Rita Kratsman
nació el
16 de junio de 1940 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, capital de la
República Argentina. Integró el taller de pintura de Demetrio Urruchúa
(1956-1962), el taller de teatro-danza (método Susana Milderman) en el
Instituto CREIG (1985-1989), el taller de poesía coordinado por Arturo Carrera
y Daniel García Helder (1992-1996) y cursó Historia General del Arte en el
Museo Nacional de Bellas Artes (2016-2017). Es corresponsable con Susana
Anfossi y Andrea Calabró de la selección, introducción y traducción de la
antología poética “Una hora existe” de
Franco Fortini, editada en 2007. Publicó entre 1991 y 2019 los poemarios “El hoyo de este grito”, Aria con variaciones”, “Color y sepia”, “El cuaderno de Amanda – Señora mariposa”, “El lugar”, “Giverny”, “Tornasol” y “Cuerpos con música de fondo”. Textos suyos se difundieron, por
ejemplo, en las revistas “El Perseguidor” y “Diario de Poesía”. Participó
presentando ponencias en Congresos realizados en las provincias de Chubut, La
Pampa y Entre Ríos. Obtuvo, entre otras distinciones, el Primer Premio del
Tercer Concurso Nacional de Poesía Organizado por la AMIA Asociación de
Mutuales Israelitas Argentinas, en 1989.
“Rita Kratsman y una postal que siempre se repite”
Rita
Kratsman responde ‘En
cuestión: un cuestionario’ de Rolando
Revagliatti
1: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a
qué edad, de qué se trataba?
RK: Mi primer acto creativo consistió en una
participación en un concurso de dibujo y pintura callejero, con un trabajo en
acuarela cuando tenía doce años. No podía imaginar entonces que muchos años más
tarde, y después de algunas vicisitudes, terminaría yendo al taller de pintura
dirigido por el maestro Demetrio Urruchúa. Ahí me quedé durante un tiempo y
después de esa experiencia concurrí a otros talleres llevada por el deseo de
conocer nuevas técnicas. De cualquier manera, no fue precisamente en la pintura
donde me quedé, sino que retomé los estudios musicales que había interrumpido
en mi infancia hasta llegar a un profesorado de piano. La poesía, por cierto,
fue un secreto que me iba a ser develado más adelante.
2: ¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con
las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?
RK: En mi vida la lluvia y las tormentas están asociadas
a las contrariedades.
Cada vez
que un dolor o una pesadez me comprimen el pecho es porque algo se anuncia.
Tenía apenas ocho años cuando experimenté la orfandad en un día de lluvia, de
modo que cuando la noche terminó de arrojar sus últimas gotas llegó el miedo,
que a veces se va, pero vuelve cada tanto y suena como un bajo continuo.
A menudo,
ese oscurecimiento que le da al aire un tinte negro, acelera el flujo de la
sangre mediante brumas acuosas que se desflecan provocando un sobresalto.
Inmediatamente, todo evoca de pronto eso que por momentos se olvida para seguir
en el mundo. El olor de la lluvia me hace creer que la vida es un aroma que
emana de una ausencia. Y para sobrevivir debo continuar en una superficie
irisada para comprender el precio de la profundidad.
3: “En este rincón” el romántico concepto de
la “inspiración”; y “en este otro rincón”, por ejemplo, William Faulkner y su “He oído hablar de ella, pero nunca la he
visto.” ¿Tus consideraciones?
RK: Por lo general no hablo de inspiración sino de
revelación. Aparece y se inserta en un mundo de imágenes que saltan en el
tiempo creando espacios asombrosos. Descubrimos de pronto un rincón que
teníamos olvidado, o el instante en el que algo sucedió y estaba escondido
quién sabe por qué. La poesía no busca esas razones, simplemente las extrae de
su galera para sorprender a quien escribe y en el momento más inesperado.
Entonces el tiempo sólo se observa por esos instantes. Un instante fecundo le
brinda a la conciencia otra mirada, un conocimiento objetivo que se logra a
partir de la distancia. Con respecto a ese otro rincón literario donde anida
una frase de William Faulkner —autor que me tomó por completo en mi
adolescencia—, me remite en parte a Dante en cuanto a la construcción de la
figura de Beatrice, a la que concibió como una donna angelo —concepto del dolce
still nuovo—, claro ejemplo de revelación. Aunque una versión dice que la
conoció cuando era una niña de nueve años y no volvió a verla hasta nueve años
después. Otra versión dice que el poeta la habría visto una vez y ni siquiera
habría hablado con ella, mientras que otras fuentes de la historia refieren que
la inventó por completo, lo cual pareciera ser la más probable.
Oír hablar
de alguien, pero nunca haberlo visto induce a un estado de ensoñación de tal
fuerza que recupera las imágenes dormidas en algún regazo provocando hasta una
alegría orgánica.
4: ¿De qué artistas te atraen más sus
avatares que la obra?
RK: Casi siempre voy primero a la obra. Después sí
aparecen ciertas curiosidades acerca de los avatares de su autor,
considerándolos como una razón que diera origen a la misma. Podría dar muchos
ejemplos, pero me voy a detener en uno, ya que relacioné su obra a la vida que
él mismo eligió para desarrollar su maestría y me refiero a Claude Monet. Fue
tan grande mi interés que me propuse escribir un libro titulado “Giverny”, donde el yo lírico se instala
de un modo ficcional en ese jardín creado por el artista y donde entre
nenúfares y tulipanes y puentes japoneses crea conversaciones imaginarias con
Monet y los amigos artistas que lo visitan. Prácticamente es la internalización
en un mundo de época, sólo para revivir la experiencia de alguien que se
propuso romper con las convenciones existentes para crear lienzos de una
espontaneidad distintiva, algunos, de proporciones monumentales.
Quién sabe
por qué razón nos apegamos de pronto a un artista y profundizamos en su vida
como una suerte de identificación con estados anímicos personales.
5: ¿Lemas, chascarrillos, refranes,
proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar?
RK: No uso generalmente refranes ni proverbios; me
parecen lugares comunes incorporados en un diálogo para no desarrollar un
argumento. La interlocución, por el contrario, bien se puede enriquecer no sólo
por los temas en común sino por el uso tan rico del lenguaje o bien del ingenio
mismo. Lo cual se aplica incluso al intercambio con personas que hablan otra
lengua en el caso de presentarse esa coyuntura. De cualquier manera y a pesar
de mi prejuicio con respecto a ellos, caigo en el uso de algunos, como ser “una de cal y otra de arena”, aunque
siempre me pregunté por cuál sería la mala y cuál la buena, hasta que llegué a
la conclusión de que ambas son imprescindibles a pesar de las diferencias, o
tal vez me atraiga precisamente por esa duda que presenta. Para el caso no
puedo dejar de citar como ejemplo, una frase de Don Quijote dirigiéndose a
Sancho Panza: “Paréceme, Sancho, que no
hay refrán que no sea verdadero, porque todas son sentencias sacadas de la
mesma experiencia, madre de las ciencias todas.”
6: ¿Qué obras artísticas te han —cabal,
inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís quedando, en
estado de perplejidad?
RK: Ya me referí a Claude Monet, aunque debo decir que
tengo otras preferencias. Más que nada quiero describir lo que sentí cuando me
encontré por primera vez con sus magníficas creaciones.
Tanto el
David como el Moisés de Miguel Ángel me estremecieron al punto de quedar
inmovilizada porque no podía creer que haya tenido el privilegio de conocer
esas obras personalmente. ¿Cómo era posible que tuviera acceso a eso que había
mirado cientos de veces en libros de arte? Solamente llegar al Moisés en San Pietro in Vincoli constituyó una
experiencia marcada por una gran ansiedad.
Y así me
sucedió con el “Guernica” de Pablo Picasso, ante el que también me quedé
detenida en estado de completa perplejidad. Quería comprender el instante en
que el autor, más allá de una ruptura formal, eligió esa monocromía. La muerte
no admitía el color y la mente voló hacia el momento histórico de la masacre,
como si cayeran frases que fueran arrastradas al pasado. Confieso que en ese
momento apareció un deseo de fuga del lugar con el único objetivo de que el
aire me envolviera con movimiento afable. Creo además que ese lienzo pudo
anticipar, de alguna manera, las catástrofes que vendrían: la Segunda Guerra
Mundial y al finalizar la misma, Dresde, Hiroshima y Nagasaki.
Pero a lo
largo de mi vida también me estremecí ante obras que incluso influyeron en mi
propia creación; decía Joseph Brodsky: “uno
es lo que mira.” Y me refiero a esos grandes cineastas que ejercieron un
impacto hasta en generaciones sucesivas. Nombro a Charles Chaplin, Ingmar
Bergman, Akira Kurosawa, Francois Truffaut, Alain Resnais, Federico Fellini,
Pier Paolo Pasolini.
Y con
respecto a la música, todo Bach, casi toda la obra de Mozart incluidas sus
óperas, los cuartetos de Beethoven, de Schumann el Concierto en La menor para piano, el Concierto para violín en Mi menor de Mendelssohn, así como las
grandes obras de la lírica italiana. Y, además, toda vez que vuelvo a escuchar “Va,
pensiero”, coro del tercer acto de la ópera “Nabucco” de Giuseppe Verdi, cuyo
tema, el exilio, expresa la nostalgia por la tierra natal, representada en la
frase “¡Oh mia patria sì bella e
perduta!”, que traducida es “¡Oh
patria mía, tan bella y perdida!” Quién sabe si el primer estremecimiento
no anticiparía lo que hoy estamos a punto de perder.
7: ¿Tendrás por allí alguna situación
irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras
contar?
RK: Frecuentemente me encuentro en alguna situación que
provoca risa. Y me doy cuenta cuando me lo señalan, pero no me molesta porque
yo misma encuentro gracioso ese momento. Poseo un gran sentido del humor y me
hago cargo de mi propia ridiculez y a veces me río de eso hasta la carcajada.
El humor me enriquece, me ayuda a reconocer los errores y efectos del impulso,
la distracción y el desacierto.
Es una
manera de ver las situaciones con distanciamiento ingenioso, próximo a la
comicidad y que aparece en mí espontáneamente. El humor es compatible con una
variedad de argumentos y actitudes y eso depende de las culturas, de las etapas
históricas y tal vez hasta del nivel social. Mi humor propio está alimentado
por la pertenencia a una tradición cultural judía y mis referentes al respecto
fueron Scholem Aleijem y Bashevis Singer, en distintas épocas. El primero de
ellos optó por el uso del humor ante la ruina, los sinsabores, la enfermedad o
la tristeza, adoptando la postura de quien observa los hechos desde afuera,
creando un vínculo irónico entre la lógica y el lenguaje.
Respecto al
segundo, gran escritor también en lengua idish,
concentra en su literatura las facciones más marcadas de su pueblo,
intrincándose con él. La tristeza del ghetto,
la amargura del exilio milenario, el terror de las persecuciones y la
conciencia de la marginación, tejen una trama en la que el humor constituye esa
incongruencia que permite ver la dimensión exacta de lo real.
No
obstante, la importancia que tiene para mí el uso del humor, sobre todo en lo
cotidiano, debo decir que paradójicamente mi obra no está atravesada ni
mínimamente por ese rasgo. En otras palabras, dejo ver ahí un profundo
dramatismo.
8: ¿Qué te promueve la noción de
“posteridad”?
RK: No pienso nunca en el significado de la posteridad.
Es más, me molesta porque siento que está de por medio una finitud que no
quiero asumir y respecto a esto me atraviesan miedos. Quisiera, infantilmente
hablando, que nada se termine. Que algunos instantes sigan siendo. Que nada nos
haga abandonar la Tierra. La Tierra posee secretos aún por descubrir y el deseo
de mirar en el interior de las cosas nos convierte de pronto en esa niña o niño
que destruye su juguete para ver lo que contiene. Apelamos entonces al tiempo
que necesitamos como una tarea donde la creatividad puede llegar a transformar
el instante más oscuro. Y para ello, me gusta pensar en un ritmo leve que se
añada al corazón y lo apacigüe.
