lunes, 23 de noviembre de 2015

Poética de lo sagrado

Presentación de
Poética de lo sagrado de Adolfo Colombres
Museo de Bellas Artes de Salta
13 de noviembre de 2015.-


Entren conmigo a lo hondo de la noche, a su arena más negra,
y tráiganme a la tierra de la mano, ya ciego, tiznado de infinito.
Manuel J. Castilla
                El propósito del autor sobre este libro está enunciado claramente en la Introducción:
Este libro, escrito desde la perspectiva de la evolución de la especie humana, se propone ahondar en los factores que intervienen en los procesos de significación de la realidad, a fin de contrarrestar el vertiginoso ascenso de la insignificancia que se observa a nivel universal, al que Lipovetsky y otros autores califican “la era del vacío”. En otra obra, refiriéndome a la pérdida gradual del lenguaje y la globalización de la sociedad de consumo, hablé de una mutación antropológica, en la que el Homo sapiens estaría siendo desplazado por lo que bien podría llamarse Homo consumens.
de modo que se presenta como un estudio, sin embargo hay un propósito más profundo que lo guía, resultado de una vida dedicada a la lectura y a la escritura, tendientes a que mejoremos nuestra comprensión y nuestras relaciones.
Estamos en un tiempo en el que el mundo se encuentra dividido y enfrentado por distintos motivos, uno de ellos es el de las diversas religiones. Lo peor es que cada una de ellas parte de una profecía del amor y la comprensión del otro.
                Los enfrentamientos surgen de odios que –resulta redundante decirlo- son irracionales; motivo por el que muchos que anteponen la razón, condenan a las religiones como resabios de un pensamiento mítico que debe ser desterrado.
                El interrogante que nos surge es ¿cómo, ante los logros positivos de la racionalidad científica, es que tantos aún sustentan el intangible espiritualismo y alientan tantas religiones? Y no me refiero sólo a las mayoritarias, porque ellas a su vez se han fragmentado en muchas variedades y se han fusionados con otras para dar lugar a nuevos cultos.
                A pesar de las sucesivas diásporas del pueblo judío que los ha esparcido por todo el mundo, de la labor evangélica del cristianismo –en sus distintas versiones- el Islam y el Budismo que se difundieron a desmedro de las religiones locales, ya sea por coerción o por seducción, ningún culto tiene la supremacía absoluta en el mundo ni ha logrado doblegar prácticas religiosas ancestrales.
                Muchos menos ha conseguido la evangelización atea –aunque sea un oxímoron no encuentro mejor modo de expresarlo- que se propuso sustituir los cultos trascendentales por otros inmanentes, ya sea bajo el nombre de Razón,  Revolución, Estado, Capital o Ciencia.
                Sucede que hay una dimensión de la existencia que es exclusivamente humana, es la dimensión de lo sagrado.

                El trabajo de Adolfo Colombres –más intenso que extenso- pues en menos de ciento cincuenta páginas revisa las distintas formas de comprensión, vivencia y expresión de lo sagrado en la humanidad, diferenciando las formas de culto de las religiones para rescatar la importancia del rito y del mito como medios por los cuales los humanos ejercemos la espiritualidad, aun cuando ello no implique necesariamente un culto específico o la creencia en un trasmundo.
                Por nuestra ubicación en este margen del mundo occidental y cristiano, nos acercamos a la lectura de este libro con un conocimiento previo –o más bien un prejuicio- sobre lo que significan “religión”, “espíritu”, “voz”, “palabra”, “tierra”, “fuego”, “agua”, “aire”; por lo que el autor nos lleva desde nuestra comprensión a un conocimiento más amplio, a partir de la comparación entre fenómenos similares en culturas muy separadas por el tiempo y el espacio, pero unidas por la dimensión humana.

                Mis palabras pretenden ser una invitación a leer el libro Poética de lo sagrado que, a su vez, es una invitación al conocimiento para lograr una mejor comprensión entre los miembros de la misma especie –la nuestra- con las otras y con el universo que habitamos.

                Parafraseando a Carl Sagan –uno de los ateos más respetables de nuestro tiempo- somos materia de estrellas que ha desarrollado ojos para ver el cielo y ha cobrado conciencia para ver el universo y comprenderlo, ya que al fin de nuestros días volveremos a él, para ser nuevamente materia de estrellas. Expresión en la que cifra su experiencia sagrada, entre la pequeñez del individuo y la infinitud del universo y nos pone ante la necesidad de replantearnos nuestras escalas de valores.
                De un modo análogo, el libro de Adolfo Colombres, subtitulado humildemente “Una introducción a la antropología simbólica”, es una respuesta a la crisis de valores de nuestro tiempo, es un apuesta a nuestra racionalidad y a nuestra espiritualidad más profundas, para que salgamos de la “era del vacío”, alimentada por el consumismo y el hedonismo que nos bombardea cotidianamente sin medir que lo que hacemos o dejamos de hacer compromete a nuestro mundo y al que legaremos a las generaciones venideras.

                Como decía el principio, después de leer este libro uno siente que ha asistido a una “iluminación”, a una afirmación no sólo de conocimiento sino de un gesto ético que nos compromete en la tarea de hacernos más humanos, por lo tanto más tolerantes, más comprensivos y más integrados al mundo y a lo sagrado, no como experiencias segregadas y mucho menos separadas en casilleros estancos, sino como integrantes de la complejidad que representa ser humano.


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