“Cuando se habla del ‘otro’ estamos estableciendo un
vínculo que supera toda distancia”
David Antonio Sorbille responde ‘En cuestión: un cuestionario’ de Rolando Revagliatti
David Antonio Sorbille nació
el 10 de febrero de 1950 en Buenos Aires (donde reside), capital de la
República Argentina. Ha colaborado en diarios y revistas: “Hojas del Tuerto”,
“El Viaje”, “Claves en Diagonal”, “La Iguana”, “Amaru”, “Papirolas”, “Desde
Boedo”, “Decires”, “Los Palabradores”, etc. Fue incluido en antologías de
poesía, cuentos y ensayos y en volúmenes compartidos: citamos “Poetas del tercer milenio”, “Antología poética libre”, “Tres para todos”, “Poetas sobre poetas”, “Un
arte contado”, “Mil poemas a César
Vallejo”, “Bardos y desbordes”, “Cuando llegue el momento”, “Antología del lector cómplice”, “Abrazo de voces. Aniversario antológico”,
“La mirada de ellos”, “Pan de agua”, “Pasos y horizonte”. Además de otros reconocimientos, obtuvo el
Premio Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores. A partir de 1999
fueron socializándose sus poemarios “Las
huellas del silencio”, “Eternamente”,
“Ofrenda lírica”, “Un puente de voces”, “El fusil de trigo”, “Umbral de poesía”, etc., así como sus libros de narrativa breve “Los muros herméticos y otros relatos”, “Los lugares comunes y otros relatos”, “El juicio final y otros relatos”, los
volúmenes de ensayo y poesía “Señales de
vida”, “Semblanzas recobradas”,
los de ensayo “Tributo a nuestro
continente”, “Tributo a César
Vallejo”, y aquellos en los que participa con Ricardo Luis Plaul: “Del mágico sombrero” (con su poemario “A mi modo”), y con Sergio Adolfo Sosa: “La guerra olvidada” (con ensayos).
1:
¿Cuál fue tu primer acto de “creación”,
a qué edad, de qué se trataba?
DAS: Mis
primeros escritos en la década del ’60; aquellos que dieron lugar a dos libros
inéditos: “Los prisioneros del prejuicio”
(relatos inspirados en mi lectura de Roberto Arlt) y “El aprendiz de loco” (poemas basados en los Salmos del Rey David,
e influenciados por la obra de Vladimiro Maiakovski).
2:
¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con
las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?
DAS: La lluvia
ha sido parte de mis momentos de soledad y disposición a la escritura; no así
las tormentas, que siempre me han preocupado por sus secuelas y malos recuerdos
de cuando residí en la zona oeste de la provincia de Buenos Aires, allá lejos y
hace tiempo. La sangre me perturba al extremo de no poder contemplar nada que
tenga que ver con ella. La velocidad me causa vértigo y trato de que no me
contamine; y las contrariedades son parte de la vida, y también del acto de
escribir.
3:
“En
este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”, por ejemplo,
William Faulkner y su “He oído hablar de
ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?
DAS: La
respuesta que se me ocurre es la misma en la que pienso al hablar de la
concepción poética: la inspiración es un estado del alma, y luego trabajo y más
trabajo. Por eso, aprovecho esta pregunta para sostener lo siguiente: La poesía, o al decir de Cesare Pavese, “la nueva realidad que ha sido iluminada”, fue clasificada genéricamente
como épica, lírica y didáctica, y sus clásicos ejemplos destacan: “La Ilíada” y “La Odisea” de Homero, las “Odas”
de Horacio y “Las Geórgicas” de
Virgilio, en donde por caminos diversos encontramos narrativa, sensibilidad y
enseñanza en función de una admirable unidad orgánica. Ese antecedente es
absolutamente válido para todas las obras posteriores, y las podemos sintetizar
en la genial “Divina Comedia” de
Dante Alighieri. Pero, la característica perceptiva de la poesía adquiere
determinados signos estilísticos que logran revitalizarla de acuerdo a las
exigencias de las distintas épocas. Edgar Allan Poe, Charles Baudelaire, Stéphane
Mallarmé, Walt Whitman, Guillaume Apollinaire, Maiakovski, Ezra Pound, T. S. Eliot,
William Butler Yeats, Antonio Machado, Rubén Darío, Federico García Lorca, César
Vallejo, Fernando Pessoa, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, son algunos nombres
que fueron promoviendo universalmente la vigencia incuestionable del arte
poético. En ese camino extraordinario, el lenguaje cotidiano incorpora su
propia revolución y el verso libre rescata la versatilidad contemporánea. La
semilla es la palabra, pero el valor de la poesía, es necesario recordar, está
inmerso en la renovación de las formas, y su razón de ser corresponde a la
belleza, que siempre vendrá por nosotros.
4:
¿De qué artistas te atraen más sus
avatares que la obra?
DAS: Aunque
me cuesta separar la obra del artista de sus avatares, destaco al escritor
estadounidense Henry Miller y al
militar y escritor británico Thomas Edward Lawrence, entre otros.
5:
¿Lemas, chascarrillos, refranes,
proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar?
DAS: Suelo
reiterar dos: “El que no tiene cabeza
para prever, debe tener espaldas para aguantar” (Juan Domingo Perón) y “La resignación requiere carácter”
(Goethe).
6:
¿Qué obras artísticas te han —cabal,
inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís quedando, en
estado de perplejidad?
DAS: Me
impactan las obras monumentales de Miguel Ángel, las sinfonías de Beethoven,
los conciertos para piano de Brahms, el film “Matar a un ruiseñor” de Robert
Mulligan, algunas novelas de Faulkner, la poética de Juan L. Ortiz y Juan
Gelman, entre otros.
7:
¿Tendrás por allí alguna situación
irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras
contar?
DAS: En algún rincón de la
memoria tengo atesorado el primer encuentro con Ernesto Goldar [1940-2011]. Fue
en una librería de la avenida Corrientes cuando tuve la ocasión de adquirir su
libro de ensayos “El peronismo en la
literatura argentina”. En ese texto elaborado con el rigor analítico que lo
caracterizaba, sentí que Ernesto estiraba su mano para estrechar la mía, más
allá de la presencia física que tuvo lugar años después. En efecto, cuando lo
conocí personalmente en la Sociedad Argentina de Escritores, él estaba entre
los asistentes de la reunión del grupo AERA, conducida por Alejandro Drewes y
Silvia Long-Ohni. En esa oportunidad leí una serie de poemas que concluyeron
con el dedicado a Gelman. Al concluir, Ernesto se me acercó y me estrechó esa
mano que había quedado pendiente desde el primero de sus libros que tuve el
placer de leer. Desde entonces, era muy común encontrarnos en distintas veladas
donde hacía honor a su amistad, al intercambio de ideas políticas y sociales
afines, y a ese fervor que compartíamos por la poesía. Su fascinante personalidad
y sus profundas convicciones nos permitía disfrutar de sus exposiciones,
virtuosas por su conocimiento y precisión. Ernesto era un verdadero compañero
de ruta que nos brindaba su cariño y su sabiduría. En cada uno de los lugares
que frecuentó, su imagen ha quedado grabada para siempre.
8: ¿Qué te promueve la noción de
“posteridad”?
DAS:
Memoria.
9: “¿La
rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas te aplastan?
DAS: La
rutina de las reuniones de cualquier tipo donde parece que nada cambia, como el
agua estancada.
10:
¿Para vos, “Un estilo perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el
escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un estilo es una manera y un amaneramiento”.
DAS: No creo
en la perfección, sino en el acto de concebir y trabajar en lo que uno cree.
11: ¿Qué sucesos te producen mayor
indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te
hartan instantáneamente?
DAS: Me
indigna la impunidad, el cinismo y la violencia enmascarada en tiempos de pos verdad.
12: ¿Qué postal (o postales) de tu niñez o de
tu adolescencia compartirías con nosotros?
DAS: Una
foto de mi niñez, en la que estaba con mis padres y mi hermana menor que yo,
con el fondo de la Basílica de Luján.