No me
agrada el uso solemne que se le da al término. La alegría terrestre nos invita
todavía a estremecernos desde las copas de algún bosque.
9: “¿La
rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas te aplastan?
RK: ¿Si la rutina me aplasta? Muchísimo. No tolero hacer
las mismas cosas todos los días a la misma hora. Lo que se repite me aburre y
lo siento como un atentado a la libertad. Momento en que me dan ganas de salir
al aire y gritar: BAAASSTAAAA!!!
10: ¿Para vos, “Un estilo perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el
escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un estilo es una manera y un amaneramiento”.
RK: Convengamos que el término “estilo” hace referencia
a características identitarias de una obra, por lo cual no pasa por la
perfección. Tampoco es un amaneramiento sino tan sólo un rasgo únicamente
distintivo, es decir, todo el comportamiento específico influenciado por un
quehacer social e intelectual, incluidas las predilecciones y experiencias,
hacen que alguien tenga un estilo determinado, y por más que se proponga
cambiarlo, sea el autor de cualquier forma de expresión, siempre permanecerá
por debajo la voz auténtica, esos atributos personales que lo caracterizan.
11: ¿Qué sucesos te producen mayor
indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te
hartan instantáneamente?
RK: La deshumanización es el rasgo del momento histórico
que nos atraviesa y donde el factor solidario perdió su verdadero significado.
La propagación global de este fenómeno de la modernidad dio lugar a un número
cada vez más elevado de seres humanos que se encuentran privados de los medios
básicos de subsistencia. Y esto nos concierne porque formamos parte de esta
realidad acuciante. No vivimos de espaldas a eso que se ve. La violencia forma
parte del paisaje cotidiano con cuerpos tirados en la calle sin otro cobijo que
un papel de diario o una frazada rota. Observar nuestra ciudad es observar
también la violencia del mundo.
Y como
protagonistas de la etapa que nos toca vivir tenemos que saber lo que acontece.
Saber que cada generación deja sus náufragos librados a un vacío social y es la
infancia la que paga seriamente los estragos del abandono. De modo que ver un
cuerpo extendido a la intemperie es el signo evidente de políticas dedicadas
únicamente a la producción de “residuos
humanos”, en palabras de Zygmunt Bauman.
Este
paisaje es intolerante pero no debe cansarnos, el solo enojo inhibe todo tipo
de intervención. Debemos continuar con nuestra propia obra, para estar activos
ante esa violencia que aparece inscrita en las imágenes.
Al respecto,
mi libro “Cuerpos con música de fondo”,
da cuenta de este panorama.
12: ¿Qué postal (o postales) de tu niñez o de
tu adolescencia compartirías con nosotros?
RK: La ensoñación adopta lo que le ofrece la realidad.
Pero quién de nosotros no imaginó alguna vez visitar esa casa que divisamos
desde la ventanilla de un tren, recorrer esos senderos escoltados por álamos o
perderse en un campo de girasoles. Aun si la morada fuera misteriosa, exaltaría
ese miedo infantil por lo oculto. Es propio de la infancia que uno de los
factores de agitación íntima se ponga en juego con la sola imaginación de las
tinieblas.
Siempre me
gustó mirar a través de aquellas ventanillas otras vidas posibles, al punto de
armar en mi mente escenarios que describieran un mundo de relación distinto.
Por lo tanto, aquel encantamiento por lo ilusorio marcó mi infancia y quedó en
mí como una postal que siempre se repite.
13: ¿En los universos de qué artistas te
agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras elegido o
elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de
algún otro modo?
RK: Antes expliqué acerca de cómo me introduje en el
mundo de Monet a través de Giverny. Aunque no puedo definir exactamente si me
hubiera agradado que me incluyeran en alguna de sus obras o en la de cualquier
otro autor de la época. Nunca me gustó jugar con esa posibilidad, siempre
preferí representar el rol de espectadora como quien experimenta el éxtasis de
un vuelo.
14: El silencio, la gravitación de los gestos,
la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo
te resultan? ¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con algún criterio, orientación
o sentido?
RK: Si bien el silencio es la ausencia total de sonido,
diría que hay muchos tipos de silencio y la abstención de hablar es uno de
ellos, lo cual me ocurre cada tanto, pagando el precio de parecer
intemperante.
El silencio
me ayuda cuando necesito un espacio de reflexión y esto ocurre sólo porque
existe el ruido o bien el sonido. Al igual que la luz que existe por gentileza
de la oscuridad o en la música donde el silencio es un tiempo de respiración
necesario.
Y
relacionado a esto, deseo nombrar el conticinio,
término muy poco usado que proviene del latín conticinium y define precisamente esa hora de la noche en que reina
un silencio absoluto. De modo que por un insomnio frecuente y aún en la
oscuridad a la cual no temo, traté de comprobarlo con el fervor de bucear en lo
desconocido, para llegar a la conclusión con gran sorpresa, de que lo único que
escuché fue mi propia desolación.
15: ¿A qué artistas en cuya obra prime el
sarcasmo, la mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad…
destacarías?
RK: Nombraría a Alfred Jarry, quien usa la sátira
política y el sarcasmo en “Ubú Roi”
para denunciar las megalomanías de los dirigentes políticos del momento,
considerando el naciente nacionalismo como una farsa.
No puedo
soslayar la figura de James Joyce que con su arsenal de recursos narrativos —parodia,
sorna y acritud— construye un universo provocador e irreverente y al mismo
tiempo, una verdadera sinfonía de sintaxis y fonemas.
La
mordacidad la encontré en el Conde de Lautréamont y también el ingenio junto a
la ironía en quién más que en Miguel de Cervantes Saavedra.
En el campo
del arte pictórico nombraría a Francisco de Goya como un artista de la
impostura. Dice Ernst Gombrich: “¿Pensaba
el artista en la suerte de su país oprimido por las garras y la sensatez
humanas?” La parte de su obra que refleja la codicia y la vanidad son
consideradas como una acusación contra los poderes de la estupidez y la
reacción, contra la opresión y la crueldad humana que observó.
16: ¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué
imprecisiones preferís?...
RK: Las imprecisiones me molestan, prefiero los
argumentos que están perfectamente fundamentados.
17: ¿Viste que uno en ciertos casos quiere a
personas que no valora o valora poco, y que en otros casos valora a personas
que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?
RK: No me perturba porque, generalmente, me rodean
personas que valoro justamente por sus diferentes particularidades, o quizá se
deba a una gravitación de pensamientos.
18: ¿El mundo fue, es y será una porquería,
como aproximadamente así lo afirmara Enrique Santos Discépolo en su tango
“Cambalache”?
RK: Rechazo las sentencias, prefiero pensar en algo más
esperanzador.
19: Por la fidelidad y entrega a una causa o
proyecto, ¿qué personas (de todos los tiempos y de todos los ámbitos) te
asombran?
RK: Podría nombrar a muchos, pero ahora me vienen a la
mente Martin Luther King, sin duda el Che Guevara, Antonio Gramsci, Rosa
Luxemburgo y tantos otros.
20: ¿Qué te hace “reír a mandíbula batiente”?
RK: De algún modo contesté esta pregunta cuando hablé
del humor.
Hace mucho
que no me río a mandíbula batiente, pero tengo el recuerdo infantil de un film
de la época muda del cine de Chaplin, “Luces de la ciudad” (“City Lights”),
protagonizada y dirigida por él mismo. Aún ahora lo hago cada vez que vuelvo a
ver, recordarás, esa genial, divertidísima escena de boxeo, con la diferencia
de que puedo entender de otra forma el dramatismo social que esconde la
secuencia. Es decir, todo lo que tenía que hacer un vagabundo para obtener un
poco de dinero.
21: ¿Cómo afrontás lo que sea que te produzca
suponerte o advertirte, en algunos aspectos o metas, lejos de lo que para vos
constituya un ideal?
RK: Precisamente, un ideal está asociado a la perfección
y eso es improbable. Decía un verso de Franco Fortini: “lo perfecto junto a lo imperfecto”. De modo que debemos aceptar
esa posibilidad.
Pero creo
que de lo que sí se podría hablar es de metas, y en ese plano considero que en
el universo social las personas poseen diferentes objetivos, lo cual es
absolutamente legítimo.
22: El amor, la contemplación, el dinero, la
religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos?
RK: El amor es un estado maravilloso, pero más allá de
la afinidad entre dos personas, tiene un alcance mayor que toca lo familiar, lo
social, los animales y hasta los bienes culturales, por lo que quiero decir que
hay muchas formas de sentir y expresar el amor.
En cuanto a
la religión, no practico ninguna. Pero sí me interesa la política, somos
esencialmente seres políticos, por lo que tenemos responsabilidades al
respecto. Al contemplar un determinado panorama al que no adherimos bajo ningún
aspecto, considero la obligación de interiorizarnos para saber cuál es el rol
que debemos jugar para defender nuestra idea. No podemos permanecer indiferentes
ante esa circunstancia aun si no tuviéramos un cargo específico en alguna
función.
Y con
respecto al dinero, digo siempre: lo necesario para tener una vida digna.
23: ¿A qué obras artísticas —espectáculos
coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas
teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de “insufribles”?
RK: A toda forma de expresión que resultara mediocre, o
de otra manera, escasa de valores, y aunque el criterio pueda parecer
subjetivo, hay una medida social que marca esa apreciación.
24: ¿Qué calle, qué recorrido de calles, qué
pequeña zona transitada en tu infancia o en tu adolescencia recordás con mayor
nostalgia o cariño, y por qué?
RK: Esta pregunta la voy a responder con un poema sin título
escrito hace años.
“hubiera
podido cortar por esa otra calle
y no lo
hice
preferí el
camino más largo
para sentir
de nuevo
los olores
de un tiempo antiguo, no sé
algo, que
hiciera la exultación del instante
me dije, caminaría hasta la casa de Isolina, la
profesora de piano
y escuchar de refilón algunos ejercicios de
Clementi:
desafío de saltos y compases
vería si las dalias
tiempo,
entre un tiempo y el aire
que lleva
todo a expandirse
por el
desborde de una imagen
la lluvia
con ritmo uniforme
sí que
acompañaba
transformaba
el atardecer en un capricho personal
la
justificación, para unas líneas de escritura”
25: ¿Cómo reordenarías esta serie?: “La visión, el bosque, la ceremonia, las
miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el
pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. Digamos
que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por ejemplo, una
microficción.
RK: Obviando estrictamente ese ordenamiento prefiero
responder la pregunta con una microficción basada en el cine que incluye
algunos temas de la serie.
Recreación de “Muerte en Venecia” de Luchino
Visconti
“Venecia o
Venezia que en veneciano es Venesia (con “s”) y en veneciano antiguo Venexia:
un lugar para morir.
Todo me
mira a través de la espuma feroz del agua y me muevo para comprobar mi propia
ferocidad como una torpe imitación de esa furia. Sobre los esqueletos de los
pájaros se irá la historia de estos días.
¡Ay
Venecia, si pudiera evitar estas gotas plateadas de sudor! Sopla el Siroco
mientras leo a Keats y descubro a Tadzio y nos miramos y me colma de felicidad
que ocurra así, calladamente. Me demoro entonces entre las lonas infladas por
el viento, miro los dulces quehaceres de la naturaleza para encontrar de repente
lo excelso: cuerpos aceitados por el yodo de la orilla y él ahí. La pasión
pareció estar diseñada para dar a luz a un dios. Qué rubor entusiasta al verme
jugueteando con la avidez, un brote de verano vespertino que la mente no puede
sopesar sin omitir la nube negra que no pasa. Corta el aire la voz de una
contralto y el día se resiste, llegan sin embargo noticias de estertores,
velas, como en le Fondamenta degli
incurabili junto al enorme espejo líquido pisoteando las fachadas.”
26: “Donde mueren las palabras” es el título
de un film de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique
Muiño. ¿Dónde mueren las palabras?
RK: Aunque no recuerdo el film, desde ya digo que las
palabras no mueren, porque no sólo permanecen en su forma escrita sino en la
memoria almacenada a través del tiempo aun si rescatáramos sólo la parte de
algún episodio. Como si el tiempo tuviera una sola realidad, la de aquellas
miniaturas semánticas que habitan el instante.
27: ¿Podés disfrutar de obras de artistas con
los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y
ya no?
RK: Sí, puedo hacerlo y de hecho lo hice con Richard Wagner,
con el director Wilhelm Furtwängler, con Ezra Pound, con Yukio Mishima y podría
nombrar a muchos más. En suma, no tengo ese prejuicio en el momento de valorar
un trabajo, aunque me costó superarlo. Aprendí con esfuerzo a separar la obra
de la persona.
28: ¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción (o
lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo que a vos te
interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo no
cumple, sino que jamás alude a la promesa?
RK: Al principio me molesta, pero después lo proceso y
pienso que el problema lo tiene la otra persona. No me detengo, de modo que
sigo adelante y el hecho queda como una anécdota intrascendente, no sin un
registro de la misma.
29: No concerniendo al área de lo artístico,
¿a quiénes admirás?
RK: Admiro a la gente común que sale todos los días a
luchar por su supervivencia. Son los verdaderos héroes que hacen al mundo, sin
ellos nada sería posible; hablo de los trabajadores y trabajadoras en general,
sea en el campo de la educación y la salud, de la ciencia y la tecnología. Me
maravillan además las mujeres en defensa de sus derechos y el conjunto de
personas que se ocupan de trabajos que hacen a la necesidad de todos, todas y todes cada día del año y que sólo nos
damos cuenta de su importancia cuando esa rutina se interrumpe debido a
políticas deficientes.
30: ¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus
pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo, en general,
distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?
RK: Los entusiasmos, desde ya, me parecen efímeros. Por
el contrario, las pasiones perduran y me pertenecen, es más, determinan mi
posición frente al mundo.
31: ¿Qué artistas estimás que han sido
alabados desmesuradamente?
RK: No me involucro en ese tema.
32: ¿Acordarías, o algo así, con que es,
efectivamente, “El amor, asimétrico por
naturaleza”, tal como leemos en el poema “Cielito lindo” de Luisa
Futoransky?
RK: Si se considerara una poética de los espejos, a este
poema, “Cielito lindo”, lo veo como uno de esos en el que, de a ratos, se
refleja mi propia escritura.
Rotundamente
Luisa Futoransky es una autora comprometida que expresa lo que la realidad le
brinda. Y con respecto al amor simétrico lo dice el poema: descifra lo indescifrable.
33: ¿El amanecer, la franca mañana, el
mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo vespertino, la noche plena o la
madrugada?
RK: El amanecer, sin lugar a dudas, es el momento donde
todo conspira para que se ponga en juego una danza de promesas y el aire nos
eleve con certidumbre de dicha en el acto de escritura, aunque sin olvidar que
son necesarias también nuestras alas.
Sí, el
universo abre sus compuertas al amanecer para obsequiarnos la expansión.
34: ¿Qué dos o tres o cuatro “reuniones cumbres”
integradas por artistas de todos los tiempos y de todas las artes nos
propondrías?
RK: Una reunión cumbre de poetas, músicos, bailarines y
artistas visuales que fuera rotativa en los puntos más conflictivos del
planeta.
35: Seas o no ajedrecista: ¿qué partida estás
jugando ahora?
RK: Todas mis partidas fueron un verdadero desafío,
incluida la actual.
*
Cuestionario respondido a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Rita Kratsman y Rolando Revagliatti.
http://www.revagliatti.com/011010.html
http://www.revagliatti.com/991209.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario