XII ENCUENTRO DE ESCRITORES SALTEÑOS
Mojando la pluma en las tinieblas de la
oscuridad:
Homenaje a la poética del salteño Jesús Ramón
Vera
El Carril – Salta – 28 y 29 de octubre de 2020
Jesús Ramón Vera en el recuerdo
Por Rafael Gutiérrez
Introducción
El
Carril es parte de lo que denominados de modo genérico el interior de la Provincia
de Salta, ¿será que hay una Salta exterior? En esas ciudades y pueblos que no
son la Capital hay centros de formación como este que organiza los encuentros
para reunir a los estudiantes del Profesorado en Lengua y Literatura con los
escritores, pues sin los segundos no habría necesidad de los primeros.
Lamentablemente
muchos de los invitados que asisten a los encuentros no figuran en las
currículas de los distintos niveles educativos, ni siquiera en las carreras
específicas de las universidades. Por eso son tan positivos estos
acontecimientos, ya que las nuevas generaciones de docentes en formación tienen
la posibilidad de conocer a los creadores y a su literatura, con la esperanza
de que algún día compartan su obra en las aulas de los estudiantes a los que
iniciarán en el arte de leer literatura.
Este
encuentro es muy especial porque ha sido convocado en homenaje a un apreciado
escritor salteño que ya no está físicamente entre nosotros, al cacique de
comparsa, al Profesor en Letras, al promotor cultural, Jesús Ramón Vera.
Generaciones
y continuidad en las letras de Salta
Jesús
Vera nació en Salta el 24 de enero de 1958 y murió el 06 de junio de 2012 en
Rosario de la Frontera, con tan sólo cincuenta y cuatro años de edad,
dejándonos un gran vacío en el mundo cultural.
A
los 11 años ya era un asiduo lector y admirador de Manuel J. Castilla, a quien
tuvo oportunidad de conocer y frecuentar para recibir su guía y su consejo en
el mundo de la poesía.
En
1977, a los diecinueve años, se presentó en su primer concurso literario y
recibió el tercer premio, por lo que Jacobo Regen, Walter Adet y Manuel J
Castilla lo llevaron a festejar al Bar "El Imperial", recibiendo su
ingreso oficial al bohemio mundo de las letras de Salta. Esos contertulios
representaban las generaciones que lo precedían, la del 40 a través del barbudo
poeta y la del 60 con Jacobo y Walter.
Esa
es la continuidad generacional que hay en las letras de Salta, porque desde su
fundación el político y escritor Joaquín Castellanos, de la generación de 1880,
dio a Juan Carlos Dávalos el aliento necesario para que retornara a Salta para
dedicarse a la literatura. El insoslayable Dávalos recibió en su casa a los
revoltosos muchachos de "La Carpa" que con total desparpajo
declaraban que la poesía nacía con ellos. Entre esos jóvenes, que entablaban
largas diatribas líricas con el viejo maestro, estaba Manuel J. Castilla que se
consagró como escritor y letrista de gran parte de los temas de proyección
folklórica que se entonan hasta nuestros días y quizás por muchos más.
El
Barba, reconocido por sus letras y altamente apreciado por su poesía y sus
columnas en el diario, entrevió en el joven Walter Adet a un promisorio escritor
y le dio el apoyo necesario para que publicara y fuera conocido en el ambiente
periodístico y literario de Salta.
El
adolescente Jesús Ramón Vera pudo encontrarse con su admirado Manuel J.
Castilla, a quien presentó su incipiente poesía como un tributo por su
veneración. De modo que hubo un magisterio de parte del consagrado sobre el
joven escritor que ingresó al campo con su tercer premio de 1977.
Sus
publicaciones comenzaron a circular entre fines de los años 1970 y principios
de la década siguiente, de modo que –si seguimos el ordenamiento generacional
con el que nos estuvimos guiando hasta ahora- correspondería a la generación de
1980, aunque algunos preferían llamarla de 1982 por la Guerra de Malvinas o de
1983 por el retorno a la democracia y no referirse a ella como del 80, puesto
que nada tenían que ver con su homóloga del siglo XIX.
Las
vinculaciones de Jesús Ramón Vera con los otros miembros de su generación está
testimoniada por las dedicatorias en las que figuran los nombres de Gustavo
Rubens Agüero, Raúl Rojas o Ricardo Kaliman, entre otros.
Por
aquellos años también intentó perfeccionarse como escritor, por lo que se
inscribió en la Carrera de Letras de la Universidad Nacional de Salta, donde tuvo
confrontaciones con los docentes porque la formación que había adquirido con
los escritores muchas veces chocaba con los modos le lectura estructuralistas
de la universidad de aquellos años. Por ese motivo y luego por un accidente se
alejó de los claustros por un tiempo, pero luego retornó y completó el cursado
para egresar como Profesor en Letras.
Mientras
tanto sus amigos y contertulios los habían ayudado a conseguir trabajo en los
medios de prensa escrita, que a ellos les había sido útil como medio de subsistencia;
sin embargo, no pudo mantener mucho tiempo el trabajo porque sus prioridades
eran la literatura y la comparsa, cuyos cronogramas y compromisos entraban en
conflicto con los horarios laborales.
Aún
así el poeta junto a un grupo de artistas, con el apoyo del poeta e historiador
Miguel Ángel Cáseres, abrió la Editorial Tumparenda, primero en la Biblioteca
Popular "Juan Carlos Dávalos", luego en la casa familiar, donde
publicó treinta y tres título de varios escritores –además de los suyos- como
los de Teresa Leonardi Herrán, Alicia Poderti, Gustavo Rubens Agüero, Nelson
Muloni, entre otros. No era un emprendimiento comercial, por eso se financiaba
de modo cooperativo y haciendo volantes y talonarios, incluso los libros podían
tener ventas anticipadas para asegurarse las tiradas completas.
La
nefasta década del Menemismo acabó con la editorial independiente junto con
muchos otros emprendimientos y fuentes laborales. El papel y la tinta eran
inasequibles, las máquinas no pudieron volver a funcionar y tuvo que
malvenderlas de a poco hasta quedarse sólo con algunas de las publicaciones
impresas como recuerdo de un emprendimiento hundido en la falta de apoyo a la
cultura.
A
pesar de las derrotas económicas, el poeta nunca se rindió y continuó con su
obra cultural que iba más allá de la poesía en letras de molde porque su
participación en las comparsas lo llevaba a recitar coplas propias, de otros
autores y del acervo popular, del mismo modo en que fluyeron durante milenios,
por la vía oral.
En
ese encuentro entre la tradición letrada y la popular es que llenó el cine teatro
Alberdi, ubicado en pleno centro de Salta, con más de ochocientas personas para
presentar su libro Comparsa, con la
participación de varias comparsas que, hasta el momento, sólo habían sido parte
del espectáculo popular callejero.
Incansable,
conseguía reunir fondos para convertirse en un embajador de la cultura salteña
a través del país y por Latinoamérica, ya que viajó por Bolivia, Perú, Ecuador,
Cuba y México, lugares por donde dejó los libros de escritores salteños en
manos de representantes de la cultura internacional como Octavio Paz.
Sin
embargo, en Salta era visto por muchos como un zaparrastroso, ya que su
carácter bohemio se trasuntaba en un aspecto desalineado, con total descuido
por su ropa, detalle que su madre siempre le recriminaba recomendándole que se
comprara una camisa y una campera nuevas, cosa que no acataba ya que si
disponía de dinero lo destinaba a libros o a preparar la ropa, el gorro y la
caja para la comparsa.
Pasó
muy malos momentos, ya que un informe negativo del sistema de salud del
Ministerio de Educación le dificultaba encontrar trabajo como docente y muchas
veces dio clases a cambio de comida.
No
conforme con eso fue víctima de ataque callejeros, por las patotas que lo
golpearon entre varios para quitarle lo poco que tenía. Recuerdo que una tarde
lo encontré con las marcas de los golpes aún y me dijo que necesitaba que le enseñara
a defenderse para que no volvieran a hacerle eso (él sabía que a mí me habían
atacado las patotas y que terminé entregando a los agresores a la policía
después de darles un buen susto). Lamentablemente nuca fue a mis clases y
siguió cayendo en emboscadas.
Cansado
de sus derrotas en Salta, volvió a la casa paterna en Rosario de la Frontera,
pero lejos de darse por vencido, inició un proyecto para tratar de dar un
aporte creativo como respuesta a la ola de suicidios adolescentes que asolaba
al departamento de Rosario de la Frontera. A causa de la tremenda crisis
desatada por la década Menemista, los jóvenes y adolescentes se encontraron sin
horizontes de futuro lo que los sumió en una profunda depresión.