13: ¿En los universos de qué artistas te
agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras elegido o
elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de
algún otro modo?
DAS: Me
hubiera gustado conocer a Macedonio Fernández, Leopoldo Marechal, Arturo
Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz, y estar incluido en alguno de sus escritos.
14:
El silencio, la gravitación de los
gestos, la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el fervor, la
intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con
algún criterio, orientación o sentido?
DAS: Son
todas facetas de la misma vida, y como tales nos van marcando. Antes no sabía
que eran imposibles de evitar las que afectaban, y celebro las que me impulsan
o le dan sentido a mi existencia.
15: ¿A qué artistas en cuya obra prime el
sarcasmo, la mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad…
destacarías?
DAS: Al
Enrique Santos Discépolo de “Mordisquito”, su personaje radial; los monólogos
televisivos de Tato Bores y los del negro Roberto Fontanarrosa.
16: ¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué
imprecisiones preferís?...
DAS: No
reparo en superficialidades, y sí en cambio en aportes o ideas que sumen a un
intercambio dialógico que tenga en lo humanístico la razón de las apreciaciones
que estimo.
17: ¿Viste que uno en ciertos casos quiere a
personas que no valora o valora poco, y que en otros casos valora a personas
que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?
DAS: Me
acostumbré a tratar a las personas más allá de sus preferencias o ideologías,
pero respeto especialmente a las que dignifican la palabra y los sentimientos
sinceros. Me fastidia la estupidez de los soberbios.
18: ¿El mundo fue, es y será una porquería,
como aproximadamente así lo afirmara Enrique Santos Discépolo en su tango
“Cambalache”?
DAS: Creo
que es una sentencia histórica, pero tenemos la obligación de trabajar desde
cualquier lugar que ocupemos para superarla.
19: Por la fidelidad y entrega a una causa o
proyecto, ¿qué personas (de todos los tiempos y de todos los ámbitos) te
asombran?
DAS: Jesús, Ludwig
van Beethoven, Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Eva Perón, y muchos
más.
20: ¿Qué te hace “reír a mandíbula batiente”?
DAS: Celebro
el ingenio de la gente, artistas o no, y que me hagan reír con inteligencia,
por ejemplo, el humor de Les Luthiers.
21:
¿Cómo afrontás lo que sea que te
produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos o metas, lejos de lo que
para vos constituya un ideal?
DAS: La vida
nos sorprende en varios aspectos y de todos ellos extraemos la sabiduría para seguir el camino.
Parece una frase hecha, pero con los años descubrí su certeza.
22:
El amor, la contemplación, el dinero, la
religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos?
DAS:
Establecí una relación a partir del aprendizaje constante y con la
predisposición a sumar experiencia en todos los casos.
23:
¿A qué obras artísticas —espectáculos coreográficos,
films, esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas teatrales o
arquitectónicas, etc. — calificarías de “insufribles”?
DAS: Todo lo
vinculado con la banalidad en cualquier aspecto.
24:
¿Qué calle, qué recorrido de calles, qué
pequeña zona transitada en tu infancia o en tu adolescencia recordás con mayor
nostalgia o cariño, y por qué?
DAS: El barrio
de Villa Devoto donde pasé mi infancia; y el de Villa del Parque porque fue el
de mi trabajo y el hogar de mis primeros años de matrimonio.
25:
¿Cómo reordenarías esta serie?: “La visión, el bosque, la ceremonia, las
miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el
pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. Digamos
que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por ejemplo, una
microficción.
DAS:
Intentaré una reescritura de un texto propio.
