miércoles, 29 de enero de 2025

“Contactos literarios entre China y Argentina”

“Contactos literarios entre China y Argentina” El siguiente texto es la transcripción de la conferencia pronunciada en la sala de Conferencias del Museo Histórico del Norte, el sábado 25 de enero de 2025, en adhesión a la muestra temporaria expuesta en el Museo “Presidente José Evaristo Uriburu” (Caseros 417 de Salta Capital). Presentación: Con motivo del inicio del año 4723 del dragón de madera y por la trayectoria que unen a la U.N.Sa. y la SADE con el Museo Histórico del Norte, desde el proyecto “Letras desde Salta para recuperar y compartir”, vamos a desarrollar un breve recorrido de los vínculos literarios entre la Argentina y China, a sabiendas de que en las últimas décadas en China ha crecido el interés por los escritores argentinos. En primer lugar quiero agradecer al Museo Histórico del Norte por brindar nuevamente el espacio para nuestro proyecto de extensión, en segundo lugar, voy a disculparme de antemano por mi torpe fonética al leer nombres y citas en lenguas extranjeras, en especial del chino que está mediado por representaciones ortográficas de variada procedencia y, finalmente, por mis limitados conocimientos del tema que han tenido la confianza de encomendarme. Introducción La presente conferencia forma parte de un trabajo exploratorio que, como docente de la cátedra de Literatura Argentina de la Escuela de Letras de la U.N.Sa., he asumido sobre la relación entre las literaturas argentina y china, dado que desde la década de 1950 hasta la actualidad hay una sostenida relación diplomática entre ambos países, lo que ha llevado a que en China se crearan cátedras de estudio sobre la cultura y la literatura en lengua castellana, que incluye a varios autores argentinos y, entre ellos, destaca la obra de Jorge Luis Borges que ha sido traducida al chino y editada en varias oportunidades. Aún nos queda como tarea pendiente hacer un trabajo recíproco y crear cátedras en las que leamos la literatura china. Quienes asistieron a las VII Jornadas intercátedras de la Facultad de Humanidades de intercambios de trabajos académicos, realizadas en la U.N.Sa. durante noviembre de 2022 habrán tenido la oportunidad de escuchar mi ponencia sobre “China en la obra de Borges”, por lo que es probable que les resulten reiterativos algunos pasajes de esta exposición; puesto que es ineludible como capítulo de los encuentros interculturales que vamos a tratar, aunque –aclaro- cuento con datos más recientes que no figuraban en aquella ponencia.   La breve historia de la literatura argentina frente a la vasta historia china La literatura argentina, tal como la conocemos, es –en términos históricos- de desarrollo muy reciente, pues si sus orígenes se remontan al período de la exploración y la conquista de los territorios de la cuenca del Plata, el Cuyum, el Tucumán y la Patagonia, a lo sumo podemos referir fechas del siglo XVI, mientras que para aquellos tiempos China ya tenía un desarrollo que se remontaba milenios antes. Durante la exploración y los primeros asentamientos en la cuenca del Plata, el Adelantado Pedro de Mendoza dejó una huella en la historia cultural porque en su equipaje trajo a las pampas -pobladas por naciones nómades de cazadores y recolectores- una biblioteca. Lamentablemente su primera fundación fue sitiada y pereció víctima del hambre mientras él ya se encontraba enfermo, incapaz de dirigir los destinos de los primeros pobladores de Buenos Aires. Como fue común a toda la literatura desarrollada durante esas etapas fundacionales, los escritores no eran profesionales sino circunstanciales, pues clérigos y expedicionarios alfabetizados tomaron la pluma para dejar constancia de sus experiencias. Así, en esa empresa pionera estaba el arcediano extremeño Martín del Barco Centenera que bautizó esas tierras con su obra La Argentina y conquista del Río de la Plata (1602). En ese panorama inaugural es insoslayable mencionar al soldado alemán Ulrich Schimdl, que volvió a Europa con el único patrimonio de sus memorias, que puso por escrito en el libro Viaje al Rio de la Plata (1567). El primer escritor nativo fue Martín del Barco Centenera que en 1612 completó La Argentina manuscrita, titulada así porque permaneció inédita hasta el siglo XIX, mientras que