogadictos, promiscuos y homosexuales.
                Tal como afirmáramos al principio de nuestra exposición, toda transposición es una lectura y reconocemos que la versión cinematográfica tomó las secuencias del relato y focalizó la atención sobre los homosexuales, reduciendo el protagonismo del dinero en el entramado de las acciones que hacen al conflicto. En definitiva, en la película el robo y la persecución son sólo un motivo para entramar las relaciones homosexuales condenadas por la sociedad. Lo que se enfatiza en la minimización del hecho que da título a la novela y la nula referencia a la cobertura que realizan los medios, con un protagonismo de la televisión que trata de representarse como la imagen simultánea y objetiva de los hechos en la casa de los ciudadanos.

Los años 70 en la ficción de la memoria
Ponencia presentada en el CONGRESO INTERNACIONAL NUEVOS HORIZONTES DE IBEROAMÉRICA organizada por el CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE LITERATURA HISPANOAMERICANA. Mendoza 8, 9, 10 y 11 de noviembre de 2017. En el Simposio N° 32: “FICCIONES DE LA MEMORIA O LA MEMORIA DE LA FICCIÓN: PENSAMIENTO Y EXPERIENCIAS CREATIVAS”
José Manuel Díaz Watson y Rafael Gutiérrez
La novela La astucia de la razón  de José Pablo Feinmann fue publicada en 1990 cuando el autor ya tenía una fama bien ganada en dos campos distintos: como ensayista y crítico de cine y en la novela policial. Desde su título alude a la etapa de inserción académica del autor y reúne a personajes que ya habían protagonizado otras novelas del autor, pero esta vez retrotrayéndose a su momento de formación en la Universidad de Buenos Aires, marcada por los enfrentamientos políticos y el golpe de estado de la década del 70. De modo que luego de una década el autor dio a conocer sus angustias que marcaron su pensamiento y su cuerpo en esa etapa vivida como un exilio interior. Vemos cómo se reconstruye la memoria del protagonista, para tratar de anular los recuerdos de ese 24 de marzo. En la trama van emergiendo distintas voces que se confunden con la “realidad” histórica argentina sin cronos, lo que permite un dialogo entre Lenin y el peronismo, o entre Mitre y Marx.
Nos propusimos realizar un análisis discursivo tendiente a relevar el entramado de la corporización de los conflictos ideológicos y políticos en el alter ego del autor que protagoniza la novela. Como así también, buscamos indagar las influencias filosóficas e ideológicas que la estructuran, dándole mayor “corporeidad” al entramado de la obra.


[1] Señala Martín Kohan en “Historia y literatura: la verdad de la narración”: “Cuando, en un momento paradigmático de Respiración artificial (1980), Ricardo Piglia se plantea la pregunta  sobre ‘cómo narrar los hechos reales’, el conflicto se instala de manera ineludible en el marco de la literatura argentina del período, de tal modo que la narración de los hechos reales  se vuelve decididamente problemática: para narrar hay que preguntarse cómo narrar, pero no sólo porque una literatura que ha cobrado conciencia de serlo puede interrogarse por la escritura desde la propia escritura, sino porque se hace presente la necesidad de encontrar otras formas de representación ante las inexorables dificultades que hay que vencer para –en términos de Brecht- ‘escribir la verdad’. Es un desafío que da lugar a estrategias narrativas; advertirlas implica advertir cambios en el sistema literario por entero” (Kohan, 2000, p. 246). “De este modo –y para el momento en el que nos situamos, en el que la categoría ‘narración’ ocupa un espacio de privilegio en el imaginario de la literatura argentina-, aun recurriendo a los materiales provenientes de la historia, la novela ya no se ajusta a las respectivas exigencias de veracidad –del discurso histórico y de la novela realista- o de una fiel plasmación del acontecimiento, sino que procura atenerse a su propia invención de una ficción y de un lenguaje en la escritura misma” (p. 247). 
[2] “Los autores de fines del ’80, y sobre todo el grupo que comienza a imponerse en el canon, en los ’90, están muy propensos a quebrar el código mimético, -lo cual no significa que lo hagan todos los escritores- resemantizan los modos de decir la violencia y la injusticia, como así también las divergencias culturales por las que atraviesan los países ‘subdesarrollados’ en el proceso de la globalización económica.
La década del ’80 admite la imposibilidad de una única verdad histórica; va a la búsqueda de nuevas operaciones de sentido, de verdades relativas, no totalizadoras, para hablar de un presente de inseguridades y de terror, alejándose del pacto referencial; reescribiendo la tradición” (Massara, 2013, p. 35).

Sobre Los cuadernos de Praga


Ernesto Guevara en la ficción de Abel Posse

Profesor Rafael  Gutiérrez y
Estudiante  José Manuel Díaz Watson

Introducción
El eje de esta mesa “La narración como forma de lo real. Cruces e interacciones entre historia, ficción, representación y memoria” nos plantea el problema de la relación que hay entre una forma específica de construcción de una representación verosímil, la novela, y los registros del pasado, las memorias y el discurso de la historia. En este caso nos detendremos en una novela que ficcionaliza un momento de la vida de un hombre cuyo accionar lo ha colocado en la historia contemporánea, el caso del Dr. Ernesto Guevara.
La figura de Ernesto Guevara ha sido tratada desde la ficción por la historieta de Héctor Oesterheld  y por  versiones cinematográficas con un mínimo de una decena de producciones, cubanas, argentinas y latinoamericanas. Por otra parte en la literatura su tematización no es muy abundante fuera de las biografías o los textos testimoniales de quienes participaron de las mismas campañas.
Mucho más reciente es la novela gráfica del mexicano José Hernández “Che: una vida revolucionaria”,  publicada en México en 2016, basada en el libro de Jon Lee Anderson Che Guevara. Una vida revolucionaria que publicó editorial Anagrama en 2010 considerada por la crítica como una de la biografías más completas sobre el líder revolucionario.

Abel Posse es un prolífico novelista cuyas ficciones han visitado los tiempos de la conquista de América, las aventuras de los nazis en oriente y de los neonazis en América, los últimos días de Eva Perón y la Argentina de fines del siglo XIX. En esa revisión que hace de distintos momentos de la historia a través de la ficción novelesca, se detuvo en un episodio poco conocido de la vida de Ernesto Guevara: su estancia en Praga. El hecho soslayado por la biografías le dio pie al novelista para desarrollar una versión en la que el héroe de Cuba, derrotado en El Congo, antes de convertirse en el mártir de Bolivia se prepara para responder por sus acciones y planifica las siguientes bajo las máscaras que lo protegen no sólo de enemigos y aliados sino de sí mismo. La novela Los cuadernos de Praga nos acerca a ese momento desde una mirada múltiple de quienes compartieron con Ernesto Guevara y la visión del investigador que lo indaga.

                Los límites de la novela
                Este subtítulo, “Los límites de la novela”, es bastante sugestivo porque la novela –como acontece con toda ficción- no tiene límites ya que en el campo de la literatura un escritor puede ficcionalizar libremente cualquier tema y del modo que le parezca, aún cuando tome un referente del mundo no ficcional.
                Por otra parte hay otros géneros discursivos que tienen limitaciones para el tratamiento de los relatos que construyen: la crónica, la biografía, el testimonio, la historia tienen que respetar una coherencia extratextual so pena de repudio por la comunidad de lectores en la que circula y de la que espera reconocimiento.
                Ese margen de libertad que tiene el escritor de literatura frente a los escribas de otros géneros, le permite emitir juicios de toda índole, hacerlos circular y generar polémicas sin contradecir el “principio de verdad” que se le reclama a otros géneros narrativos similares.
                En el caso específico de Abel Posse, mucha de su producción novelística ha retomado momentos y personajes registrados por la historia como referentes y los ha puesto en escena con otros de diversa procedencia y con expresiones anacrónicas. Estrategia que opera como guiños para lectores avezados, conocedores de literatura e historia, lo que no quita que quienes no compartan esa clave no puedan acceder a un universo verosímil.
                Por el uso de esas estrategias de avezado narrador, se han clasificado muchos de los libros de Posse dentro de la llamada “nueva novela histórica”, en especial aquellos que dedicó a los tiempos de la conquista de América. Sin embargo, también tomó como tema un pasado más reciente como el de la Segunda Guerra Mundial,  la presencia nazi en la Argentina[1] y la vida de Eva duarte de Perón[2].
                La novela en la que nos detendremos en nuestro trabajo es Los cuadernos de Praga que publicó 1998 y que escribió con motivo de que en el año anterior se cumplían treinta años de la muerte del líder revolucionario. Momento que fue propicio para varios actos oficiales y la publicación de sus textos y de diversas biografías.
                Abel Posse en sus novelas asume una posición crítica frente a figuras protagónicas de momentos claves la historia. Así lo hizo con Cristóbal Colón, Pedro de Aguirre, Álvar Núñez Cabeza de Vaca y Eva Perón. Es la versatilidad del mismo género la que le permite ese movimiento, ya que la construcción de los discursos que atraviesan a los personajes permite cruzar los registros de los testimonios dejados por las personas que toma como referente como distintas versiones conocidas, entramándolas con una conciencia crítica de los personajes que los hace cuestionarse su acciones, sus programas ideológicos y los resultados de sus actos.

                Un sujeto escindido
                La novela Los cuadernos de Praga se estructura en base a la tarea de un personaje, “Abel Posse”:
Creo que nunca hubiera escrito sobre mi compatriota Guevara. Pero ocurrió que estuve en Praga desde el ascenso de Havel, como testigo del desmoronamiento del imperio soviético. Estas cosas suelen empezar desde la casualidad. (Posse, 2017: 9)
Ese alter ego del autor busca los testimonios de distintos protagonistas que conocieron a Ernesto Guevara durante su estancia en Praga, entre ellos aparece la voz interior del mismo Ernesto Guevara alternando diálogos con distintas personas que compartieron ese periodo de su vida breve y casi desconocido. El resultado es una mirada múltiple sobre el Che como preludio a su acto final en Bolivia.
                Un dato referencial que permite a la novela construir una mirada múltiple desde la mismidad del propio Ernesto Guevara es la de los diversos alias que asumió para moverse fuera de Cuba, con sus consecuentes cambios de pasaporte, sus rostros y biografías correspondientes, que debe memorizar para cruzar las fronteras de un mundo inmerso en una guerra intercontinental de la que un atribulado Ernesto Guevara es partícipe, pero a la que no termina de adecuarse.
Debemos aclarar que el Che nunca viajó con si propia identidad. Usó tres máscaras: Ramón Benítez Fernández, uruguayo y soltero, con cuya identidad viajó al Congo y la tuvo los últimos días en Praga; allí actuó como Vázquez Rojas español franquista, comerciante en maderas; y en Bolivia como Adolfo Mena González. Antes de ir a Bolivia va a cuba como Ramón Benítez. Hasta tal punto es fiel la caracterización que ni sus hijos lo reconocen y le decían “tío Ramón”. (Martorell de Laconi, 2017: 144-5)

                Desde la ventaja que da la distancia temporal, Abel Posse realiza su evaluación sobre el fracaso del bloque oriental en la guerra fría y agrega al pensamiento del Che una mirada desalentadora sobre la revolución que está librando, por lo que su último acto en Bolivia asume el carácter una inmolación ante la derrota de sus ideales.

                El sujeto escindido
                El Che Guevara que construye Abel Posse es diferente de las imágenes monolíticas que lo proyectan desde el imaginario revolucionario como un héroe que se sacrifica en nombre de un mundo mejor. Al menos en ese sentido lo trabajaron Oesterheld y los dibujantes Breccia en una de sus mejores historietas comprometidas con la organización “Montoneros”[3]. El novelista aprovecha los distintos rostros que debe asumir Guevara para lograr un efecto de sujeto disociado, casi esquizofrénico, porque sus distintas personalidades deben interactuar y dialogar en lugares y con interlocutores que solo conocen una de esas máscaras.
La máscara que adopta en Praga es la de Raúl Vázquez Rojas, una de las tres que usó en sus viajes el Che. Discute con sus dobles o bien narra anécdotas desde el punto de vista de uno de ellos. A veces tiene nostalgia de su ser propio, es decir de Ernesto Guevara de la Serna. (Martorell de Laconi, 2017: 146)



Bibliografía
Posse, Abel (2017), Los cuadernos de Praga, Buenos Aires, Planeta
Martorell de Laconi, Susana (2017), Acerca de las novelas de Abel Posse, Salta, Mundo Editorial
de Medrano Arce, Luis Sáinz, “Abel Posse y sus buscadores del paraíso: El Che Guevara” en  Biblioteca virtual Cervantes http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/abel-posse-y-sus-buscadores-del-paraiso--el-che-guevara/html/154f4131-576a-4751-b655-0a686d3e5b76_2.html




[1] Corpus al que dedicamos algunos artículos sobre el subgénero de ciencia-ficción conocido como “nazismo mágico”.
[2] Sobre la novela La pasión según Eva escribimos un trabajo crítico “La pasión de Eva según Posse”.
[3] Ver en Gutiérrez (2016) pp. 140-142

Plata quemada, novela y cine


3º Congreso Argentino de Filosofía
Red Filosofía Norte Grande
Universidad Nacional de Salta
30, 31 de Agosto y 1 de Setiembre de 2017

“Plata quemada, novela y cine”
Mesa Temática: 12-  CINE, HISTORIA Y FILOSOFÍA

GUTIERREZ, Rafael Fabián

Introducción

La novela Plata quemada de Ricardo Piglia fue publicada en 1997 e inmediatamente tuvo una repercusión mediática por el retorno del escritor al género policial y por el escándalo suscitado por el premio que le otorgara la Editorial Planeta para promocionar el libro. A pesar de la sombra de esa situación polémica, el texto llamó la atención de otro medio artístico y fue llevado prontamente al cine bajo la dirección de Marcelo Piñeyro y estrenada en el año 2000.
            Toda transposición es una lectura y cada lectura es una interpretación en la que un lector privilegiado releva algunos aspectos del texto 1 y los enfatiza en el texto 2, movimiento en el que produce un nuevo texto, generador de nuevas lecturas. En este caso, Marcelo Piñeyro ocupó ese rol y plasmó su lectura en un erótico policial negro. Nos proponemos realizar una lectura comparatística del texto novelístico y del texto cinematográfico para evidenciar cuáles fueron los mecanismos que operaron para ficcionalizar un mismo hecho policial acaecido en 1965.

Ricardo Piglia y el policial
   La narrativa policial es una de las variantes más prolíficas de la producción escrita del siglo XX, aunque durante mucho tiempo fue relegada por los críticos literarios por considerarla marginal. Esa consideración se debió a que se trataba de una producción realizada bajo parámetros o reglas establecidas por los fundadores del género.[1]
El cambio de atención sobre esos textos se debió al reconocimiento que realizaron escritores canónicos desde la reflexión y desde la creación. En la narrativa argentina, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares  fueron dos de ellos que se destacaron tempranamente en esa tarea de vindicación del género. Como parte de sus actividades literarias realizaron para la Editorial Emecé la dirección de la colección “El séptimo círculo”, en la que publicaron trescientos sesenta y seis títulos entre 1945 y 1983, con lo que probaron sobradamente a la editorial que el género reunía la calidad escritural con la contundencia comercial.
Simultáneamente  los escritores produjeron varios cuentos policiales por su cuenta o conjuntamente bajo los seudónimos de Bustos Domecq y Benito Suárez Lynch, mientras escribían prólogos y artículos en los que teorizaban sobre el género. Es común considerar que la selección de “El séptimo círculo” la realizaron siguiendo esos postulados teóricos, sin embargo no siempre existió esa correspondencia, pues J. L. Borges desde el principio prefirió el cuento sobre la novela, aun así la colección es de novelas; también elogió el policial de enigma y la eficiencia lógica del mecanismo narrativo, mientras que la colección incluye policial negro y algunos rozan lo fantástico como El caso de las trompetas celestiales de Michael Burt y El maestro del juicio final de Leo Perutz.
Ricardo Piglia en 1969 realizó una tarea similar para la editorial “Tiempo contemporáneo” de Buenos Aires con la colección “Serie Negra”, dedicada a difundir en lengua española a los principales exponentes del policial negro norteamericano. Esas profusas lecturas en la variante del género orientaron la preferencia creativa del narrador argentino. Su primer libro de cuentos es Jaulario de 1967, en el que reúne relatos policiales, algunos que publicara previamente en revistas. Ese libro fue premiado por Casa de las Américas el mismo año.
Sus siguientes libros La invasión (1967) y Nombre falso (1975) son también de cuentos policiales, pero fue la novela ensayo Respiración artificial (1980) fue la que llamó la atención de la crítica universitaria y  lo instaló en el centro de las discusiones académicas durante toda la década, hasta que reincidió en su gusto por el género policial con Plata quemada.

Los artificios del relato
Los habituales lectores de la producción de Ricardo Piglia conocían su trabajo editorial con la serie negra, sus relatos policiales y sus ensayos en la revista Fierro, por lo que no les resultó extraño su retorno a la novela policial, pero con el detalle del tema anacrónico y doblemente perturbador porque instalaba la violencia distanciada de la política, con un terrible llamado de atención sobre el valor del dinero y la perversión de los marginales: ladrones, drogadictos y homosexuales.
De todos esos temas combinados, el director Marcelo Piñeyiro enfatizó la relación homosexual, desplazando el centro de interés puesto en el título de la novela, hecho hacia el que converge la trama del libro, mientras que en la versión cinematográfica queda muy reducida junto con la escasa acción de lo que podríamos denominar el combate final entre los defensores del orden y los perversos irredentos.
Lo paradójico es que la literatura no es el mejor escenario para desarrollar la acción porque es muy difícil narrarla, mientras que la representación de imágenes es más apropiado para ello. En el caso que nos ocupa, Plata quemada novela con éxito los enfrentamientos armados, mientras que la versión cinematográfica empobrece mucho la escena del combate en el aguantadero de los ladrones.
En la novela Plata quemada “Parallel lives” es uno de los temas musicales que escuchan los ladrones mientras esperan que disminuya la persecución  policial.
Empezó a sonar “Parallel lives” a todo lo que daba y ellos movían su cuerpo al compás de la música y fumaban el puchito de marihuana hasta quemarse los labios con la brasa. (Piglia, 1998: 111)

Luego lo cantan a coro mientras soportan el asedio de la policía en el departamento donde se atrincheraron. Parece ser sólo una referencia para reconstruir un ambiente de época, ya que la letra misma trata sobre amores desencontrados. Sin embargo allí hay un intertexto muy solapado con un libro clásico, Vidas paralelas de Plutarco, en el que refiere un ejército de amantes, “El Batallón Sagrado de Tebas”, que en el año 375 A.C. derrotó a los espartanos. Plutarco elogió la ventaja de una formación militar de ese tipo porque consideraba que los guerreros lucharían mejor para lucirse antes sus amantes, protegerlos o vengarlos.
Son un ejército en miniatura. La adrenalina los ayuda a superar al terror. Están pichicateados, son máquinas de matar: Quieren ver cuál es el límite al que pueden llegar, jamás se van a rendir, quieren hacernos hocicar a nosotros. A ellos no los asusta el peligro, traen la muerte en la sangre… más peligrosos que un comando de soldados profesionales… (Piglia, 1998: 198)

