miércoles, 25 de octubre de 2023

UNA LECTURA DE LA ASTUCIA DE LA RAZÓN de J P Feinmann

Antes de entablar la relación que existe entre la serie filosófica y la serie literaria presentes en la producción literaria de fines del siglo XX, es necesario mencionar cuáles son aquellos autores que se retoman en el texto, cuyos discursos están dialogando con la narrativa de Feinmann. Algunos de estos filósofos que rescatamos son Sócrates, Descartes, Kant, Hegel, Marx, Adorno, Sartre, Heidegger, Benjamin, Fromm, Horkheimer, Marcuse, Neumann, Merlau-Ponty, entre otros. Si consideramos la relación hacia dentro del texto, podemos encontrar y destacar la figura de algunos de ellos que se retoman permanentemente como Hegel y Marx y se relacionan no directamente pero sí de manera indirecta con otros escritores de literatura como Sarmiento, en la alusión a Facundo y Esteban Echeverría, haciendo referencia al Matadero. No es caprichosa esta selección de Hegel y Marx entablando vínculo con los autores restantes, puesto que el primero de los dos filósofos mencionados va a servir como guía epistemológica y, podríamos decir, ideológica para el personaje principal. Pablo Epstein se sirve de las “ideas” hegelianas para responder a la gran pregunta realizada por su amigo Pablo Ismael Navarro a la orilla del mar: ¿Cuál es el sentido final de la filosofía? O, lo que es lo mismo para estos estudiantes de filosofía, el sentido final de la vida. Inmediatamente aparece la figura de Marx para decir que el mundo no se debe interpretar sino transformar ¿En qué sentido estas ideas conviven con los autores literarios y las obras citadas? En el punto en que esa pesquisa individual y metafísica de los sujetos apostados en una ronda junto al mar se transforma en una interpretación/transformación de la historia general del país, convulsionado por el ambiente político y social, y ruptura con el “Orden inmanente de la historia universal hegeliana”, ese relato histórico que deja afuera a América. Facundo y el Matadero articulan estos discursos con notas diferentes de manera literaria y ofrecen también un panorama de la situación política argentina desde sus inicios hasta sus aspiraciones como nación. El eje civilización/barbarie resuena veladamente en La astucia de la razón ¿Por qué serie filosófica? Para pasar de un sentido individual a uno colectivo o, como plantea Rita de Grandis, para dar cuenta de la historia nacional a través de la historia subjetiva (2006: 101). Ahora bien, al situarnos desde afuera del texto y atendiendo al contexto de producción literaria argentina de fin de siglo, debemos establecer los vínculos correspondientes entre Marx, John William Cooke, el peronismo, la última dictadura militar y el campo de escritores de literatura de entonces (Piglia, Walsh, Puig, Juan José Saer, José Pablo Feinmann). Este marco general nos revela la forma de circulación y trasposición de las ideas durante este período. John William Cooke (quien aparece en la novela) fue un abogado y político argentino, líder del ala izquierda del peronismo hasta su muerte. Personaje político que dialoga con Marx y Henri Bergson, más cercano a este último, pero de indudable influencia en el movimiento peronista. El campo intelectual argentino influido por estas ideas retomadas desde el peronismo y participando del contexto de la pre-dictadura, dictadura y post-dictadura, ve nacer una narrativa en donde lo político se vuelve filosófico y es comunicado a través de la literatura. Los autores mencionados, cada uno con una poética particular, volverán sobre lo mismo, la posibilidad de decir en medio del desplazamiento y la distancia que impone la violencia física, simbólica y material del sujeto. Se va a dar tratamiento a través del arte narrativo a lo que Rita de Grandis llama el malestar de fin de siglo (2006: 164). Rita de Grandis dice que la narrativa de Feinmann está atravesada por la tensión dialéctica entre alta literatura y cultura de masas (2006: 166). Entonces, a partir de aquí es que entendemos que la relación entre divulgación de la filosofía y literatura en José Pablo funciona como lucha cultural y política, como una manera de compartir el destino de una nación (2006: 167). Su escritura inscribe lo social como un traumatismo y lo filosófico es la manera de indagar en ese trauma. Ronda en esta narrativa la premisa Marxista de transformar el mundo no interpretarlo. Aquí aparece la divulgación, en el punto que la tensión dialéctica se resuelve en favor de las masas, pero no como dominio ni expoliación, sino como herramienta para la liberación epistemológica y material del pueblo. El folletín, el cine, todas estas referencias coinciden en un sitio, el pueblo. Conocer para interpretar y transformar. La filosofía piensa y la literatura pone en acción, en imágenes, ese discurso. Las estrategias metanarrativas que podemos encontrar en la novela son el psicoanálisis y las narraciones fragmentarias de los personajes. Es el caso, por ejemplo, de Pablo y su psicoanalista. Pero también, de los cuatro integrantes de la reunión a orillas del mar. De esta manera, el relato se constituye por medio de micronarradores como dice De Grandis (2006: 160). Tenemos el relato Pablo, relato Backhauss, el relato Pedro Bernstein, Pablo Ismael Navarro y Hugo Hernández. El mismo texto nos da indicios de esto: “la narración se arma por la mediación de sus múltiples relatos” (Feinmann, 2001: 68). Hay en esto una tendencia al fragmentarismo, a la ruptura de la progresión y una intención digresiva. Se construye así un “sistema de desplazamientos” (2001: 68), en donde el macronarrador, digámoslo así, es el encargado de encontrar un sentido a la historia ¿Quizás el sentido final por el que se preguntan los personajes? Estas estrategias metanarrativas revelan la búsqueda de lo que Rita de Grandis llama una “épica de la subjetividad” (2006: 162). Narrador y narratario se confunden en el punto en el que ambos se reconocen y son autoconscientes de su “estar siendo narrados”. Pablo Epstein es un sujeto al que accedemos por medio de la palabra de un “cuerpo enfermo”. El inicio del relato nos ubica temporal y espacialmente en otro relato. Más allá de las fechas cronológicas y demás, estamos aludiendo al tiempo – espacio del psicoanálisis. A partir de allí, se van a desplegar distintas imágenes que se vinculan al Proceso de Reorganización Nacional ocurrido entre el año 1976 y 1983. Decíamos que la palabra nos da acceso al cuerpo del protagonista, pero ¿cómo es esa palabra? ¿de qué tipo? Es una voz disgregada como la conciencia del protagonista, que él mismo reconoce: “cuando Pablo Epstein conoció a Norman Backhauss, estar enfermo, para él, era padecer la progresiva desintegración de su conciencia” (2001: 15). Esta desintegración que sufre el personaje es la desintegración del sujeto referencial extraliterario, el ciudadano argentino traumatizado por la violencia de la dictadura ¿Cómo procede esta violencia? A través del cercenamiento intelectual y físico, la desaparición forzada deja un espacio vacío y habilita la pregunta ¿qué pasó?: “dos huevos tenía Pablo Epstein, un huevo se lo extirparon […] justamente cuando, según todos sus amigos lo decían, había que tener huevos para bancarse lo que se venía” (2001: 23, 24). Pablo solo tenía uno y un espacio vacío, ¿cómo resolver esa deuda con su vigorosidad y valentía ante el inminente golpe? ¿Como rellenar la vacuidad en un cuerpo traumatizado? El psicoanálisis aparece aquí como “discurrir terapéutico” (2006: 144). La prosa de Feinman es un cuerpo sin corsé, puntos ni comas. Una verborragia desintegrándose. La palabra colma el vacío genital y rescata el “sentir pasado” al que se retorna a través del “decir después” para poder dotar de sentido ese horizonte vivido. La experiencia traumática une al sujeto con el espacio, el cuerpo enfermo habita el dolor y es sinécdoque del pueblo argentino. Un país cercenado y sin progenie, si la genitalidad se entiende como posibilidad de creación, de fertilidad. El suelo es infértil porque le falta una mitad. Apoyándonos en De Grandis, la amputación del testículo es la amputación del espacio público para decir (2006: 157). Dictadura y tumor son lo mismo, una enfermedad que desintegra el cuerpo, lo traumatiza y lo obliga a la repetición caótica y compulsiva: A partir del 12 de noviembre de 1975, la desintegración de su conciencia había sido progresiva, expresándose en la incapacidad para controlar sus actos, en el avance irreparable de la compulsión, esa sintomatología repetitiva que humillaría incesantemente a Pablo, sin darle sosiego, tregua, paz, condenándolo a la realización y, lo que era aún infinitamente más doloroso, a la repetición de los actos más absurdos, ridículos, estúpidos pero lacerantes que jamás […] había imaginado realizar (2001: 14) 5- Explique el sentido del título de la novela. El título La astucia de la razón nos remite al filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, quien entiende que “todo lo real es racional”. Por lo tanto, luego de la lectura de la novela de Feinmann podemos entender que la operación que se realiza narrativamente propone a los personajes como vehículos para la realización de esa totalidad llamada realidad. Ellos encarnan las ideas, por eso mismo para Pablo vivir sin Hegel es vivir sin la razón. Inmersos en una profunda crisis identitaria como la producida por la dictadura militar argentina, cuerpo e historia conforman una unidad material e ideológica (2006: 157). La pasión individual se transforma en colectiva, la convicción colabora con la razón para llevar a cabo lo real, que siempre es racional. La razón utiliza a los cuerpos para materializarse en el mundo real. BIBLIOGRAFÍA • De Grandis, Rita (2006) Reciclaje cultural y memoria revolucionaria. Buenos Aires: Editorial Biblos. • Feinmann, José Pablo (2001) La astucia de la razón. Buenos Aires: Grupo editorial Norma. Trabajo práctico realizado por Gonzalo Farfán para la Cátedra de Problemáticas de las literatura argentina e hispanoamericana de la carrera de Letras de la UNSa.

No hay comentarios: