El libro saldrá en breve editado por Verbum de Madrid como parte de la colección del Premio Internacional de Narrativa "Novelas Ejemplares" de la Universidad Castilla La Mancha y Editorial Verbum de Madrid.
Hay que
atreverse a leer esas líneas casi borradas, que emergen de los textos, con tesón, con el cerebro y el alma, con insistencia, y sobre todo con amor.
Liliana
Bellone
HISTORIA Y
FICCIÓN EN EL LIBRO DE LETIZIA (NOVELA DE
CAPRI) DE LLILIANA BELLONE
Entre las ocho novelas finalistas que
aparecen en el fallo del jurado del VI Premio Internacional de
Narrativa “Novelas Ejemplares”[1] ,. El
libro de Letizia (novela de Capri) de la escritora
argentina, nacida en Salta, Liliana Bellone, figura en honroso primer lugar.
En el dictamen aparece la opinión de Abilio
Estévez quien menciona cierta “ausencia de límites entre la narración y el
ensayo”[2].
La frase no deja de asombrarnos pues enuncia cierta hibridación discursiva que
sorprende en el veredicto de un concurso de novela.
Sara Mañero dice que El libro … “aborda con destreza la metaliteratura”.
Si esta última es entendida como
literatura que habla sobre la literatura podemos formular una primera hipótesis
lecturológica: debe tratarse de una novela en la que sus personajes son
escritores o críticos y en sus parlamentos está imbricada no sólo la literatura
sino también la historia y/o la crítica literaria hasta un límite casi
ensayístico.
Si bien la
novela llegará a las librerías con suerte en septiembre y podremos disfrutarla
en formato papel en ese momento, el haber realizado la lectura crítica de
varios libros de Liliana me permitió acercarme a ella y solicitarle me habilitara
para hacer una lectura “avant-première”.
Leído el paratexto, o sea lo que rodea
al texto mismo, vemos una advertencia inicial “Si bien los personajes de este
relato son reales, debe leerse el texto como ficción” y, en las páginas siguientes, una dedicatoria “A
la memoria de Letizia Cerio de Álvarez de Toledo, Elvira Orphée y Carlos Rafael
Giordano” y varios epígrafes (frases de Cervantes, Sábato y Borges). Hacia el
final encontramos el índice y advertimos que efectivamente a Letizia y a Elvira,
se les dedica sendos capítulos. Hay uno que habla de un “fichero supremo”
atribuido a Salaverría. Se trata de un relato y un autor de cuya existencia
también dan cuenta muchas de esas páginas. Finalmente podemos observar que uno se denomina “Trabajo
de lectores”. Acudimos a él pues podía
dar una clave de lectura de la novela. En efecto, después de citar poemas cuyo
autor no se explicita, se lo reconoce por la forma de “escribir en palimsesto,
segunda escritura, referencia a otros textos, literatura sobre la literatura”.
O sea que, en ese capítulo hay una teoría de la escritura como lectura de otros
textos y se valora el trabajo del lector al afirmar que “sin lectores el texto
no existe”. Se cita el párrafo final del
cuento de Borges “Pierre Menard, autor del Quijote” y se habla de alguna de las obras de Julio Cortázar, insistiendo
en la necesidad de que el lector sea capaz de producir otro texto y entonces,
hemos tratado aquí de hacerlo y de mostrar algunas de “las líneas
borradas”.
Leer El libro de
Letizia (novela de Capri)
fue similar a la maravillosa experiencia de escuchar una sinfonía coral
con sus movimientos, sus temas y sus variaciones. La idea de que la música y la
literatura puedan organizarse de manera semejante no es arbitraria. Fue
sugerida por el mismo libro ya que casi al final se habla de “la
secuencia musical y evanescente de Rayuela”.
Si ya desde la segunda página se
menciona el concepto de palimsesto, texto borrado e invisible que está debajo
de todo texto según el teórico francés Gérard Genette, también nombrado, siendo muy explícitas las referencias a
textos de Borges y al Quijote ¿sería
esa novela de Cortázar el que lo habita?
Tal vez, porque en Rayuela se
propone la necesidad de un lector activo que es imprescindible en El
libro … que nos ocupa.
Pero si en aquel momento textual, se alude
también al “rompecabezas de El libro de
Manuel”, y las palabras de ese título se corresponden una a una con El
libro de Letizia ¿será éste el palimsesto que nos
llama a hacer un armado (un escrito) definitivo sobre él? Sabemos que las lecturas definitivas no
existen y, en el caso de este libro en particular, al hacer gala su autora (de
una manera un tanto borgiana) de su vasta erudición, las interpretaciones
podrían seguir los hilos más diversos. Pensamos entonces que el verdaderamente
borrado es 62 Modelo para armar
(Cortázar, 1968) donde se aclara que “el armado a que se alude es de otra
naturaleza”. Se refiere a “la opción del lector, montaje personal de los
elementos del relato, […] en cada caso el libro que ha elegido leer”.
Vamos a hacer un armado posible del
“rompecabezas” de El libro de Letizia.
Si asimilábamos la lectura de este
texto a la experiencia de escuchar sinfonías corales en las que, a los
instrumentos musicales de base, se agrega la voz humana[3],
¿cuáles son las que van incorporándose junto a la del narrador de la novela?
Por dar aquí un sólo ejemplo pensemos en la incorporación en la primera página
del poema “La rosa” tomado de Fervor de
Buenos Aires, primer poemario de Jorge Luis Borges, autor al cual El libro… homenajea explícitamente.
En esos
primeros párrafos el narrador enlaza la pasión de Umberto Eco por este
escritor, manifiesta en El nombre de la
rosa (su persecución de ciertas claves ocultas) con el borgiano
acercamiento a todas las rosas célebres de la literatura. Aclara que todas esas
elucubraciones fueron parte de su tesis sobre el ultraísmo y su fundador. Se
detiene en las veces en que la condesa Álvarez de Toledo es evocada en los
libros de Borges[4], en
ciertos textos teóricos de Gerard Genette y en el apego de Elvira Orphée a la
teoría del palimsesto[5].
A partir de estas menciones podemos suponer que, si en las dedicatorias “a la
memoria de Letizia Cerio de Álvarez de Toledo, Elvira Orphée y Carlos Rafael Giordano[6]”,
el único no nombrado es este último, está siendo él el narrador-bricoleur que extrae elementos de diversos conjuntos y a partir de los que
constituye uno nuevo en el cual ninguno de los viejos elementos reencontrará su
función original [7]. A su voz, que es la base de todo el
entramado, van a ir uniéndose todas las otras: la de Elvira, en el capítulo en
el que ese narrador protagonista dialoga con ella y le dice “Carlos”; la de
Letizia, en el que transcurre en el Palazzo
Cerio; la de Ingrid, su mujer, en varios y diversos.
Si estas
son las “voces” principales de la sinfonía coral, ¿a qué me refiero cuando digo
que hay en ella movimientos, temas y variaciones?
Las ocho partes de El
libro… (“La rosa”, “Anna Letizia Fiammetta Elena Cerio”, “La sibila:
Elvira Orphée”,” Trabajo de lectores”,” Odiseo”,” La biblioteca del Palazzo
Cerio y el fichero supremo de Salaverría”, “Volver” y “Epílogo”) constituirían
los movimientos. En cada uno de ellas aparecen, como en cuenta gotas, los
grandes temas: las biografías de Carlos Giordano, de Letizia Cerio y de Elvira
Orphée. En esas distintas partes, se habla de lo que constituirían las
variaciones: quiénes fueron los antepasados y descendientes de todos ellos, sus
amistades, sus parientes, sus amores, cuáles fueron sus tareas y básicamente su
relación con el libro infinito, que había sido citado por Leticia en uno de los
libros de Borges. Al hablar de las tareas del narrador (crítico literario y
profesor de literatura argentina) y de las artistas Letizia Cerio (pintora y
amiga personal de Borges y muchos otros miembros de su generación) y Elvira
Orphée (estudiante de letras y escritora
emparentada con Victoria Ocampo), entra a tallar como tema la literatura argentina más canónica.
Podríamos abordar capítulo por capítulo y mencionar en cada uno de ellos cuál
es la variación que se produce de estos grandes temas, pero es necesario dejar
de lado este “trabajo de lector” o mejor de lectura a quienes aborden El libro….
Vamos
ahora la infinidad de voces que se entretejen (aparte de las del narrador, de
Elvira, de Letizia o de Ingrid que dialogan con él en varios segmentos).
Decíamos
que El libro… alude la noción teórica
de palimsesto, y lo hace junto a las de urdimbre, trama, tela tomándolas como
metáforas de texto cuyos preciosos hilos se entretejen, ¿cuáles serían (aparte
del texto borrado e invisible del que hablábamos al comienzo) los hilos más
visibles? Uno de ellos es la presencia de teorías (Gérard Genette al comienzo,
Roland Barthes, más adelante). Otro, y dado que los personajes son estudiosos o
parte de ciertas generaciones literarias, es la fuerte impronta de la
historiografía literaria latinoamericana y argentina y de la crítica escrita
durante todo el siglo XX que hace mención a la vida intelectual y literaria
propia de varios campos culturales europeos y americanos del siglo XX[8].
La tercera y absolutamente poderosa es la presencia de textos literarios que se
entrelazan. Nos detendremos en ellos ya que forman el meollo de El libro…, tanto a nivel de la historia
narrada, como a nivel del discurso con el que se la narra. En cuarto lugar,
podríamos mencionar la presencia de discursos como la política, las ciencias y
las artes en general.
La
historia es la de la búsqueda, hecha por el narrador protagonista, del libro
infinito mencionado en la nota final de “La biblioteca de Babel” de Borges. Si
la existencia de esa nota vuelve a reiterarse en varios capítulos es porque en
todos va a producirse el rastreo y el final encuentro con el libro, momento de
revelación que tanto Orphée como Giordano experimentarán en Capri, en la
biblioteca del Palazzo Cerio. Ambos lo viven como una aparición a partir de la cual todo lo vivido en sus
respectivas existencias vuelve a pasar ante sus ojos, como dicen que ocurre en
el momento de la muerte.
El
discurso que narra esta historia está mechado permanentemente con citas de
poemas y textos narrativos diversos puestos ahí a través de la palabra de los
distintos personajes que se muestran como grandes conocedores de la literatura.
Después de
la cita textual del poema “La rosa”, señalada como todas ellas por el uso de la
cursiva, encontramos esa marca en los títulos de ciertos libros de Borges, Eco,
Lugones, Güiraldes, Proust, Virgilio, Dante, Cervantes, Joyce, Jensen, de
Torre, Orphée, Morante, Woolf entre otros esparcidos por todo El libro…. También en las citas en prosa
de la nota final de “La biblioteca de Babel”, de la enseñanza a los lectores
que deja el cuento “Pierre Menard, autor
del Quijote” y un fragmento de Los
muertos de James Joyce.
Más hacia
el final aparecen citas textuales de otro poema de Borges (puesto como
epígrafe), uno de Oliverio Girondo y varios que Ingrid, valiéndose de la teoría
del palimsesto, atribuye a una alumna de Giordano. Uno de ellos es con
seguridad un poema de la propia Liliana Bellone, tomado del poemario La travesía del cuerpo (1992). Aparecen
también tramos de una novela de la misma autora, Fragmentos de siglo (1999), uno de cuyos personajes es Ismael,
nombre dado a Carlos Giordano en aquella novela[9].
La historia de Elena Hossman, madre de Letizia, que con variaciones, aparece en
varias partes, es condensación de En
busca de Elena, novela que constituiría un primer tomo de la saga de la
familia Cerio, siendo El
libro de Letizia (novela de Capri), el segundo tomo.
Existe,
como en otros libros de Liliana, la alusión permanente a obras clásicas.
Mencionar a Elvira Orpée como la sibila es una de ellas. Señalemos unas pocas.
Indrid, evocada como Antígona y Eurídice, es “la de hermosa cabellera” , epíteto aplicado a Helena de Troya en La Odisea. El nombre de una parte de El
libro… es el de su
protagonista Odiseo ya que Capri es como “la tierra de las sienas” para el
narrador protagonista.
Los
fragmentos, también textuales, de letras de tangos entrarían en el conjunto de
las múltiples menciones a otras artes, entre las que figura la recuperación del
folklore en la Argentina de los años ’40. En esa época, Leticia vive en
Argentina con su madre, Elena Hossman, fotógrafa que realiza viajes por el NOA
y que, anteriormente, había vivido en el Monte Veritá donde había estado
también la bailarina Isadora Duncan, entre otros intelectuales y artistas. La
mención a la colonialidad de la ciudad de Tucumán y su posterior
afrancesamiento hace alusión a la arquitectura. La profesión de Letizia y de Norah Borges, a la pintura y las
amistades que Letizia y Elvira forjaron en Capri, al cine, ya que esa isla fue
meca de directores y actores en los ’60.
