sábado, 25 de enero de 2025

El devenir monstruo

El devenir monstruo: representaciones de lo popular y lo subalterno La siguiente ponencia surgió como un trabajo ensayístico, propuesto por la catedra Problemáticas de las literaturas argentina e hispanoamericana, en torno a las problematizaciones de las culturas populares/ masivas/ subalternas, estudiadas en la unidad III del correspondiente programa 2024. El título completo del ensayo original es el siguiente: El devenir monstruo: representaciones de lo popular y lo subalterno en la renovación de la literatura y en los nuevos géneros literarios. Y comienza así: En cada época hubo formas privilegiadas de monstruos, en las que figuras monstruosas erigidas en una parte de la literatura representaban y siguen representando cuerpos y vidas que no importan. Hablamos de figuras que son reservadas para aquellos sujetos expulsados al extenso campo de lo otro, a quienes en su marginalidad ni su humanidad se le reconoce. Algo posible de apreciar en las representaciones de lo popular y lo subalterno que aparecen en las siguientes producciones literarias que retoman problemáticas políticas e identitarias: Trenes del Sur (1988) de Carlos Hugo Aparicio, El romance de la Negra Rubia (2014) de Gabriela Cabezón Cámara y Cuando muera quiero que me toquen cumbia (2004) de Cristian Alarcón. En los que sus personajes, monstruos construidos socialmente, encarnan sujetos mixturados, inconclusos, mutantes cuyo relato encierra realidades marginales. Siguiendo la línea de Giorgi (2009), estos autores como parte de esta literatura construyen sujetos portadores de una monstruosidad configurada en rasgos pertenecientes a caracterizaciones y tradiciones diversas, las cuales se desvirtúan de la norma en un reiterado conflicto con la sociedad. Estas producciones literarias atienden los cuerpos de las periferias a través de la figura del monstruo, un ser producto de su entorno, de los discursos dominantes, con la finalidad de presentar una mirada más compleja y crítica de su origen, de su construcción que marca su identidad. La novela de Cabezón Cámara narra una historia bizarra, la historia de una poeta, quien para evitar un desalojo se prende fuego a lo bonzo. Sobrevive y su vida se convirtió en un arte barroco, con múltiples experiencias desorbitantes. Se convierte en una artista performática, mostrando su piel arruinada como espectáculo, hasta empresaria y política, ayudando a los más desfavorecidos. Con un lenguaje liberado de cualquier atadura, la narrativa de esta autora deja entrever lo monstruoso en el sufrimiento de quienes tienen sus derechos vulnerados, en los mecanismos de poder y los dispositivos de control de la misma sociedad, y, sobre todo, en los modos de la violencia que resulta en una escritura híbrida dentro de la dimensión de lo monstruoso. De esta forma, la protagonista encarnaría esa figura monstruosa, configurándose como un sujeto peligroso, inconcluso y mutante. La reconstrucción de la vida convertida en novela es el camino en el que se muestra ese devenir monstruo al narrar la construcción de una contradicción constante hecha de mutaciones, tal y como se muestra en la siguiente cita: “[…] y la vida me quedó así, medio barroca, retorcida como una torre de Borromini, confusa, agujereada, pegoteada, derretida diría, con los contornos difusos de todo lo que se derrite, pero no termina de transformarse en otra cosa y no puede ser más que lo mismo en un derrumbe congelado antes de licuarse del todo. […]” (Cabezón Cámara, 2014:62) Dichas mutaciones se acumulan en la protagonista del principio hasta el final de la novela, de negra rubia a mujer con pija, de persona a mercancía o arte, de okupa a propietaria, de monstruo a santa y emblema. Estamos ante un sujeto que está fuera de control, que no teme experimentar con su cuerpo, manifestándose de igual manera en el plano de la escritura. Existe una renovación de la literatura a fin de poder representar lo popular y lo subalterno al explorar vínculos entre lo monstruoso y la palabra. La autora configura su propuesta estética para dar cuenta de este devenir monstruo, profundizándose en una escritura monstruosa que se obstina en alterar las jerarquías culturales y los límites entre la prosa y el verso. Se observa una escritura barroca donde se entrecruzan ritmos y rimas, donde las frases se desvirtúan desde un cántico de barra hasta una cumbia villera, con tal de representar los modos en que se vive la cultura popular. Por otro lado, en la novela de Cristian Alarcón se narra la historia de Victor Manuel, alias El Frente Vital, un joven delincuente de las villas que fue asesinado por la policía en una persecución. En su narrativa se puede observar una mirada y trato particular sobre los cuerpos de la periferia; específicamente, sobre las realidades marginales de la villa, ateniéndose a su dinámica atravesada por leyes y códigos propios. En este caso, la reconstrucción de la vida y muerte del personaje del “Frente Vital” representa una puerta de entrada para poder entender este espacio marginal fuera de las miradas reduccionistas impuestas por los discursos dominantes sobres las villas en Argentina. La mirada foránea del narrador que le da lugar a las voces de los habitantes de las villas permite contradecir el discurso de que ellos provocan y ejecutan violencia. El devenir monstruo se hace evidente cuando entendemos que la villa está atravesada por todo tipo de violencia que se produce dentro, pero también, desde afuera. Estos cuerpos periféricos son monstruos de varias maneras porque son víctimas de una violencia sin precedentes. Los estigmas sociales injustos quedan evidenciados en la novela porque deja entrever las verdaderas realidades de los habitantes de la villa. Rompe con el discurso dominante que asocia de manera lineal al pobre o al que habita en las villas con el delincuente y el adicto a las drogas. Tanto en Romance de la negra rubia como Cuando muera quiero que me toquen cumbia un personaje es santificado, idealizado, convertido en símbolo como representante de un grupo marginado que evidencia la violencia recibida solo por pertenecer al extenso campo de lo otro. Estas novelas discuten y ponen en tela de juicio los discursos reduccionistas sobre estos espacios marginales; si bien el delito es un modo de vida, la lógica de la villa tiene otros matices. El personaje del “Frente Vital” permite observar estos matices, como que el botín de lo robado se comparte y se festeja, o que la delincuencia respeta una cierta ética, o que existe ciertos códigos entre los vecinos que garantiza cierta paz social, tal y como se demuestra en la siguiente cita: “[…] Ese alarido y el llanto que lo precedió fueron suficientes para que quienes esperaban perdieran la esperanza: un policía había masacrado a Víctor Manuel “El Frente” Vital, el ladrón más popular en los suburbios del norte del Gran Buenos Aires. Tenía diecisiete años, y durante los últimos cuatro había vivido del robo, con una diferencia metódica que lo volvería santo; lo que obtenía lo repartía entre la gente de la villa: los amigos, las doñas, las novias, los hombres sin trabajo, los niños. […]” (Alarcón, 2004: 16) Este recorrido por las características de la villa que hace uso Cristian Alarcón le permite representar lo popular y lo subalterno de este espacio. Según Cortés Rocca (2018) las articulaciones entre literatura y política que realiza hacen posible considerar esta obra como parte de las narrativas villeras. No solo se da voz a los habitantes de la villa, sino que también se critica las representaciones que asocian la droga, la delincuencia y la violencia como características del lugar. Por último, la novela de Carlos Hugo Aparicio narra la historia de una familia de La Quiaca que decide mudarse a la Ciudad de Salta para buscar fallidamente un futuro mejor. En la narrativa de este autor se puede apreciar tanto los imaginarios como las ilusiones truncas y la atmósfera circundante de personajes destinados a andar por los márgenes. Hablamos de un otro fronterizo en un territorio límite en el que los personajes llevan pesadas rutinas, frases mordidas y andan sin ningún futuro aparente. Aunque la historia principal se centre en los amores de un niño, profundos y puros, existe un trasfondo social en el que es posible relevar ciertas representaciones de lo popular y lo subalterno. Las vías del tren internacional, siempre presentes en la novela, nos ayudan a discernir esto por lo que representan para el protagonista y su familia; simbolizan una apuesta para ellos, una apuesta para progresar y, al fin, salir del pueblo. Vías que al final de la obra traerían de vuelta a un padre vencido y convertido en contrabandista. Esta obra nos muestra la odisea de una familia que intenta fallidamente escapar del extenso campo de lo otro. La idea de lo monstruoso se encuentra en las deficiencias de los espacios y de los propios personajes. El otro deviene monstruo porque es arrinconado a ese estado, y es que sin las oportunidades de superarse siempre será un marginado. En Trenes del sur la familia del protagonista experimenta varios reveses por su situación de origen y por su clase social, hasta que ven sus ilusiones truncadas y terminan en una situación peor de como estaban al principio de la novela. Los personajes terminan mimetizados con su entorno con la esperanza trunca, siempre en ese mismo lugar, sin otra posibilidad, aferrados a su lugar de origen sin poder quitarse su pasado ni la mirada de los demás, que, a su vez, marca y dictamina su identidad. A modo de conclusión, el devenir monstruo representa esas situaciones a las que se ven arrinconados aquellos cuerpos marginados por los discursos dominantes de la sociedad. Hablamos de sujetos que encarnan vidas que no importan, a quienes ni su humanidad se les reconoce, y que son retomados en estas novelas con la finalidad de representar lo popular y lo subalterno. Personajes mixturados, deficientes, mutantes, son empleados para profundizar críticamente sobre realidades marginadas. Representan una puerta de entrada para entender la lógica de estos espacios, ya sea el de la villa o el de un pueblo fronterizo, y cómo es que son afectados por los mecanismos y dispositivos de control de la misma sociedad. Así, se construyen personajes portadores de una monstruosidad que se desvirtúa de la norma para poder representar a través de la palabra sus conflictos con la sociedad. José Luis Cortez Bibliografía critica Cortés Rocca, Paola (2018). Narrativas villeras. Relatos, acciones y utopías en el nuevo milenio, en Jitrik, Noé (Dir.). Historia crítica de la literatura argentina. Vol. 12. Buenos Aires: Emecé. Giorgi, Gabriel (2009) Política del monstruo. Revista Iberoamericana, Vol. LXXV, Núm. 227, Abril-Junio 2009, 323-329 Bibliografía literaria Cabezón Cámara, Gabriela, Romance de la Negra Rubia, Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2014. Alarcón, Cristian. Cuando me muera quiero que me toquen cumbia.. Buenos Aires: Verticales de Bolsillo, 2013. Aparicio, Carlos Hugo (1988) Trenes del sur. Buenos aires: Legasa

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