“Hoy he vuelto a la ciudad,
caminé por sus calles, recorrí sus límites y sus bares, crucé la nueva plaza y
visité a la otra por azar, esa gran
extensión de tierra, bosque y pensamiento que alberga un refugio de
jubilados al lado de la iglesia, y por un momento, regresé sobre mis pasos y
reconocí al inexistente Instituto Frenopático, con sus siete hectáreas y media
de terreno alto y fértil, con sus trece pabellones en orden disperso entre
jardines y un parque bien cultivado entre las
miniaturas de yeso. Aquellas imágenes que revivió mi memoria, ahora
significaban esta nueva visión
convertida en arcilla de la historia y, como ese hombre que, al borde del lago,
en la profundidad misma del agua clara, encuentra la respuesta a un estado del
alma, intento, casi con obstinación, hacer un puente entre el pasado y el
presente, que abre mis ojos y me impulsa a superar el sufrimiento que danza en una ceremonia
desafiando a la muerte. Por eso, no
puedo hacerme el distraído en el momento del crepúsculo. Detrás de las horas
dispersas surge el deseo de trascender en un gesto cargado de autenticidad. Escribo, mientras tanto,
en el viento de la lengua. Un vuelo
de pájaros cruza el espacio. Observo a los personajes de relatos no escritos.
Sufro con sus conflictos. Me alegra, también, la sonrisa abierta cuando el
herrero, el albañil, la dueña del bazar, el plomero, el médico, la modista, el
carpintero, la vendedora de flores, transforman el sacrificio de la dura realidad que nos golpea. Es poco, pero es
la única manera que tengo para responder al desajuste
de esta breve ansiedad por lo espontáneo. Lo difícil sería abandonarnos,
renunciar a todo. Ahora sólo pienso en el retorno a mi hogar y, tal vez, como
Peter Handke, “seguir elaborando la más
fugaz de las materias, tu aliento”.”
26:
“Donde mueren las palabras” es el título
de un film de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique
Muiño. ¿Dónde mueren las palabras?
DAS: En la
estupidez humana.
27:
¿Podés disfrutar de obras de artistas
con los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época
y ya no?
DAS: Cuando
se habla del “otro” estamos estableciendo un vínculo que supera toda distancia
y es en lo que creo y así actúo.
28:
¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción
(o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo que a vos
te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo
no cumple, sino que jamás alude a la promesa?
DAS: Al
principio me produce una cierta impotencia, pero luego se disipa en la medida
en que conozco las falencias humanas.
29:
No concerniendo al área de lo artístico,
¿a quiénes admirás?
DAS: A mis
padres; al doctor René Favaloro; a José Gervasio Artigas; a los héroes y
mártires de todos los pueblos en lucha por la liberación.
30:
¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus
pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo, en general,
distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?
DAS: Mis
pasiones se fueron revelando en la medida que me iba conociendo y relacionando
con el semejante. La interacción es mi verdadera pasión.
31:
¿Qué artistas estimás que han sido
alabados desmesuradamente?
DAS: No me
gusta dar nombres, pero se me ocurren muchos de la farándula y los que
promocionan las editoriales sin tener en cuenta la calidad del escritor.
32:
¿Acordarías, o algo así, con que es,
efectivamente, “El amor, asimétrico por
naturaleza”, tal como leemos en el poema “Cielito lindo” de Luisa
Futoransky?
DAS: El amor
es la suma de contrarios, y en esa fórmula está la virtud.
33:
¿El amanecer, la franca mañana, el
mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo vespertino, la noche plena o la
madrugada?
DAS:
Cualquiera de esos momentos, especialmente cuando escribo.
34:
¿Qué dos o tres o cuatro “reuniones
cumbres” integradas por artistas de todos los tiempos y de todas las artes nos
propondrías?
DAS: 1.
César Vallejo, William Faulkner, Rodolfo Walsh, Xul Solar.
2.
Fédor Dostoievsky, Juan Gelman, Juan L. Ortiz, Osvaldo Pugliese.
3.
Atahualpa Yupanqui, Olga Orozco, Charles Chaplin, Paul Muni.
35:
Seas o no ajedrecista: ¿qué partida
estás jugando ahora?
DAS: Alfil
en avance por las diagonales del saber; Torre en la misma proporción por los
límites del tablero; Caballo para esquivar las malas ondas y asegurar el
movimiento del resto; y así la Reina, los peones y la pretendida astucia en los
desplazamientos del Rey para evitar o superar contratiempos.
*
Cuestionario respondido a través del
correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, David Antonio
Sorbille y Rolando Revagliatti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario