Liliana
Bellone, El libro de Letizia. Novela de
Capri,Editorial Verbum, S. L., 2020
Por Carla
Perugini, Universidad de Salerno, Italia.
“Si
bien los personajes de este relato son reales, debe leerse el textocomo ficción”.
Esta advertencia, que precede la novela de Liliana Bellone, faltaba en el texto
original de su En busca de Elena,
mientras sí figuraba en el cuento que fue traducido al italiano en 2018, dentro
de una colección, A sud del Río Grande (Oèdipus, Salerno/Milano), en la que
aparecieron otras obras de la escritora argentina. Advertencia casi superflua,
en realidad, si entre los epígrafes que encabezan la novela destaca este de Ernesto Sábato: “Para
mí, la novela es como la historia (…). Resiste cualquier clasificación total y
desborda toda limitación”. Y también sin novedad para los lectores de Bellone,
acostumbrados a cruzar senderos narrativos que se bifurcan entre memoria
históricae imaginación novelesca, lo que les permite entrar no solamente dentro
de las aventuras realesde personajes famosos o desconocidos, sino también
dentro de sus pensamientos y sus coloquios más íntimos. El narrador ficticio de
El
libro de Letizia,
que nos lleva de un lado a otro del océano y de una época a otra de la historia
argentina y europea, es un profesor cuyo nombre, Carlos, que descubrimos casi
por casualidad durante una conversación, nos remite a otro epígrafe inicial:A la memoria de
Letizia Cerio de Álvarez de Toledo, Elvira Orphée y Carlos Rafael Giordano.Maestro de tantos estudiantes en las universidades de América y
más tarde de Italia, lo fue también de la misma escritora, quien le cede la
palabra (la de ella, la de él) en un póstumo homenaje de cariño y gratitud por
todas las enseñanzas, literarias, políticas, humanas, que Carlos Giordano supo
donarle.
Los enlaces entre pasado y presente,
entre los horrores de la dictadura militar y la huida a Italia, hacen revivir
figuras importantes de la cultura argentina y europea, muy queridas por la
escritora, que ya las había evocado en obras precedentes. Surgen así las
sombras (¡pero qué vivas son!) de la tertulia que se reunía en
la confitería Richmond de calle Floridao en el
Tortoni de Avenida de Mayoen Buenos Aires, entre tantas mujeres talentosas y
autónomas, compañeras o familiares de artistas, entre las cuales un papel
importante en la narración tienen la madre Elena y la hija Letizia, ciudadanas
de Tucumán como de Capri, viajeras entre Suiza y Estados Unidos, París y Buenos
Aires, en todo sitio cultivando la amistad, la cultura y la belleza. Astros
luminosos de una constelación cuyo lucero más deslumbrante fue para muchos
(aunque no para todos) Jorge Luis Borges, cuya presencia/ausencia hace de hilo
conductor para los varios personajes del libro.
Y es gracias al poder creador
de la literatura que uno de los productos más famosos de su imaginación, el
Aleph, vuelve a tomar vida y consistencia en otros lugares y en otra época. Es
el talismán admirable, el libro infinito de arena que contiene todos los libros,
que reaparece a uno y otro de los personajes de la novela, dispuestos a afirmar
la verdad de su existencia y, al mismo tiempo, la transmisión necesaria de las
voces poéticas, la translatio studiorum
que ata en una interminable cadena a los grandes nombres de cada tiempo.
Testigo de un prodigio que a lo mejor es simplemente la naturaleza del arte, el
protagonista puede encontrar por fin su ubi
consistam, y exclamar:“Serenidad, sí, serenidad, eso encontré. Ahora,
después de tantos años, de tanto exilio y tanta peregrinación vi que mi camino
no ha sido inútil”.
Como reconoció también el
jurado de Ciudad Real que confirió a esta preciosa novela elVI Premio Internacional de Narrativa
“Novelas Ejemplares”-Facultad de Letras, en homenaje a Miguel de Cervantes.
Avellino, 18 de junio de 2020
1 comentario:
Excelente novelista, Liliana Bellone.
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