miércoles, 12 de junio de 2019

Plata quemada, novela y cine


3º Congreso Argentino de Filosofía
Red Filosofía Norte Grande
Universidad Nacional de Salta
30, 31 de Agosto y 1 de Setiembre de 2017

“Plata quemada, novela y cine”
Mesa Temática: 12-  CINE, HISTORIA Y FILOSOFÍA

GUTIERREZ, Rafael Fabián

Introducción

La novela Plata quemada de Ricardo Piglia fue publicada en 1997 e inmediatamente tuvo una repercusión mediática por el retorno del escritor al género policial y por el escándalo suscitado por el premio que le otorgara la Editorial Planeta para promocionar el libro. A pesar de la sombra de esa situación polémica, el texto llamó la atención de otro medio artístico y fue llevado prontamente al cine bajo la dirección de Marcelo Piñeyro y estrenada en el año 2000.
            Toda transposición es una lectura y cada lectura es una interpretación en la que un lector privilegiado releva algunos aspectos del texto 1 y los enfatiza en el texto 2, movimiento en el que produce un nuevo texto, generador de nuevas lecturas. En este caso, Marcelo Piñeyro ocupó ese rol y plasmó su lectura en un erótico policial negro. Nos proponemos realizar una lectura comparatística del texto novelístico y del texto cinematográfico para evidenciar cuáles fueron los mecanismos que operaron para ficcionalizar un mismo hecho policial acaecido en 1965.

Ricardo Piglia y el policial
   La narrativa policial es una de las variantes más prolíficas de la producción escrita del siglo XX, aunque durante mucho tiempo fue relegada por los críticos literarios por considerarla marginal. Esa consideración se debió a que se trataba de una producción realizada bajo parámetros o reglas establecidas por los fundadores del género.[1]
El cambio de atención sobre esos textos se debió al reconocimiento que realizaron escritores canónicos desde la reflexión y desde la creación. En la narrativa argentina, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares  fueron dos de ellos que se destacaron tempranamente en esa tarea de vindicación del género. Como parte de sus actividades literarias realizaron para la Editorial Emecé la dirección de la colección “El séptimo círculo”, en la que publicaron trescientos sesenta y seis títulos entre 1945 y 1983, con lo que probaron sobradamente a la editorial que el género reunía la calidad escritural con la contundencia comercial.
Simultáneamente  los escritores produjeron varios cuentos policiales por su cuenta o conjuntamente bajo los seudónimos de Bustos Domecq y Benito Suárez Lynch, mientras escribían prólogos y artículos en los que teorizaban sobre el género. Es común considerar que la selección de “El séptimo círculo” la realizaron siguiendo esos postulados teóricos, sin embargo no siempre existió esa correspondencia, pues J. L. Borges desde el principio prefirió el cuento sobre la novela, aun así la colección es de novelas; también elogió el policial de enigma y la eficiencia lógica del mecanismo narrativo, mientras que la colección incluye policial negro y algunos rozan lo fantástico como El caso de las trompetas celestiales de Michael Burt y El maestro del juicio final de Leo Perutz.
Ricardo Piglia en 1969 realizó una tarea similar para la editorial “Tiempo contemporáneo” de Buenos Aires con la colección “Serie Negra”, dedicada a difundir en lengua española a los principales exponentes del policial negro norteamericano. Esas profusas lecturas en la variante del género orientaron la preferencia creativa del narrador argentino. Su primer libro de cuentos es Jaulario de 1967, en el que reúne relatos policiales, algunos que publicara previamente en revistas. Ese libro fue premiado por Casa de las Américas el mismo año.
Sus siguientes libros La invasión (1967) y Nombre falso (1975) son también de cuentos policiales, pero fue la novela ensayo Respiración artificial (1980) fue la que llamó la atención de la crítica universitaria y  lo instaló en el centro de las discusiones académicas durante toda la década, hasta que reincidió en su gusto por el género policial con Plata quemada.

Los artificios del relato
Los habituales lectores de la producción de Ricardo Piglia conocían su trabajo editorial con la serie negra, sus relatos policiales y sus ensayos en la revista Fierro, por lo que no les resultó extraño su retorno a la novela policial, pero con el detalle del tema anacrónico y doblemente perturbador porque instalaba la violencia distanciada de la política, con un terrible llamado de atención sobre el valor del dinero y la perversión de los marginales: ladrones, drogadictos y homosexuales.
De todos esos temas combinados, el director Marcelo Piñeyiro enfatizó la relación homosexual, desplazando el centro de interés puesto en el título de la novela, hecho hacia el que converge la trama del libro, mientras que en la versión cinematográfica queda muy reducida junto con la escasa acción de lo que podríamos denominar el combate final entre los defensores del orden y los perversos irredentos.
Lo paradójico es que la literatura no es el mejor escenario para desarrollar la acción porque es muy difícil narrarla, mientras que la representación de imágenes es más apropiado para ello. En el caso que nos ocupa, Plata quemada novela con éxito los enfrentamientos armados, mientras que la versión cinematográfica empobrece mucho la escena del combate en el aguantadero de los ladrones.
En la novela Plata quemada “Parallel lives” es uno de los temas musicales que escuchan los ladrones mientras esperan que disminuya la persecución  policial.
Empezó a sonar “Parallel lives” a todo lo que daba y ellos movían su cuerpo al compás de la música y fumaban el puchito de marihuana hasta quemarse los labios con la brasa. (Piglia, 1998: 111)

