Evita Perón, según
Marcos Aguinis
En su nueva novela, “La furia de
Evita”, Marcos Aguinis le da voz a Eva Perón y recorre su vida desde su
infancia y juventud hasta la importancia que adquiere durante el primer
peronismo.
Por Gustavo Pablos
Una característica de las grandes
figuras históricas, y más aún de las que han alcanzado el estatuto de
"mito", es que una y otra vez son revisitadas y se convierten en
fuente de inspiración para nuevos relatos. Desde el poema hasta el ensayo,
pasando por la novela o el cuento, y oscilando entre el panegírico, el
panfleto, la sátira y demás registros, una y otra vez se las rescata en un
intento a veces enmascarado, y otra no tanto, de "apropiación" en
función de las posiciones políticas y estéticas del autor.
Es lo que ha sucedido y continúa
sucediendo con Eva Perón, quien ha motivado de manera directa e indirecta una
gran cantidad y variedad de textos. Sólo en el ámbito ficcional se pueden
citar, entre muchos otros, los cuentos "Esa mujer", de Rodolfo Walsh,
y "Evita vive", de Néstor Perlongher, las novelas Santa Evita, de
Tomás Eloy Martínez, y El amor argentino, de Guillermo Saccomanno, así como los
poemas "Eva Perón en la hoguera", de Leónidas Lamborghini, y
"Eva", de María Elena Walsh.
También Marcos Aguinis hizo su
propia experiencia de inmersión en el mito y salió a la superficie con La furia
de Evita (Sudamericana). "La idea del libro me fue sugerida por mi agente
literario, pero la rechacé con fuerza porque consideraba que el tema ya había
sido agotado -comenta el autor sobre su decisión de revisitar la figura de
Evita-. Pero curiosamente me daba vueltas, tal vez por el uso y abuso
interesado que se hace de su vida transformada en mito. De súbito se me ocurrió
que ella estaba enojada por ese abuso y que tenía muchas ganas de hablar por sí
misma, de humanizarse".
La novela está contada desde la
primera persona de Evita, elección que se debió a que Aguinis considera como la
forma "más directa y verosímil" de presentar su historia, y son dos
las líneas temporales que confluyen en la narración. Una cuenta su infancia en
el pueblo de Los Toldos, los conflictivos primeros años como hija de un padre
que no la reconoce, las luchas de su madre por sobreponerse a las adversidades,
la posterior radicación de la familia en Junín y el viaje de Eva a Buenos
Aires.
A partir de ese momento se sucede
el relato de sus idas y vueltas, los fracasos como actriz de cine y teatro, su
ocasional éxito en el radioteatro, la pobreza, las humillaciones y, por
consiguiente, la bronca y el resentimiento que estas despertaron. Aguinis le
hace decir a su narradora: "Dicen que la infancia es un paraíso. Para mí
no lo fue. Por eso me disgustaba hablar de esa etapa, así como de mi juventud,
que fue sometida a varias formas de tortura. Con mis hermanos proveníamos de
ovarios y testículos antagónicos. Éramos descendientes de un estanciero y una
marginal; en otras palabras, de la oligarquía y de los descamisados".
Después vienen los años de la
relación con Perón, desde que se encuentran en 1944 y lo que sigue
posteriormente: el rechazo inicial de los cercanos al general, el paulatino
acercamiento al poder, la influencia decisiva en las decisiones sobre política
social y sanitaria, hasta que de a poco se convierte en la figura en torno a la
cual gravita gran parte del movimiento peronista.
La otra línea, que actúa como
pivote y que el autor utiliza para contar las alianzas internacionales que
realiza el peronismo, se dedica al viaje de tres meses que Eva Perón hiciera en
1947, como representante del gobierno, a una serie de países europeos (España,
Portugal, Italia, Francia y Suiza) y el encuentro con mandatarios y
personalidades de la política: las reuniones, los actos y ceremonias a que es
invitada y, entre otras cuestiones, su manera un tanto personal de afrontar los
protocolos.
Aguinis, breve y reticente,
señala: "Opté por la movilidad en el tiempo, para incentivar los
contrastes y, a la vez, iluminar el hecho de que una persona real es muchas
personas a la vez".
Aventuras y desventuras
Desde las primeras páginas y
hasta bien avanzada la novela, a Evita se le atribuyen, entre muchos otros,
algunos con una carga positiva y otros negativa, los adjetivos de "ingenua",
"ambiciosa", "arribista", "resentida". Sin
embargo son precisamente esas características, ensambladas de forma única en su
personalidad, las que le permitirán avanzar desde la condición de una chica
pobre de pueblo, bordeando los padecimientos más extremos, a la de actriz
frustrada y con escaso talento hasta posteriormente llegar a ser, ya como
esposa de Perón, la principal motorizadora de las transformaciones sociales y
políticas en el país.
Así, de ocupar una posición más
bien secundaria y decorativa, la que se esperaba de una mujer en esa época,
Evita llega a situarse casi a la par y así orientar gran parte de las
decisiones. Y es precisamente el carisma para dirigirse hacia las personas de
la clase en la que había nacido, uno de los méritos que le permite la
transformación: "Me empezaba a dar cuenta de que no importa mucho qué se
dice, sino cómo se dice. La gente puede olvidar las palabras, no su tono. Es
necesario llegar al corazón", le hace decir el autor a la narradora de la
historia.
"Evita siempre valoró la
cultura de Perón y entendía que era el verdadero conductor -señala Aguinis-.
Pero su acción social directa, su cercanía con los necesitados, sus
resentimientos, sus impulsos, su temeridad, imprimieron al peronismo de una
fuerza que no tuvieron los autoritarismos anteriores, cualquiera fuera su
signo". Sin Evita, continúa Aguinis, el peronismo "no habría tenido
un ingrediente de ‘paraíso perdido'". "Ella era 'el hada buena' y si
no hubiese muerto, no habría ascendido tan fácil al nivel de los mitos".
Un rasgo llamativo es que la
protagonista, en el repaso que hace de los hechos que le han tocado vivir, a
veces tiene una mirada crítica sobre las decisiones de su esposo, de ella misma
y del movimiento al que perteneció. Es decir, cuenta su vida desde un saber que
sólo lo proporciona la "inmortalidad", y que es adonde habría
ingresado según las palabras de quien informó al pueblo, por cadena nacional,
de su muerte. Consultado sobre si el recurso fue utilizado para indicar sus
diferencias históricas y actuales con el peronismo, el autor señala: "Un
dato importante es que Evita fue franca, sincera, brutal, aunque a menudo
forzada a simular lo contrario. Es obvio que la historia del movimiento
peronista, con sus contradicciones y altibajos, la motiven para formular
críticas".
La furia de Evita
Marcos Aguinis
Editorial Sudamericana
352 páginas
2013
Precio sugerido: $ 139
Perfil. Marcos Aguinis nació en
Río Cuarto, Córdoba. Ha publicado las novelas La cruz invertida, Refugiados:
crónica de un palestino, La conspiración de los idiotas, Profanación del amor,
La gesta del marrano, La matriz del infierno, Los iluminados, Asalto al
Paraíso, La pasión según Carmela y Liova corre hacia el poder. Entre sus
ensayos se encuentran ¡Pobre patria mía!, Carta esperanzada a un General, Las
redes del odio, Un país de novela, El atroz encanto de ser argentinos, Elogio
de la culpa y Elogio del placer.
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