viernes, 27 de mayo de 2016

Para leer a Jorge Luis Borges

En esta sección vamos a agregar links con textos, audios y videos de y sobre Borges como material de lectura para la cátedra.
Las lecturas obligatorias son:
2016
Jorge Luis Borges
Selección de textos

·         Discusión (1932)
La poesía gauchesca
El escritor argentino y la tradición
·         Historia Universal de la Infamia (1935)
Hombre de la esquina rosada
·         El Aleph (1949)
El muerto
Historia del guerrero y la cautiva
Biografía de Tadeo Isidoro Cruz
·         El Hacedor (1960)
A Leopoldo Lugones
El cautivo
Martín Fierro
·         El informe de Brodie (1970)
Guayaquil
·         El libro de Arena (1975)
El otro
La fiesta del monstruo


La poesía gauchesca: https:// literaturaargentina1unrn.files.wordpress.com/2012/03/borges-jorge-luis-obras-completas-pages-183-201.pdf
Hombre de la esquina rosada: http://noentendinada.com.ar/files/BorgesJorgeHombredelaesquinarosada1.pdf
El muerto: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/borges/el_muerto.htm
Historia del guerrero y la cautiva: http://www.literatura.us/borges/historia.html
Biografía de Tadeo Isidoro Cruz: http://www.literatura.us/borges/biografia.html
El hacedor: http://www.literatura.us/borges/hacedor.html
Guayaquil: http://archivosborges.blogspot.com.ar/2008/01/guayaquil.html
El otro: http://www.lamaquinadeltiempo.com/prosas/borges01.htm
La fiesta del monstruo: http://literaturaanguil.over-blog.es/pages/La_fiesta_del_monstruo_H_Bustos_Domecq_BorgesBioy_Casares-1720778.html

Sobre El escritor argentino y la tradición: https://www.borges.pitt.edu/sites/default/files/Cuadernos%20Americanos_0.pdf

Sobre Borges y el Martín Fierro:
https://www.borges.pitt.edu/sites/default/files/1002.pdf
http://www.biblioteca.org.ar/libros/132568.pdf
http://fierro.bn.gov.ar/reescrituras.php
revista-iberoamericana.pitt.edu/ojs/index.php/Iberoamericana/article/.../2895/3078



lunes, 23 de mayo de 2016

Novela de vanguardia en la Argentina hoy

¿Existe hoy la novela de vanguardia en la Argentina?

En busca de un estilo propio y modos de circulación en el mercado compatibles con la "literatura comercial", autores diversos persisten en la experimentación
http://www.lanacion.com.ar/1900481-existe-hoy-la-novela-de-vanguardia-en-la-argentina

martes, 10 de mayo de 2016

Sobre la novela SOBRE HÉROES Y TUMBAS

Por este vínculo pueden acceder a tress artículos sobre la novela de Ernesto Sábato:
- http://revistas.ucm.es/index.php/ALHI/article/viewFile/ALHI7777110125A/24703
- http://cvc.cervantes.es/literatura/cauce/pdf/cauce16/cauce16_13.pdf
- http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=70111758007

María Rosa Lojo: "Sobre héroes y tumbas narra una experiencia única de Buenos Aires"

La ensayista, narradora e investigadora, presenta una nueva edición crítica del libro de Ernesto Sabato. Allí analiza también el contexto del escritor y dice que la obra narra una experincia única de la ciudad.

Sobre héroes y tumbas, gótico surrealista y argentino, galería de fantasmas familiares, geología fantástica, perverso libro de viajes fabulosos en el corazón de lo cotidiano, nos ofrece la ilusión de recobrar un tesoro siniestro", escribe la investigadora María Rosa Lojo en la nota liminar a la reciente edición crítica de la gran novela de Sabato, que acaba de editar la Colección Archivos de la UNESCO junto a la Dirección General de Asuntos Culturales de Ministerio de Relaciones Exteriores de la Nación. 

La flamante edición de Sobre héroes y tumbas (Alcion) de más de mil páginas, coordinada por Lojo, incluye estudios cronológicos, análisis de la historia del texto, su recepción y el posicionamiento de su autor, además de diversas lecturas que permiten, según dice en esta entrevista su coordinadora, un reposicionamiento del texto en el ámbito académico nacional e internacional. Justo cuando el nombre de Ernesto Sabato vuelve a sonar para el Premio Nobel de Literatura 2010, tras la reciente propuesta de candidatura del autor -la cuarta consecutiva-, enviada a la Academia Sueca por la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) de España.