Jesús
Ramón Vera vio en el arte una posibilidad de campo de acción para rescatar a la
juventud de su desazón existencial, por ello inició una serie de talleres
orientados a la creación de un profesorado de artes. Daba clases gratis,
organizó encuentros de escritores y artistas, propició el desarrollo de
muralismo en la ciudad, pero la miopía y la mezquindad de los funcionarios le
cerraron –literalmente- las puertas.
De
nada sirven los homenajes post morten, ni los discursos ni nombrar calles y edificios
con el nombre de "Jesús Ramón Vera" si en vida fueron incapaces de
impulsar su generosa obra creativa.
Su
poesía
Cuando
se hizo el homenaje a Manuel J. Castilla en el vigésimo quinto aniversario de
su muerte, muchos escritores fueron convocados para que dieran su testimonio y
discutían entre ellos quienes merecían ser considerados sus discípulos, hasta
que alguien sentenció que el Barba no había hecho escuela. Sin embargo, había
escritores que ya no estaban presentes para dar su versión, uno de ellos era
Walter Adet que recibió los consejos, las correcciones y accedió a los libros
que le prestó Manuel J. Castilla y por otro lado, quien asistía a su casa para
que le corrigiera sus escritos fue Jesús Ramón Vera.
Si
leemos la poesía de Manuel J. Castilla y la confrontamos con la de Jesús Ramón Vera
notaremos que no se parecen, como para decir que el segundo sigue al primero,
lo que demuestra un excelente magisterio. Pues lo peor que puede hacer un
mentor es lograr un séquito de imitadores, por el contrario debe ser capaz de
ver en sus potencialidades y ayudarlo a desarrollarse para que deje su marca
personal en la página de las letras.
Es
indudable que el arte se enriquece cuando establece un diálogo entre la
tradición letrada y la popular. En el caso de la historia de la literatura ese
giro está testimoniado en el logro más alto de las letras castellanas, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la
Mancha, donde se personifican la tradición libresca en Don Quijote y el
saber popular en Sancho. Ese diálogo hizo de la poesía de Manuel J. Castilla,
de Walter Adet y de Jesús Ramón Vera una expresión tan valiosa de la cultura
salteña, pues la fina sensibilidad de los escritores les permitió reunir las
voces de las calles, de los barrios, de los caminos y de los pueblos con la
expresión más alta de la tradición libresca.
Si
hay un acervo poético popular en la región es el coplero que circula de boca en
boca, de generación en generación como un verdadero saber popular que tiene sus
momentos privilegiados de expresión como el carnaval. Muchas de esas coplas se
remontan a la poesía española medieval, alguna de autor, sin embargo su
circulación las convirtió en acervo popular que muchas veces ignora los nombres
de los autores. Esa tradición permitió generar un patrón de creación
innovadoras aunque pensadas para su expresión en la diatriba de copleros en el
canto de las comparsas.
En
la crítica académica se ha privilegiado la lectura de la poesía de Jesús Ramón
Vera elaborada para ser registrada por la escritura, lo que se nota por su
diagramación hecha para generar sentido con la distribución espacial en la
hoja; pero también produjo coplas con el formato más tradicional porque esa el
modo en el que el recitador oral las asimila con mayor facilidad que solo en el acto ritual de la comparsa
cobra su plenitud de sentido.
Leer
su poesía es una experiencia única de vivencia lírica que va desde la más
sencilla frase en dos versos a extensos poemas con múltiples intertextos que
invitan a lector a navegar por la literatura desde su reescritura.
Los
libros de Jesús Ramón Vera son
Subsuelo de 1989
Así en
la tierra como en el cielo de
1989
Bermejo de 1993 que reúne los dos anteriores
COM.
PAR. SA. de 2001
Nadie
se cruza de bando de 2010
Antología
poética de 2012 realizada por
estudiantes de Letras de la U.N.Sa. (distribución gratuita)
Obra
poética completa de 2013
Gracias
al trabajo de los estudiantes de Letras de la U.N.Sa. que lo admiraban, su obra
se reunió y se publicó, porque el poeta, ajeno al interés y a la fama, no
conservaba un archivo de sus libros publicados, y las pequeñas tiradas se
habían perdido en bibliotecas particulares.
Hoy
nos queda su recuerdo y su poesía, pero tanto el uno como la otra se
perpetuarán sólo en la medida en que nosotros hagamos leer a las nuevas
generaciones su producción.
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