Parte de la trama de la novela Plata quemada es la historia de “los mellizos”, la pareja de ladrones homosexuales que resiste hasta la muerte el ataque policial. La versión cinematográfica enfatiza la historia de la pareja gay, lo que algunas reseñas criticaron como una lectura sesgada de la novela que fue considerada preponderantemente en clave de policial violento. A tal punto que algunos lectores consideraban que se trataba de un retroceso en la producción escritural de Piglia, luego de una metanovela como Respiración artificial (1980) que –como dijimos previamente- marcó a la academia en una etapa en la discusión sobre la organización de la literatura argentina.
            No hay que perder de vista que Ricardo Piglia fue recurrente en dar importancia al género policial y a la literatura gauchesca como formatos que debían combinarse para dar forma a la novela argentina futura.
       El anacronismo afecta a la forma de la novela construyendo un “policial clásico”, a la posibilidad de la aventura y la utopía, a la esfera de los personajes e involucra numerosas referencias a dos tradiciones literarias ricas como el policial y la gauchesca. (Rodríguez Pérsico, 2015: 46)

            Para Ricardo Piglia el género policial es un formato que le permite entramar las preocupaciones de la sociedad contemporánea. En Respiración artificial, Emilio Renzi se sienta con “sabiondos y suicidas” a reflexionar sobre el pasado argentino para entender su presente; pero si pasamos revista a la trayectoria del protagonista, es un periodista investigador –típico en el género policial- con aspiraciones de escritor (todo un homenaje a Roberto Arlt).
            En el mundo ficcional de Ricardo Piglia, Emilio Renzi reaparece en cuentos y novelas, incluso en Plata quemada se lo encuentra muy joven, cubriendo la noticia del asalto.
       Silva miró a Renzi con expresión cansada; otra vez ese pendejo irrespetuoso, de anteojitos y pelo enrulado, con cara de ganso, ajeno al ambiente real y al peligro de la situación, que parecía un paracaidista… (Piglia, 1998: 197)

Pero el desdibujado personaje tiene un protagonismo mayor en la novela, ya que si prestamos atención, la novela se presenta como una crónica a destiempo de un viejo hecho policial a partir del encuentro del periodista con la exnovia de un miembro de la banda. Por tanto, parece el relato de la planificación, ejecución y desenlace de un atraco, asumido por el escritor que reconstruye un hecho distante.
La primera conexión con la historia narrada en este libro (como sucede siempre en toda trama que no sea de ficción) surgió por el azar. Una tarde, a fines de marzo o principios de abril de 1966, en un tren que seguía viaje a Bolivia, conocí a Blanca Galeano, a quien los diarios llamaban “la concubina” del pistolero Mereles. (Piglia, 1998: 249)

            En la versión cinematorgrática, ese papel de Emilio Renzi, secundario en la novela, desaparece. El relato fílmico es guiado por una voz en off – considerado por lo general un defecto estilístico- que deja al espectador hasta el final sin saber quién cuenta la historia.
            El profesor de historia Ricardo Piglia es quién aporta el dato en el relato de Emilio Renzi para que el lector formado en la historia antigua reconozca la referencia solapada a Vidas paralelas, dando a los hechos un lugar en una tradición de guerreros homosexuales, para mostrar que las acciones y preocupaciones de la humanidad no son originales ni inéditas.
            Plutarco contó la historia de un ejército homosexual y Emilio Renzi lo reiteró en un momento en que parecía un oxímoron que se patentiza en un diálogo de Dorda en el que cuenta con un dejo de orgullo las sodomizaciones que padeció:
Hay que ser muy macho para hacerse coger por un macho, decía el Gaucho Dorda. Y sonreía como una nena, más frío que un gato. A un tipo le clavó una aguja de tejer en un pulmón… (Piglia, 1998: 75)

            En la cultura argentina del siglo XX se asoció la figura del homosexual al que carece del valor de un hombre heterosexual, considerado el prototipo del “macho masculino”, sin embargo los testimonios de los actos de valor de los homosexuales generaron un conflicto en ese paradigma:
-       La loca Margarita, un travesti, se llenó la boca de gilletes y se cortó que era un desastre y le mostró la lengua a la yuta y le dijo: “Si querés te la chupo, querido, pero a mí, vos no me vas a hacer hablar…”.
La mataron y tuvieron que tirarla al río en Quilmes, desnudo, con la pulsera y los aritos pero no le sacaron una palabra. (Piglia, 1998: 75)

            En el momento en el que la novela fue publicada, a finales del siglo pasado, estaba en marcha un proceso de reconsideración social de los homosexuales, que en la mayor parte del siglo XX habían padecido una discriminación negativa.
            La trama de la historia novelada -aún con la escasa intervención protagónica de Emilio Renzi- evidencia hasta qué punto la sociedad es capaz de justificar la violencia, el sometimiento y la muerte en nombre de la protección de su máximo valor: el dinero. Por ello no es menos violento el comisario Silva que Malito, el jefe de la banda, la diferencia está que para la sociedad el primero defiende su bien más sagrado, mientras que el segundo busca profanarlo.

            Conclusión
            Ricardo Piglia además de escritor de cuentos y novelas fue docente y un analista y teorizador del funcionamiento de la narrativa en el entramado de los discursos sociales a partir del reconocimiento de las producciones de algunos autores que considera claves por sus poéticas y ficciones que unen la tradición de la escritura con su vinculación con los medios de difusión. Puso especial atención a su incidencia en la sociedad contemporánea, por el desarrollo de los distintos medios de difusión en el siglo XX que ampliaron el alcance de la prensa escrita, como la radio, el cine y la televisión.
            La predilección del autor por el género policial se fundamentó en esas reflexiones, por ello Plata quemada, desde su título pone el foco de su atención en la importancia suprema del dinero en la sociedad contemporánea, por lo que sólo los más perversos e irredentos de la sociedad son los únicos capaces de despreciarlo. Esos inadaptados, incapaces de vivir en sociedad son los locos, los pervertidos, drogadictos, promiscuos y homosexuales.
            Tal como afirmáramos al principio de nuestra exposición, toda transposición es una lectura y reconocemos que la versión cinematográfica tomó las secuencias del relato y focalizó la atención sobre los homosexuales, reduciendo el protagonismo del dinero en el entramado de las acciones que hacen al conflicto. En definitiva, en la película el robo y la persecución son sólo un motivo para entramar las relaciones homosexuales condenadas por la sociedad. Lo que se enfatiza en la minimización del hecho que da título a la novela y la nula referencia a la cobertura que realizan los medios, con un protagonismo de la televisión que trata de representarse como la imagen simultánea y objetiva de los hechos en la casa de los ciudadanos.

Bibliografía
“Colección El Séptimo Círculo” en http://oyeborges.blogspot.com.ar/2010/05/coleccion-el-septimo-circulo.html - Lunes, 24 de mayo de 2010
“El Batallón Sagrado de Tebas, el ejército de amantes homosexuales que humilló a los espartanos” en http://www.abc.es/historia/abci-batallon-sagrado-tebas-ejercito-amantes-homosexuales-humillo-espartanos-201606080258_noticia.html. Consultado 16/082017
Casarin, Marcelo, “La escritura de Ricardo Piglia: los rastros de una pesquisa” en Anales de Literatura Hispanoamericana. 2007, Vol. 36, 103-109
Piglia, Ricardo (1980), Respiración artificial, Buenos Aires, Sudamericana
Piglia, Ricardo (1998), Plata quemada, Buenos Aires, Planeta
Romero, Julia G. (Ed.) (2015), Las máquinas ficcionales de Ricardo Piglia, Buenos Aires, Corregidor


[1] La Historia de la literatura argentina del C.E.A.L. en 1980 dedica un apartado especial al género para recoger una larga tradición de escritura que había permanecido ignorada  por las historias anteriores.