¿Por qué una edición crítica de "Sobre héroes y tumbas" en en este momento?

Bueno, digamos que no se trata precisamente de una idea surgida "en este momento". El trabajo de la edición crítica me fue encomendado por Amos Segala, fundador y entonces director de la Colección Archivos de la UNESCO, hace ya más de diez años. Uno de los objetivos de esta colección era (y es) presentar ediciones de excelencia de clásicos hispanoamericanos. Aunque los autores considerados como "clásicos" suelen estar muertos, primero, atento a la ya avanzada edad de Sabato (que había cumplido los 87) y a los reconocimientos internacionales recibidos por su obra (entre ellos, el Premio Cervantes), Amos Segala decidió que era oportuno emprender la edición crítica de esta novela, que yo comencé entonces, convocando a un equipo integrado por otros diecisiete especialistas de universidades argentinas y extranjeras. Nuestro trabajo se prolongó durante siete años. A ellos hay que agregarle tres más de espera, ya que el sistema de financiamiento de la colección fue interrumpido por diversas crisis, entre ellas, claro, la crisis argentina de 2001. En suma: que no se trata de algo súbito ni repentista ni oportunista, sino de un proyecto de muy largo aliento, iniciado hace más de una década.

¿Cree que esta edición puede favorecer una relectura del texto en el ámbito académico? ¿Y entre los lectores en general? 

Sin duda que favorecerá la relectura de Sabato en el ámbito académico; ése constituye su principal objetivo y sus "lectores modelo" serán los estudiantes y estudiosos especializados. El público en general no está excluido, pero tiene a mano la obra en ediciones normales en todas las librerías, ya que Sabato es un autor que no ha dejado de publicarse. 

¿Se podría considerar que "Sobre héroes y tumbas", publicado en 1961, es un libro de su tiempo?

Por supuesto, como todos los libros, en tanto reverberan en ellos, de manera inevitable, las obsesiones, preocupaciones y deseos que cruzan la época en la que fueron gestados. 

¿Podría pensarse que se trata una obra que ha envejecido?

¿En qué sentido? En todos los libros hay aspectos que "envejecen" y que tienen que ver con su momento histórico. Hoy sería difícil imaginar a una mujer occidental que se suicidase por los mismos motivos que Anna Karenina. Pero la culpa y la situación de condena social son sentimientos y circunstancias que siguen existiendo. Lo que cuenta es la potencia con la que una obra expresa y resignifica la condición humana. 

En pocos años, como consta en varios de los estudios presentes en la edición, esta obra de Sabato alcanzó cifras de ventas récord. ¿En qué medida considera que eso estuvo relacionado con el "boom" editorial de la década del 60 en la Argentina y cuánto con la obra en sí?

Seguramente el boom editorial creó las condiciones para que la obra fuera bien difundida y publicada. El resto lo hizo el interés despertado por esa novela en particular. No todas las ficciones impresas en los mismos años alcanzaron la misma repercusión, ni por los mismos motivos.

Respecto de la recepción de "Sobre héroes y tumbas" en la Academia, ¿cree que con el tiempo el libro y el autor cayeron en desgracia en los claustros?

Puede que esto haya ocurrido en algunos claustros dentro de la Argentina. En el exterior, en cambio, esta novela nunca dejó de ser considerada como una obra fundamental de la literatura hispanoamericana contemporánea. Y me consta que en la actualidad profesores universitarios de diversos países están escribiendo libros sobre Sabato. 

Tal como se cita en uno de los estudios de la edición, en 1962 la revista "El escarabajo de oro" se refiere a Sabato como "uno de los intelectuales, más valiosos que tiene nuestro país". ¿Podría, hoy, decirse lo mismo del autor?

Creo que la cuestión está fuera de lugar, ya que, como sabemos, hace tiempo que Sabato, casi centenario y de salud frágil, está fuera de la vida pública activa y tampoco escribe ficción. No por eso el aporte que realizó en su momento es menos importante y significativo.