Luego lo cantan a coro mientras soportan el asedio de la policía en el departamento donde se atrincheraron. Parece ser sólo una referencia para reconstruir un ambiente de época, ya que la letra misma trata sobre amores desencontrados. Sin embargo allí hay un intertexto muy solapado con un libro clásico, Vidas paralelas de Plutarco, en el que refiere un ejército de amantes, “El Batallón Sagrado de Tebas”, que en el año 375 A.C. derrotó a los espartanos. Plutarco elogió la ventaja de una formación militar de ese tipo porque consideraba que los guerreros lucharían mejor para lucirse antes sus amantes, protegerlos o vengarlos.
Son un ejército en miniatura. La adrenalina los ayuda a superar al terror. Están pichicateados, son máquinas de matar: Quieren ver cuál es el límite al que pueden llegar, jamás se van a rendir, quieren hacernos hocicar a nosotros. A ellos no los asusta el peligro, traen la muerte en la sangre… más peligrosos que un comando de soldados profesionales… (Piglia, 1998: 198)

Parte de la trama de la novela Plata quemada es la historia de “los mellizos”, la pareja de ladrones homosexuales que resiste hasta la muerte el ataque policial. La versión cinematográfica enfatiza la historia de la pareja gay, lo que algunas reseñas criticaron como una lectura sesgada de la novela que fue considerada preponderantemente en clave de policial violento. A tal punto que algunos lectores consideraban que se trataba de un retroceso en la producción escritural de Piglia, luego de una metanovela como Respiración artificial (1980) que –como dijimos previamente- marcó a la academia en una etapa en la discusión sobre la organización de la literatura argentina.
            No hay que perder de vista que Ricardo Piglia fue recurrente en dar importancia al género policial y a la literatura gauchesca como formatos que debían combinarse para dar forma a la novela argentina futura.
       El anacronismo afecta a la forma de la novela construyendo un “policial clásico”, a la posibilidad de la aventura y la utopía, a la esfera de los personajes e involucra numerosas referencias a dos tradiciones literarias ricas como el policial y la gauchesca. (Rodríguez Pérsico, 2015: 46)

            Para Ricardo Piglia el género policial es un formato que le permite entramar las preocupaciones de la sociedad contemporánea. En Respiración artificial, Emilio Renzi se sienta con “sabiondos y suicidas” a reflexionar sobre el pasado argentino para entender su presente; pero si pasamos revista a la trayectoria del protagonista, es un periodista investigador –típico en el género policial- con aspiraciones de escritor (todo un homenaje a Roberto Arlt).
            En el mundo ficcional de Ricardo Piglia, Emilio Renzi reaparece en cuentos y novelas, incluso en Plata quemada se lo encuentra muy joven, cubriendo la noticia del asalto.
       Silva miró a Renzi con expresión cansada; otra vez ese pendejo irrespetuoso, de anteojitos y pelo enrulado, con cara de ganso, ajeno al ambiente real y al peligro de la situación, que parecía un paracaidista… (Piglia, 1998: 197)

Pero el desdibujado personaje tiene un protagonismo mayor en la novela, ya que si prestamos atención, la novela se presenta como una crónica a destiempo de un viejo hecho policial a partir del encuentro del periodista con la exnovia de un miembro de la banda. Por tanto, parece el relato de la planificación, ejecución y desenlace de un atraco, asumido por el escritor que reconstruye un hecho distante.
La primera conexión con la historia narrada en este libro (como sucede siempre en toda trama que no sea de ficción) surgió por el azar. Una tarde, a fines de marzo o principios de abril de 1966, en un tren que seguía viaje a Bolivia, conocí a Blanca Galeano, a quien los diarios llamaban “la concubina” del pistolero Mereles. (Piglia, 1998: 249)

            En la versión cinematorgrática, ese papel de Emilio Renzi, secundario en la novela, desaparece. El relato fílmico es guiado por una voz en off – considerado por lo general un defecto estilístico- que deja al espectador hasta el final sin saber quién cuenta la historia.
            El profesor de historia Ricardo Piglia es quién aporta el dato en el relato de Emilio Renzi para que el lector formado en la historia antigua reconozca la referencia solapada a Vidas paralelas, dando a los hechos un lugar en una tradición de guerreros homosexuales, para mostrar que las acciones y preocupaciones de la humanidad no son originales ni inéditas.
            Plutarco contó la historia de un ejército homosexual y Emilio Renzi lo reiteró en un momento en que parecía un oxímoron que se patentiza en un diálogo de Dorda en el que cuenta con un dejo de orgullo las sodomizaciones que padeció:
Hay que ser muy macho para hacerse coger por un macho, decía el Gaucho Dorda. Y sonreía como una nena, más frío que un gato. A un tipo le clavó una aguja de tejer en un pulmón… (Piglia, 1998: 75)

            En la cultura argentina del siglo XX se asoció la figura del homosexual al que carece del valor de un hombre heterosexual, considerado el prototipo del “macho masculino”, sin embargo los testimonios de los actos de valor de los homosexuales generaron un conflicto en ese paradigma:
-       La loca Margarita, un travesti, se llenó la boca de gilletes y se cortó que era un desastre y le mostró la lengua a la yuta y le dijo: “Si querés te la chupo, querido, pero a mí, vos no me vas a hacer hablar…”.
La mataron y tuvieron que tirarla al río en Quilmes, desnudo, con la pulsera y los aritos pero no le sacaron una palabra. (Piglia, 1998: 75)

            En el momento en el que la novela fue publicada, a finales del siglo pasado, estaba en marcha un proceso de reconsideración social de los homosexuales, que en la mayor parte del siglo XX habían padecido una discriminación negativa.
            La trama de la historia novelada -aún con la escasa intervención protagónica de Emilio Renzi- evidencia hasta qué punto la sociedad es capaz de justificar la violencia, el sometimiento y la muerte en nombre de la protección de su máximo valor: el dinero. Por ello no es menos violento el comisario Silva que Malito, el jefe de la banda, la diferencia está que para la sociedad el primero defiende su bien más sagrado, mientras que el segundo busca profanarlo.

            Conclusión
            Ricardo Piglia además de escritor de cuentos y novelas fue docente y un analista y teorizador del funcionamiento de la narrativa en el entramado de los discursos sociales a partir del reconocimiento de las producciones de algunos autores que considera claves por sus poéticas y ficciones que unen la tradición de la escritura con su vinculación con los medios de difusión. Puso especial atención a su incidencia en la sociedad contemporánea, por el desarrollo de los distintos medios de difusión en el siglo XX que ampliaron el alcance de la prensa escrita, como la radio, el cine y la televisión.
            La predilección del autor por el género policial se fundamentó en esas reflexiones, por ello Plata quemada, desde su título pone el foco de su atención en la importancia suprema del dinero en la sociedad contemporánea, por lo que sólo los más perversos e irredentos de la sociedad son los únicos capaces de despreciarlo. Esos inadaptados, incapaces de vivir en sociedad son los locos, los pervertidos, drogadictos, promiscuos y homosexuales.
            Tal como afirmáramos al principio de nuestra exposición, toda transposición es una lectura y reconocemos que la versión cinematográfica tomó las secuencias del relato y focalizó la atención sobre los homosexuales, reduciendo el protagonismo del dinero en el entramado de las acciones que hacen al conflicto. En definitiva, en la película el robo y la persecución son sólo un motivo para entramar las relaciones homosexuales condenadas por la sociedad. Lo que se enfatiza en la minimización del hecho que da título a la novela y la nula referencia a la cobertura que realizan los medios, con un protagonismo de la televisión que trata de representarse como la imagen simultánea y objetiva de los hechos en la casa de los ciudadanos.

Bibliografía
“Colección El Séptimo Círculo” en http://oyeborges.blogspot.com.ar/2010/05/coleccion-el-septimo-circulo.html - Lunes, 24 de mayo de 2010
“El Batallón Sagrado de Tebas, el ejército de amantes homosexuales que humilló a los espartanos” en http://www.abc.es/historia/abci-batallon-sagrado-tebas-ejercito-amantes-homosexuales-humillo-espartanos-201606080258_noticia.html. Consultado 16/082017
Casarin, Marcelo, “La escritura de Ricardo Piglia: los rastros de una pesquisa” en Anales de Literatura Hispanoamericana. 2007, Vol. 36, 103-109
Piglia, Ricardo (1980), Respiración artificial, Buenos Aires, Sudamericana
Piglia, Ricardo (1998), Plata quemada, Buenos Aires, Planeta
Romero, Julia G. (Ed.) (2015), Las máquinas ficcionales de Ricardo Piglia, Buenos Aires, Corregidor


[1] La Historia de la literatura argentina del C.E.A.L. en 1980 dedica un apartado especial al género para recoger una larga tradición de escritura que había permanecido ignorada  por las historias anteriores.

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