hubo que esperar hasta 1604 para que en Córdoba naciera nuestro primer poeta, Luis José de Tejeda y Guzmán, a quien le hiciéramos el año pasado un homenaje en la U.N.Sa. desde nuestro proyecto de Extensión y la SADE, en conmemoración de los 420 años de su natalicio. Esta incipiente literatura de escritores engendrados por la necesidad testimonial es muy valiosa para los argentinos e hispanoamericanos, pero no tiene comparación con la literatura que se escribía en las antípodas. Recién en el siglo XIX tuvimos un país que se fundó política y militarmente junto a un libro que reunió las poesías escritas durante la guerra de independencia, La lira argentina (1823). Patrimonio que acompañó en su viaje a Europa al joven Esteban Echeverría (1805-1851), quien en 1825 había sido becado por el gobierno de Bernardino Rivadavia para estudiar en Francia y a su regreso introdujo el romanticismo en Hispanoamérica. Después de las guerras civiles que siguieron a las de independencia, el país que ahora conocemos comenzó a tomar su forma con todos los componentes de una nación moderna, incluida una literatura. Los jóvenes novelistas y poetas de fines del siglo XIX se jactaban de escribir de acuerdo con las estéticas más recientes en Europa, pues se consideraban cosmopolitas con un fluido manejo del francés, el inglés e incluso el alemán, que ejercitaban en viajes a Europa y a las zonas por las que se habían expandido las potencias coloniales decimonónicas. Así, escritores como Eduarda Mansilla y su hermano Lucio, Miguel Cané, Eugenio Cambaceres y Eduardo Ladislao Holmberg, entre otros, incluían en sus escritos referencias a los diversos lugares que habían visitado. Entre ellos podemos destacar el libro editado en 2012 por María Rosa Lojo, Diario de viaje a Oriente (1850-51) y otras crónicas del viaje oriental de Lucio Víctor Mansilla, en el que el afamado escritor relata sus andanzas juveniles por Medio Oriente y la India. Siglo XX Cambalache En 1910 la República Argentina celebró su primer centenario de existencia como un país pujante que se perfilaba como una potencia mundial, por lo que invitó a dignatarios y autoridades de todo el mundo para mostrarse. Como parte de esos actos celebratorios la literatura tuvo su gran impulso con la creación de la primera cátedra de “Literatura argentina” a cargo de Ricardo Rojas, en la Carrera de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, pues ya había un corpus de creaciones que permitieran diferenciar una literatura nacional de la literatura española. Mientras eso acontecía en este joven país, la antigua China estaba sumida en un caos entre conflictos internos y la intervención de potencias extranjeras que alentaban esas discordias y sacaban réditos descomponiendo al milenario imperio, como prólogo de una sucesión de conflictos globales que concluyeron con la conformación de la República Popular China en 1948. Por la tanto China no participó de las celebraciones de “El Centenario”. China, situada en las antípodas de la Argentina, siempre ejerció una fascinación en la imaginación popular, pues las referencias a un lejano país en el que se había creado la seda, el papel, la imprenta, la brújula, la pólvora y que se guarecía detrás de una muralla inconmensurable alimentan aún hoy las más variadas fantasías. Debemos recordar que en Buenos Aires desde el siglo XIX los libros europeos eran vendidos en sus lenguas originales y reseñados y traducidos por entregas para los diarios locales, por lo que la novela de Julio Verne Las tribulaciones de un chino en China de 1879 fue uno de los accesos a través de la ficción al país de extremo oriente desde las últimas décadas del siglo XIX y entrado el siglo XX, integrando parte de la formación lectora de escritores tan destacados como Leopoldo Marechal, Roberto Arlt y Eduardo Mallea. El mismo Leopoldo Marechal escribió “Primer apólogo chino” y “Segundo apólogo chino” en su libro Cuaderno de navegación de 1966. Con el siglo XX nacieron escritores que dieron a la Argentina una proyección internacional por su escritura cosmopolita, entra las que destacan las de Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares. Entre los Cuentos completos de Silvina Ocampo encontré en el libro Cornelia frente al espejo (1988): La begonia china De acuerdo a una leyenda china, una dama abandonada por su novio que ya no la quería pasó años sola, de pie, en un jardín, llorando, De sus lágrimas por fin creció la flor en el lugar que ella regó con sus lágrimas continuamente. Esa dulce flor apareció… Y para consolar su roto corazón fue la primera de todas la begonias. La seducía el gusto de sus lágrimas, y cuando apareció el novio, fielmente murió en el pasto en el lugar que ella misma regó con lágrimas. Pero la begonia con sus pétalos encendidos la recuerda. Poema narrativo en el que notamos la intención de remedar la forma y el ambiente chinos en la construcción del relato. En las mismas coordenadas temporales, un poeta desde Salta hacía oír su voz en el concierto de una literatura argentina dominada por la región rioplatense, y mostraba que sus lecturas no se remitían sólo a la tradición hispánica –como declaró en varias oportunidades- sino que se abría a un espectro más amplio. En la página 57 de su Antología poética (1952) Juan Carlos Dávalos publica un soneto inspirado en el clásico poeta chino Li Po: BEBER SOLO BAJO LA LUNA (Parafrasis de Li-Po, poeta chino del año 1000 de nuestra era.) Al pie del grave sauce que en mi jardín medita junto al arroyo claro, entre matas de flores brindo vino a la luna, que aguardaba mi cita y contando mis sombras somos tres bebedores. Más la luna, comprendo, mi invitación desdeña, ¿ni cómo haré que beba la tonta sombra mía? Ay, en buscar amigos mi corazón se empeña, hoy que la primavera desborda en mi alegría. Canto, la luna irónica mueve su calavera, danzo, mi sombra móvil prolongase en sigilo, y así jugamos juntos hasta que el vino opera. y cada cual, ya ebrio, se va a dormir tranquilo. Somos un trío eterno y un día, en otra esfera, a danzar volveremos en impecable estilo. Composición con la que retoma una forma tan trabajada en la lírica hispánica desde el silgo de oro español, en el que se ha formado, para reescribir motivos caros a la poesía del clásico chino, Li Po, construyendo un verdadero homenaje de escritor a escritor. Borges, el insoslayable Sin duda, Jorge Luis Borges es uno de los escritores argentinos más difundidos en el mundo entero, pues su manejo de varias lenguas y su inagotable capacidad de lectura lo llevaron a recorrer las más diversas culturas y distintos momentos de la historia, ficcionalizándolos en cuentos ensayísticos y en ensayos narrativos. Sin embargo hay un reconocimiento generalizado de que la literatura de Borges parte de la temprana lectura de una biblioteca anglosajona, pero por ello mismo no nos debe extrañar la presencia de la cultura china, porque tanto la Enciclopedia británica –de la que afirma que fue su iniciadora en el acceso al universo por los libros- como en los sinólogos británicos, el conocimiento del fascinante extremo oriente le fuera concedido. Tanto en su Autobiografía como en numerosas entrevistas, Jorge Luis Borges explicó que su acceso a la cultura letrada fue, primero, a través de una biblioteca familiar, mayoritariamente en inglés y, luego, por la biblioteca pública a la que asistía en compañía de su padre, eligiendo un tomo de la Enciclopedia británica para entretenerse mientras su Don Jorge Guillermo Borges preparaba sus clases. Luego su formación continuó en Europa donde tuvo acceso a otras lenguas como el alemán y el francés, además de continuar perfeccionando el inglés y el manejo de las lenguas clásicas. Todo ello acompañado de innumerables lecturas que prontamente alimentaron su vocación de escritor. El trabajo en los medios de prensa dio al joven Georgi la oportunidad de incursionar en la narrativa y lo hizo con lo que denominó “ejercicios narrativos”, bajo el título conjunto de Historia universal de la infamia. De ellos, en relación con el tema que nos interesa, vamos a destacar el relato de la vida de “La viuda Ching, pirata” (Tomo I p. 306). Ese ejercicio narrativo consistía en reseñar una historia poco conocida hasta ese momento en el mundo occidental, referida a la pirata más grande que registran las crónicas mundiales, pues su flota fue inmensa y llegó a establecer condiciones a los gobiernos cuyas armadas diezmaba en los mares de extremo oriente. La historia era tan extraordinaria que podía pasar perfectamente por una ficción que se permitía tamaña desmesura en cuanto a los acontecimientos, pero lejos de ser una invención, esos textos eran una expresión de la fascinación de Borges por los hechos que superan a la ficción. En el libro Otras inquisiciones (1952) rescata dos artículos publicado originalmente uno en 1950, “La muralla y los libros”, en el que compara la obra de Shih Huang Ti con la de César y premonitoriamente concluye “La muralla tenaz que en este momento, y en todos, proyecta sobre tierras que no veré, su sistema de sombras” (Borges, 1974: p.634). Y el otro es un comentario sobre una entrada de la Enciclopedia Británica, “El idioma analítico de John Wilkins”, en el que compara dicha empresa lingüística con la enciclopedia china Emporio celestial de conocimientos benévolos, cuya clasificación de los animales ha inspirado las reflexiones de filósofos como Michel Foucault y Jacques Derrida. Para nuestra situación de lectura, a principios del siglo XXI, Jorge Luis Borges es tanto un escritor de literatura fantástica como de narrativa policial, sin embargo si seguimos su desarrollo en el campo de las letras del siglo XX, fue todo un precursor, pues se atrevió a abordar modos de la escritura que no merecían apreciación académica como los relatos policiales o la ciencia ficción. Así fue que entre sus cuentos policiales, uno de los más famosos es “El jardín de los senderos que se bifurcan” (Tomo I p. 472), en el que buena parte de la trama se revela en torno a un diálogo entre el detective y un sinólogo que le explica un intrincado e incomprendido libro al que ha dedicado su vida para develarlo. Asombroso destino el de Ts'ui Pên -dijo Stephen Albert-. Gobernador de su provincia natal, docto en astronomía, en astrología y en la interpretación infatigable de los libros canónicos, ajedrecista, famoso poeta y calígrafo: todo lo abandonó para componer un libro y un laberinto. Renunció a los placeres de la opresión, de la justicia, del numeroso lecho, de los banquetes y aun de la erudición, y se enclaustró durante trece años en el Pabellón de la Límpida Soledad. A su muerte, los herederos no encontraron sino manuscritos caóticos. La familia, como usted acaso no ignora, quiso adjudicarlos al fuego; pero su albacea (un monje taoísta o budista) insistió en la publicación. Sin ánimos de perjudicar la lectura del cuento -para quienes no lo recorrieron- los personajes descubrirán que el libro y el laberinto son lo mismo; pero los dejo sólo con ese dato porque la trama policial es magistral y merece su relectura. En la página 153 del Tomo II de sus Obras completas encontramos un poema revelador del impacto de la cultura china en Jorge Luis Borges: Para una versión del I King El porvenir es tan irrevocable como el rígido ayer. No hay una cosa que no sea una letra silenciosa de la eterna escritura indescifrable cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja de su casa ya ha vuelto. Nuestra vida es la senda futura y recorrida. Nada nos dice adiós. Nada nos deja. No te rindas. La ergástula es oscura, la firme trama es de incesante hierro, pero en algún recodo de tu encierro puede haber un descuido, una hendidura. El camino es fatal como la flecha pero en las grietas está Dios, que acecha. En el que expresa su admiración por el libro de las mutaciones, central para entender el pensamiento oriental, en el que, a diferencia de los libros fundantes de occidente –La epopeya de Gilgamesh, La Ilíada, La Odisea, la Eneida, la Biblia- no hay relatos, sino sentencias que pueden asociarse a partir de combinaciones resultantes de monedas, regidas por lo que los occidentales llamamos azar. En la página 332 del mismo tomo “El go” es un poema referido al juego de estrategia tan característico de China que, más allá de ser sólo un entretenimiento, es la clave de las estrategias militares que frustraron muchas veces a los militares occidentales: El Go Hoy, nueve de setiembre de 1978, tuve en la palma de la mano un pequeño disco de los trescientos sesenta y uno que se requieren para el juego astrológico del go, ese otro ajedrez del Oriente. Es más antiguo que la más antigua escritura y el tablero es un mapa del universo. Sus variaciones negras y blancas agotarán el tiempo. En él pueden perderse los hombres como en el amor y en el día. Hoy nueve de setiembre de 1978, yo, que soy ignorante de tantas cosas, sé que ignoro una más, y agradezco a mis númenes esta revelación de un laberinto que nunca será mío. Poema tremendamente revelador de su sabiduría porque, como buen hombre sabio, comprende que cada nuevo conocimiento es la revelación de lo que aún le falta aprender. Con la misma vocación de reseñador con que comenzó su actividad en el periodismo cultural, Jorge Luis Borges escribió el Libro de los seres imaginarios (1957), en el que registró a varios integrantes de la zoología fantástica china, entre ellos a “Animales de los espejos”, “El cien cabezas”, “El ciervo celestial”, “El Dragón chino”, “El Tao-T’Ieh”, “El unicornio chino”. El primero de la lista me resultó particularmente interesante porque refería una leyenda más amplia, por lo que lo busqué arduamente en Internet, pero todas las entradas me remitían a la misma referencia, por lo que llegué a creer –hasta ahora- que se trata de una invención borgeana, como un auténtico cuento chino. A su vez “El Tao-T’Ieh” cobró nueva actualidad para muchos por un acontecimiento de la ficción filmográfica, porque en la película “La gran muralla”, estrenada en 2016, se explica la construcción de una defensa descomunal para enfrentar a un enemigo no humano, a los Tao-T’Ieh, criatura de la mitología china que en la versión cinematográfica son presentados como una raza extraterrestre capaz de acabar con la humanidad. Para continuar con mis pasos de lector de la obra de Borges, en la Feria del Libro Universitario de Córdoba de 2024 pude adquirir el libro Borges, libros y lecturas, realizado por Laura Rosato y Germán Álvarez para “Ediciones Biblioteca Nacional”. Es el resultado de la recopilación de las anotaciones que hizo el mismo Jorge Luis Borges sobre los libros que donó a la Biblioteca Nacional. Acceder a esas glosas fue un lujo porque me permitió ver algunos de los recorridos del lector infatigable y atisbar de algún modo su forma de pensar y de escribir. Aunque es sólo una ínfima parte de sus lecturas, pues ya había fatigado varias bibliotecas en distintas partes del mundo antes de volver a la de Buenos Aires. Allí encontraron, sobre el libro The spirit of Chinese Philosophy de Yu Lan Fung, las glosas en inglés en los capítulos sobre los clásicos del confucianismo, de las escuelas místicas chinas y otros libros sobre los que realiza extensos comentarios comparándolos con otras lecturas de filósofos occidentales. Las notas las realizó en inglés porque a cada libro que glosa lo hace en su lengua correspondiente. El libro The Zen Teaching of Huang Po on the Transmission of Mind de Huang Po tiene sólo una pequeña nota de procedencia, por lo que no sabemos cuán profunda fue la lectura que realizó sobre este estudio; mientras que sobre el libro Buddhism de Christmas Humpheyrs hizo amplios comentarios sobre el budismo en China. Sobre Lao Tsé anota tres libros en inglés y dos alemán con amplias reseñas comparativas con los análisis de los sinólogos europeos. El libro traducido por Arthur Waley como Monkey del original de Wu Ch’Eng-En tiene notas en inglés de Leonor Acevedo, madre de Jorge Luis. En los comentarios Georgy hace varias glosas sobre las kalpas –como medida del tiempo- y sobre el budismo en China. Uno de los efectos de lectura que ocasionó la obra de Borges en China fue el asombro ante su comprensión de una cultura a la que no había visitado ni leído directamente a través de sus clásicos, pero con un recorrido por sus anotaciones comprendemos que su acceso a diferentes culturas se producía a través de una mente enciclopédica que formó a partir de su temprano ejercicio, cuando acompañaba a su padre a la biblioteca mientras preparaba sus clases, como dijimos al principio de este apartado. Por el contrario, para la difusión del inagotable lector en China, tuvo que esperar casi hasta el fin de su vida. Pues, según Aye Iñigo -en un artículo aparecido en el diario La Nación, en 1979- en la revista Literatura y arte extranjero por primera vez fueron publicados los cuentos “El jardín de los senderos que se bifurcan”, “El Sur”, “El Evangelio según San Marcos” y “Tigres azules”, traducidos por Wang Yangle, luego, en 1983, apareció en China el primer libro titulado Antología de cuentos de Jorge Luis Borges. En 1999, la Editorial Zhejaiang Literatura & Art Publishing House publicó la primera traducción de las Obras completas, que les fueron entregadas a María Kodama en el acto oficial de presentación. Los escritores latinoamericanos del Boom impactaron mucho entre los lectores chinos, con Borges encabezando la lista y seguido por Gabriel García Márquez. Aunque explayarnos sobre ese aspecto sería motivo de otra conferencia. Jorge Luis Borges forjó su vida en torno a la lectura, por lo que sus amigos lo fueron gracias a que compartían esa pasión que derivaba en largas charlas de sobremesa, fue así que junto a Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo participó de la selección de cuentos de diversa procedencia que publicaron como la Antología de la literatura fantástica (1965), en la que reunieron cuentos de distintos lugares del mundo y allí figuran “Sueño de la mariposa” de Chuang Tzu (300 AC), “El ciervo escondido” de Liehtsé (300 AC), “Historia de zorros” de Niu Chiao (siglo IX), “El encuentro” (Cuento de la dinastía T’ang), “El espejo de viento y luna” y “Sueño infinito de Pao Yu” de Tsao Hsue Kin (1719-1764), extraídos de Sueño del Aposento Rojo, “La sentencia” de Wu Ch’eng En (siglo XVI) y “La Secta del Loto Blanco” que -si bien fue redactado por un escritor alemán, el sinólogo Richard Wilhelm que lo publicó en su libro Chinesische Volksmaerchen en 1924- remeda el mismo efecto que los otros cuentos citados en la Antología. Más argentinos en China A partir de la década de 1950 la República Argentina estableció relaciones diplomáticas con la República Popular China y entre las delegaciones diplomáticas estuvieron incluidos escritores que, como resultado de sus viajes escribieron libros de sus experiencias o incluso tomaron aportes estéticos. Así Raúl González Tuñón escribió Todos los hombres del mundo son hermanos; Bernardo Kordon hizo la traducción desde el francés de “Tres cuentos fantásticos de la dinastía Tang” en la Revista Capricornio; Juan L. Ortiz realizó traducciones de poesías chinas y escribió el libro de poemas El junco y la corriente en el que en la temática y la forma tomó aportes de la cultura china. Asimismo, hubo algunos escritores argentinos que fueron traducidos al chino, en especial aquellos del grupo de Boedo, dado que su orientación política era afín al régimen de ese momento. Por ello, Raúl González Tuñón, Leónidas Barletta y Elías Castelnuovo fueron conocidos en China mucho antes que Jorge Luis Borges. En 1958 se publicó Martín no robó nada, una antología de Álvaro Yunque, en 1959 El río oscuro de Alfredo Varela, El Centrofoward murió al amanecer de Agustín Cuzzani y Gran Chaco de Raúl Larra en 1961 y La peste viene de Melos de Osvaldo Dragún en 1964, todos autores vinculados al partido comunista o al socialismo. En la década de 1960 como resultado del mismo intercambio diplomático y cultural, Bernardo Kordon escribió 600 millones y uno y Viaje nada secreto al país de los misterios: China extraña y clara. En la década de 1970 escritores como Andrés Rivera y Ricardo Piglia tuvieron su experiencia en el Extremo Oriente. Ricardo Piglia viajó a China en 1973 y se quedó durante dos meses, de esa experiencia quedó un cuaderno que espera su edición definitiva bajo el título China 1973, un viaje. En el tomo II de Los diarios de Emilio Renzi. Los años felices, el alter ego del docente, crítico y escritor declara que el escritor Kuo Mo-jo lo recibió en su casa en Pekín a quien nombra como el “el escritor chino más famoso luego de Lu Sin”… (pp.348-9). Sin embargo, es la única referencia que hace a esa extensa e intensa experiencia oriental. Tal vez porque se proponía dedicarle un libro entero a ese viaje, pero la parca se lo impidió. En un lado más popular de la literatura, el salteño Carlos Loiseau, más conocido como Caloi, ponía en boca de Clemente y su barra allá por la década de 1980 los siguientes versos: Un chino llamado Icihimín usaba en la rodilla un peluquín y un japonés llamado Takayeta tocaba con la oreja la trompeta. (A coro) Moraleja: Para los mayores desatinos ahí están los japoneses y los chinos Poema sencillo sin pretensiones líricas, hecho con el único ánimo de provocar la risa entre los seguidores de sus cortos por televisión y citado para que esta exposición no sea tan aburrida. De vuelta al lado serio de la conferencia, en 1979 se fundó la “Asociación China de Estudios de la Literatura Española, Portuguesa y Latinoamericana” por lo que se tradujeron libros como El Martín Fierro de José Hernández y Don Segundo Sombra, novela cumbre de Ricardo Güiraldes en 1984; Amalia José de Mármol, El túnel y Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sabato en 1985. El 1988 fue el turno de Manuel Puig con El beso de la mujer araña y luego en 1991 con Boquitas pintadas. El mayor clásico de la ciencia ficción argentina, La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares, llegó a los lectores chinos en 1992 y al año siguiente Julio Cortázar fue conocido por Los premios y en 1996 pudieron acceder a la intrincada Rayuela, libro de difícil lectura, aún para los argentinos. En China Zhao Deming tradujo la novela El camino de Ida y Lou Yu se encargó de Respiración artificial, compleja novela que ya resultaba difícil para los argentinos durante su mayor circulación en las décadas de 1980 y 1990, así reconocemos que asumió un admirable desafío. En 2021 se anunció que las obras de Roberto Arlt y de Ernesto Sabato serán traducidas al chino mandarín. De Los siete locos se hizo cargo Shi Wei, decana del departamento de español de la Universidad de Chengdu. En mi fugaz paso por la Feria del Libro de Buenos Aires en 2024 vi una traducción al chino de El eternatuta de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, un verdadero clásico de las ficciones argentinas que esperamos ver por Netflix en su transposición a la pantalla, con Ricardo Darín encarnando a Juan Salvo. Sé que también llegaron a los caracteres ideográficos de China Samanta Schweblim, Mariana Enríquez, Andrés Neuman, Ángela Pradelli, Guillermo Martínez, César Aira, Martín Caparrós y Mempo Giardinelli, en una lista que sigue creciendo. Aunque todavía no tengo noticias de que algo de Juana Manuela Gorriti o El viento blanco de Juan Carlos Dávalos se haya traducido al chino. Como contrapartida, hay antologías de poesía y narrativa china que circulan gracias a editoriales españolas como Cátedra o la argentina Proyectos Larsen que nos han acercado ediciones anotadas de escritores clásicos y contemporáneos como Sima Xiangru, Li Po, Du Fu, Wang Wi, Lu Xun, Lin Bai, Lui Chang, Ma Li, An Qui. Desde la ciudad de Lerma en el Valle de Salta a las costas del Yang Tsé En una entrevista televisiva que le hicieran a Santiago Sylvester -nuestro representante ante la “Academia Argentina de Letras”- el periodista le preguntó por qué los salteños estábamos tan orgullosos de serlo y el poeta le contestó que era debido a que teníamos con qué, a lo que siguió con un listado de salteños protagonistas de la historia, la política, las letras y la música. En este momento podemos sumar a esa lista la presencia de Salvador Marinaro como docente en la Universidad de Shangái y coeditor de la revista Chopsuey desde 2019, cuyo último número se presentó el pasado 11 de enero en la Biblioteca Provincial. Además hoy nos encontramos conversando sobre puentes de letras en la casa de los protagonistas de la historia, por ello se ha convertido en museo con la muestra temporaria “Porcelana milenaria: Un viaje de China a Salta” que le da marco a nuestra conversación. Gracias a todos los concurrentes por prestar atención a “Esta mía fruslería que escribo de grosero modo” (anónimo español).   Bibliografía Bravo, Guillermo, “Para los chinos, Argentina es un país conocido por su literatura” en Revista Eterna Cadencia, 03 de junio de 2022. Dávalos, Juan Carlos (1997 ), Obras completas (en tres tomos), Buenos Aires, Senado de la Nación. Iñigo, Aye, “Los traductores de Borges en Shangái”, en La Nación, 11 de noviembre de 2018. Piglia, Ricardo (2016), Los diarios de Emilio Renzi. Los años felices, Buenos Aires, Anagrama. Rupar, Brenda; “Viajeros argentinos a China en el marco de la ‘diplomacia entre pueblos’” (1950-1965); en Cahiers des Ameriques Latines, N° 94 de 2020. Taiana, Francisco (2022), Argentina, China y el mundo (1945-2022), Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes. Esp. Rafael Fabián Gutiérrez Profesor Adjunto de la Cátedra de Literatura Argentina Escuela de Letras de la U.N.Sa. Director del Proyecto de Extensión con participación estudiantil “Letras desde Salta para recuperar y compartir” Secretaría de Extensión Universitaria U.N.Sa. Resolución R N° 0306 - 2024

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