En el artículo de Karl Kohut se cita a Bernardo Canal-Feijoo cuando afirma que "Sobre héroes y tumbas quiere ser la novela de Buenos Aires". ¿Lo ha logrado?

Creo que sí, y que junto con otras obras, como Adán Buenosayres o Los siete locos, Sobre héroes y tumbas narra una inolvidable experiencia de la ciudad, única, personalísima, y a la vez compartible.

En varios de los análisis, se afirma que "Sobre héroes y tumbas" refleja las antinomias de la identidad cultural argentina. ¿Le ha tocado al libro caer en esas mismas antinomias de las que da cuenta?

Justamente mi tesis de doctorado estuvo dedicada a demostrar de qué manera, a través de una compleja construcción simbólica basada en los ejes luz/oscuridad, visión/ceguera, la novelística sabatiana exhibe la impureza y turbiedad de todas las antinomias, la ambigüedad y la ambivalencia de una realidad que no se puede reducir a fórmulas simplificadas, a pesar de lo que parecen creer, con obstinación maniática, algunos de sus personajes como Fernando Vidal Olmos.
Ñ Revista de cultura: http://edant.revistaenie.clarin.com/notas/2010/01/10/_-02117722.htm

jueves, 5 de mayo de 2016

Esteban Echeverría y EL MATADERO

El estudio de Leonor Fleming sobre Esteban Echeverría y "El matadero" se encuentra disponible en el siguiente vínculo:http://www.cervantesvirtual.com/portales/esteban_echeverria/autor_vida_obra/

lunes, 2 de mayo de 2016

Sobre Mustafá de Discépolo

En el vínculo se puede acceder al artículo sobre Mustafá de Discépolo: http://www.criticateatral.com.ar/index.php?ver=ver_critica.php&ids=15&idn=377

Entrevista a Enrique Molina

http://www.letraslibres.com/revista/entrevista/enrique-molina-en-el-errante-corazon-del-tiempo

Enrique Molina- En el errante corazón del tiempo

Enrique Molina perteneció a una admirable especie casi en extinción: el poeta americano. Poco leído en México, fue dueño de una obra en la que paisaje e interioridad se reflejan generando vistas dramáticas veteadas por la savia de la experiencia: su continente fue el de "los paraísos de la catástrofe". A diez años de su muerte, Juan Malpartida emprende su recuperación.
Enero 2006 | Tags: 
Enrique Molina fue un poeta americano, y fue además un exaltador del paraíso, pero entendido éste como errancia. Nacido en Buenos Aires en 1910 (donde moriría 86 años después), pronto su familia se traslada a la provincia, y hasta los doce años vive primero en Corrientes, junto al río Paraná, y luego en Misiones. Realizó los estudios secundarios en Necochea, junto al mar. Ya en Buenos Aires, sin duda presionado por su padre a seguir el oficio familiar, estudia derecho, una disciplina que no llegó a ejercer. De hecho, nada más terminar se enroló en un barco y a finales de 1934 toca puerto en España. Volvió inmediatamente después de la Guerra Civil pero, como de tantas cosas de su vida, sólo nos ha dejado un testimonio transfigurado, poético. Nuestras letras son parcas en testimonios, por ello es poco lo que sabemos de su estancia en Chile, Ecuador, Bolivia y, sobre todo, Perú, junto con César Moro, Westphalen y otros, donde dirigió algunos números de la revista A partir de cero. También se ignora casi todo de su vínculo, ya en los años setenta y ochenta, con Brasil, salvo su amistad con el editor Ferreira de Loanda.
     Antes he dicho que Molina fue un poeta americano, sin embargo lo fue de una manera peculiar: no tuvo nostalgias del mundo indígena (reales o inventadas) y tampoco del desarrollo moderno de las ciudades (Buenos Aires, San Pablo, México DF): lo fue por amor a la vastedad del continente, a sus grandes ríos, a su fabulosa naturaleza, cuya intricada manifestación se confunde en su poesía con la sexualidad y el deseo. Frente al continente europeo, América, sus enormes espacios vacíos, su naturaleza aún no excesivamente domesticada en la primera mitad del siglo XX, despertaba en él un sentimiento adánico. Enrique Molina no es un poeta de la ciudad, pero tampoco es un poeta de la naturaleza en su sentido más contemplativo. A veces hay cuartos, habitaciones, pero son espacios roídos, quebrados por la presencia de lo natural. La naturaleza en Molina es dionisíaca, convulsiva, adorable, infernal. También he afirmado que su exaltación del paraíso está unida a un destino errante: el poeta asume esa errancia y en ella acaba reconociéndose ("porque nunca tuvimos casa ni paciencia ni olvido"). Creo que habría podido repetir con Cendrars, "cuando se ama hay que partir". Hoteles secretos, amantes vagabundos, voluptuosidad de las aves migratorias, regreso del pródigo, maletas de piel de pájaro, itinerarios, etapas, diarios de viajes, tierra tatuada antes de dormir, alta marea, rito acuático, un lecho de hormigas reales... ¿Títulos? Señales de paso, testimonios de los días del tiempo.
     Enrique Molina fue siempre fiel al surrealismo, pero no porque siguiera a Bretón ni hiciera uso de la escritura automática (de hecho sólo se podrían encontrar huellas de este procedimiento en su primer libro, Las cosas y el delirio, 1941), sino porque creyó en la divisa que enlaza poesía, amor y rebelión. Creyó en el surrealismo por su fondo de anarquía, su sacralización de la vida, sus actos pasionales; finalmente, por su exaltación de la analogía que lo retrotrae al romanticismo de Hölderlin y Novalis, Nerval y Baudelaire. Si buena parte de la poesía moderna es hija de Baudelaire y Mallarmé, Molina es heredero indudable del autor de Las flores del mal, no del lúcido enamorado de la Nada. 
     A Molina le podía parecer raro que un poeta no tuviera afecto por el surrealismo, aunque no compartiera sus resultados. Por otro lado, aunque respetaba ciertos productos poéticos de pulcro despojamiento reflexivo, mantenía ante ellos una mirada de asombro ante lo que no termina de desentrañar su naturaleza. Cuando lo conocí en Buenos Aires, en octubre de 1977, puso en mis manos un librito de Alberto Girri, autor que yo desconocía, y me dijo que leyera un poco mientras él se ocupaba de algo. Luego me miró y, como si esperara alguna revelación de un jovenzuelo, me preguntó: "¿Sabes lo que es?" Molina perteneció a la estirpe de Lautréamont, de Rimbaud, de Henry Miller, de Blaise Cendrars, de Lorca, de Neruda. Sin duda hoy podríamos emparentarlo, por varias razones, con el chileno Gonzalo Rojas, en su juventud vinculado al grupo surrealista "Mandrágora", al que también perteneció Braulio Arenas. En Rojas hay, a veces, una cierta cohetería junto a una imaginación de afirmación erótica notable; mientras que en Molina, aunque en ocasiones se copia un poco a sí mismo o bien se desmorona en su propia vegetación y magma verbal, es, incluso cuando habla de nubes, un poeta terrestre. ¿Es necesario recordar que uno de sus libros, de 1946, se titula Pasiones terrestres?
     Molina trabajó en barcos mercantes, que yo sepa en dos ocasiones, durante un periodo de unos seis o siete años. Si el mundo es paradisíaco no es, sin embargo, un paraíso: lo habita el orgullo y "el lento idioma indomable de la pasión por el infierno". Cuando en 1934 el joven poeta licenciado en leyes sube a la proa del barco, tiene tanto odio a las familias como Gide, Rimbaud o Baudelaire. Sin embargo, una noche de 1989, en Madrid, le oí que la primera memoria que guardaba de la poesía era de su padre recitándole a Zorrilla, Espronceda y otros románticos españoles, cuando él aún no sabía leer. Aunque no entendía bien, la música verbal se le quedó impregnada para siempre. ¿Odió a su padre? ¿A su madre? En un poema de mediados de los cuarenta, Molina interpela a sus padres: "¿Quién soy ante vosotros, siervo de un dios más alto en cuya palma herida/sólo se posa la paloma ardiente de la expiación?" La culpa en Molina es tan continua como el perdón que se otorga a sí mismo por lagracia que derrama la pasión. Creo que se podría aplicar a él lo que dice de Camila O'Gorman, la bella heroína ajusticiada en 1848: "Los más bellos dones de la imprudencia ennoblecieron su conducta". Pero para Molina había un mundo paradisíaco, el que se dibujaba en su propio deseo, que no excluía, curiosamente, a la muerte. Es un paraíso porque incluye la muerte y así la vivifica lejos de considerarla algo ajeno. "A cierta profundidad de la conciencia —escribió en su única novela—, los contrarios se identifican de una manera perturbadora".
     Cualquier poema de Molina está lleno de fragmentos imantados por la corriente versicular, por una memoria acostumbrada a tatuarse en la corriente. Molina no cifra sino que trata de mostrarnos la experiencia concreta, las cosas, en las que arde "un terror antiguo". Nada de abstracciones. Si el intelecto unifica la realidad, los sentidos la dispersan, la hacen girar en remolinos. Molina confía en el desorden porque intuye que hay un sentido, irreductible, que lo relaciona con lo más vivo. No confía en lo claro y distinto porque siempre ha creído que el misterio de lo vital no es desvelable salvo por la experiencia misma de sus contradicciones. Su capacidad de abrazar la afirmación y la negación, lo que se recuerda y lo que se olvida, es tan grande que la negación acaba revelando la antípoda sobre la que se sustenta. Muchos de sus poemas son magníficos folletines —"Alta marea", "El pasajero de la habitación n0 23", "Los hoteles secretos", "Etapa"—, además de formar parte de lo mejor que escribió. También, en alguna medida, son viajes en los que el esplendor se une a los naufragios, la promesa al olvido. No es casualidad que Molina tradujera "El transiberiano", uno de los poemas centrales de Blaise Cendrars y también, junto con "Pascua en Nueva York", y "Zona" de Apollinaire, el inicio de una nueva poesía en lengua francesa. Recuerdo que Molina quería escribir una novela inspirada en este poema ("pero no tengo talento para la narración —me dijo—; si yo pudiera escribir novelas como las de Álvaro Mutis...") y que consistiría en el viaje de una pareja, un viaje en tren sin comienzo ni final. En "Alta marea" constata, tras un largo periplo marítimo: "todo termina/ los viajes y el amor/ nada termina/ ni viajes ni amor ni olvido ni avidez/ todo despierta nuevamente con la tensión mortal de la bestia que acecha en el sol de su instinto".
     Pero Enrique Molina sí escribió una novela, o algo parecido: Una sombra donde sueña Camila O'Gorman. No creo, como le oí hace muchos años a Ricardo Gullón, que junto con Paradiso de Lezama Lima sea la gran novela lírica de Hispanoamérica; pero tengo menos duda sobre la alta calidad de muchas de sus páginas. El libro une la recreación y narración de los hechos, visto en muchos momentos desde una perspectiva poética (que no poetizante), y los documentos sobre el caso. En Argentina, Carmila O'Gorman, una muchacha de familia burguesa, se enamora, a finales de los años cuarenta del siglo xix, en tiempo de Rosas, de un joven presbítero, Ladislao Gutiérrez. "En una sociedad donde imperan a la vez el odio y las virtudes domésticas", nos dice Molina en el prólogo, Camila encarna "el honor del amor". La pasión de Camila y Ladislao desafía a su tiempo. Ambos escapan, son perseguidos y, finalmente, ajusticiados por una sociedad y un poder tiránicos. Tuvieron la oportunidad de salvarse, al menos ella, a través del arrepentimiento: no lo hicieron, como no se arrepiente Eloísa de haber amado a Abelardo, cuando desde el convento ella le escribe diciéndole que no se engañe, que ella no ha olvidado. Molina encontró en esta historia trágica una verdad profunda: el amor es una afirmación disidente, porque, si bien en tal o cual momento puede ser aceptado nunca será una norma, siempre será "fuego libre" y sus manifestaciones un verdadero desafío para la vida convencional. "Por el amor —escribe Molina— supieron quiénes eran". 
     Aunque lo había leído no sabía nada de su aspecto. Nunca había visto una foto. Tras algunas peripecias para localizarlo —hacía un año del golpe militar en Argentina y cualquier persona decente tenía miedo, por sí o por otros— me citó en su casa, entonces en una cuarta planta del 2385 de la calle Pueyrredón. Me sorprendió encontrar en la puerta pegada una foto de los ojos de una mujer. Recordé a Antonio Machado ("Los ojos que ves"...). Molina tenía entonces 66 años. Más bien bajo, con el pelo blanco, tenía un aspecto de hombre fuerte, saludable, y unos ojos en los que la infancia no se había perdido. En las paredes, algunos collages suyos (siempre se dedicó, con sensibilidad e imaginación, a la plástica, y a veces "ilustraba" sus cartas con collages) y una foto con una mujer desnuda, gorda, aunque con una cintura pequeña. Era gorda sin haber perdido las proporciones. André Coyné cuenta, en un bello texto sobre el poeta, que Molina se emocionó cuando supo que el último amor de Nerval fue una hermosa gorda. Molina y sus gordas, Molina y las gigantas de Baudelaire. Sin embargo, su última mujer, Genoveva, era (y es) muy delgada. Me sorprendió su sencillez, su conversación exenta de pedantería, la fidelidad a sus mitos. Destacaba entre los poetas españoles a Garcilaso y Quevedo, a Bécquer, Lorca y Cernuda. Estuvo en España varias veces, en viajes cortos. En 1990 leyó en la Residencia de Estudiantes ante un grupo pequeño, y una semanas después en otro centro cultural de Madrid, y en esa ocasión, que fue su última lectura en España, asistió sólo una persona. Yo hacía la presentación y me sentí azorado y avergonzado, pero él no pareció inmutarse y dio su recital para esa sola persona tras agradecerle su presencia. Todo un ejemplo. A Enrique Molina le importaba muy poco la literatura y mucho la poesía. Alguien me contó que cuando estaba agonizando, un pájaro entró en la habitación, revoloteó y volvió a salir a la interperie, a la redondez de la tierra. Quiero pensar que Enrique fue consciente de esas alas batiendo sobre su último suspiro, conduciéndolo de nuevo, una vez más, a las islas, "a través del tiempo y la nada en la avidez sin límites de todo corazón". -

Babilonia de Armando Discépolo

Por este link pueden descargar completa la pieza teatral "Babilonia": https://docs.google.com/document/d/14G3FdWw6lKkeve8grvpTBeCxhgkTtb8jlvllT2GubOo/edit

El ideologema de la revolución. Los cielitos de Hidalgo

El ideologema de la revolución. Los cielitos de Hidalgo *
Rogelio Demarchi
Córdoba, Argentina
rogeliodemarchi@arnet.com.ar

https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero38/cielitos.html

Cielitos y diálogos patrióticos de Bartolomé Hidalgo

Por este vínculo pueden acceder al libro que reúne los Cielitos y diálogos patrióticos de Bartolomé Hidalgo: http://www.folkloretradiciones.com.ar/literatura/Cielitos_dialogos_patrioticos.pdf

Fausto de Estanislao del Campo

Por este vínculo pueden descargar el libro completo de Estanislao del Campo: http://www.biblioteca.org.ar/libros/1975.pdf

Dedicado a Oscar Portela

 A OSCAR PORTELA EN SU MORADA ÚLTIMA
 
                                 Alza la muerte dulcemente las palmeras
                                                                    radiosas de la vida.
                                                                             Oscar Portela.
   
    Amigo que eres árbol, que eres príncipe,
    alma que ahora vives en la sombra
    de una región  desconocida:
    Qué brazo te rodea
    qué lenguaje te alcanza.
 
    Míseros de nosotros
    caídos entre húmedos ramajes
    en busca de  tus huellas, los senderos
    de bosque,
    la palabra  sagrada que   nos legaste.
 
                        Es tanta la oscuridad, la furia, el ruido
                       la astucia cruel de los sagaces
 
    Solo quisiera llegar a vos desde la música
    rodearte
    con un torzal ardiente y un silencio
    de oro.
    derramar un perfume sobre  tu pecho
    para curar tu herida,
    tu soledad de mártir desterrado.
 
                        Perdón por tanta vergüenza y deshonor
                        perdón  por la obscenidad del mundo.
 
    Descansa ahora en la morada de los ángeles
    donde el viento voraz
    ya no sucede.
 
   Graciela Maturo

LAS LETRAS CORRENTINAS PERDIERON UNA GRAN FIGURA

Falleció Oscar Portela, poeta fulgurante y pensador insolente para el sistema

Lo encontraron muerto en su hogar. Será cremado y arrojarán sus cenizas al Paraná. Deja un legado impresionante de obras.
OSCAR PORTELA HABÍA NACIDO EN LORETO.
Loretano de nacimiento, correntino por adopción, agudo observador del mun­do desde la sublime plata­forma de la poesía a la que llegó como el náufrago a un salvavidas para luego nave­gar hacia océanos de ideas que iluminaron su vida y la de tantos más, Oscar Porte­la se fue como había vivido en la soledad de sus crea­ciones, que eran también sus tormentos. Dejó un im­presionante legado literario que el tiempo habrá de po­ner en orden al mérito que le corresponde.
Tenía 74 años y en el últi­mo tiempo se había reclui­do en su hogar. Ayer lo en­contraron muerto. Se cree que el viernes a la tarde su­frió un infarto que le llevó la vida ya que no tenía nadie junto a él para socorrerlo.
La noticia trascendió anoche, al cierre de esta edición, y de acuerdo a los primeros datos que pudo recoger NORTE de Co­rrientes, los restos de Por­tela serán despedidos en una ceremonia privada, no habrá capilla ardiente, lue­go serán cremados y sus cenizas esparcidas en el río Paraná desde la Punta San Sebastián, tal era su deseo.
Poeta, filósofo, periodis­ta, Oscar Portela también se desempeñó como asesor de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Corrien­tes, también en la Cámara de Diputados y fue delegado del Fondo Nacional de las Artes. Fundó revistas, diri­gió suplementos de cultura, fue columnista destacado de diarios locales y nacio­nales, tuvo programas de radio y militó en cuanto es­pacio de pensamiento tuvo a su alcance.
Brilló en el campo de la poesía, su producción no reconoce fronteras por la calidad y sello personal. “Para mí, la poesía es un rito, no meramente verbal, textual, estos son el fuego, el agua y la madera de las que se conforma el signo, el significante: llamado y res­puesta del poema”, escri­bió Portela en ocasión de la presentación de una de sus antologías.
El loretano deja una in­mensa producción, escribió 10 libros, 5 ensayos (mayor­mente de filosofía y sobre Niesche), 6 opúsculos y 18 antologías poéticas, además de una extensa lista de cola­boraciones periodísticas.
La crítica Norma Pérez Martín dijo -en un análisis de su obra- que “el lengua­je barroco, a partir de un deliberado romanticismo, al que Oscar Portela suma herencias surrealistas (como han insistido mu­chos críticos, refiriéndose a sus poemarios) constituye una máscara. Pero, yo diría, una máscara transparente, a partir del espejo que va reflejando poco a poco los enigmas. El poeta lo ha ma­nifestado, señalando su lu­cha con el signo como una celebración ritual que no lo abandona. En el origen, a partir de su infancia, salta hacia el origen total. Auto de fe confirmará esta ob­sesiva constante en su líri­ca. En aquella ocasión, con motivo de la publicación de este poemario, el autor me escribió lo siguiente: “Ha­bía una vez un niño al que castigaron por insistir en ser Niño y que termina pre­guntándose qué significado es ser niño”.
La trayectoria de Oscar Portela tiene doble méri­to. Como dice Madariaga, Corrientes ya le debe mu­cho a Portela “por su cul­tura en acción”: ya que “él puede ser por intermedio de nuestra América, poeta absoluto y absoluto hom­bre público”. En efecto, su canto en acción y su acción como funcionario en el área cultural no resultan incom­patibles: complementan el ser y el existir de este crea­dor. Después de atravesar estremecedoras búsquedas a lo largo de sus libros, Por­tela publica, a fines de 1990, “Golpe de gracia”, en Bue­nos Aires. Poemario órfico: tras el descenso de los in­fiernos, el creador busca la salida trascendiendo. Poe­sía hecha de pensamiento con carnadura existencial, sin confundir los planos, ni las riesgosas instancias poético-filosóficas. Muta­ciones arrebatadas, com­binaciones aprehendidas desde revelaciones ónticas, desde buceos abismales; su poesía es “síntesis de todos los resplandores”.
http://www.nortecorrientes.com/article/23915/fallecio-oscar-portela-poeta-fulgurante-y-pensador-insolente-para-el-sistema

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