Tanto la
arqueología como la etnografía, la paleontología, la antropología y la geología son mencionadas tanto en los viajes de Elena Hossman como en las
colecciones del Palazzo Cerio.
La
historia de los avatares políticos que les tocó vivir a los protagonistas ocupa
importante lugar. La Segunda Guerra Mundial, situación que llevó a Leticia a
residir en Buenos Aires, es mencionada varias veces, así como la posición de
Argentina en ese conflicto. También las persecuciones que la Triple A y la
dictadura ejercieron sobre los ciudadanos argentinos, contingencia que tocó
vivir a Giordano y a su mujer[10].
Otro tanto ocurre con la llegada a
nuestro país de escritores e intelectuales españoles perseguidos por
Franco, similar a la que ocurrió en Tucumán gracias al crecimiento cultural y
la “modernización” producidos por las riquezas que trajo a la provincia el
florecimiento de los ingenios, episodios vividos por Elvira Orphée, quien
conoció la existencia del movimiento “La carpa”[11].
A causa de los cruces entre estos
discursos sociales (los textos teóricos, historiográficos, críticos y literarios) y la ficción, algunos
de los miembros del jurado vieron esa “ausencia de límites entre la narración y
el ensayo” que mencionábamos al comienzo.
Para finalizar y dado que los temas
abordados (generaciones realmente existentes y autores registrados en las
historias de la literatura, cuyos textos son a veces citados y podemos
conseguir y leer) se produce una verdadera borradura de los límites entre lo
registrado por la historiografía literaria y no literaria y la ficción. Sabemos
que usar nombres de escritores que realmente han existido es una estrategia de
verosimilización que en El libro
de Letizia convive con el
absolutamente fantástico hallazgo del libro infinito, “aleph de papel” como se
dice en algún momento; pero esa falta de límites entre fantasía y realidad ya
estaba predicha en la advertencia inicial que mencionábamos “si bien los personajes de
este relato son reales, debe leerse el texto como ficción” con la que cerramos
nuestro provisorio armado del “rompecabezas”.
Elisa
Moyano
Salta,
mayo de 2020, en medio de la cuarentena
[1]El concurso,
convocado por la Facultad de Letras de la Universidad Castilla la Mancha y
Editorial Verbum de Madrid (España) en el año 2020, tuvo 532 participantes.
https://pagina 12.com.ar/263356-una-mujer-ilustre-me-llevo-a-otra-mujer-ilustre
[4] Cabe mencionar
que una de las veces es la nota final del cuento “La biblioteca de Babel” que
aparece “casi fuera de la ficción” según El libro… Es la que habla
de un libro infinito mencionado reiteradas veces en esta
novela. Su búsqueda incesante constituye su historia.
[5] Finalmente habla de su amor por Ingrid quien será la que, inspirada en
dicha teoría, más adelante, descubrirá la autoría de ciertos textos anónimos
transcriptos.
[6] Sabemos por la
autora que, en la Universidad Nacional de Salta de los ‘70, ella fue discípula
de un profesor de ese nombre y que su historia fue novelada por ella en Fragmentos de siglo. En este texto,
Giordano lleva el nombre de Ismael y se le atribuye la redacción de dos
capítulos. En trabajos anteriores sobre textos líricos de Bellone, pudimos
descubrir las huellas que en ellos dejaron los de éste profesor, atravesados
por el neobarroco.
[8]
Los textos críticos pueden ser reales, o ficcionales, publicados o no. Ejemplos
de ello son las menciones a los libros sobre las vanguardias publicados por
Guillermo de Torre o la tesis del narrador protagonista, el profesor Carlos
Giordano, sobre la generación argentina de Florida y Boedo y sus revistas.
[10] Hay una
mención también al retorno de la democracia y a la CONADEP, como
texto en el que fueron puestas de manifiesto las arbitrariedades de la
dictadura. En estos segmentos vemos que la
autora logra un justo punto medio entre las posiciones extremas de una polémica
(mencionada en la novela) entre David Viñas, embanderado en la literatura
comprometida y el narrador que prefiere una literatura que se acerque más a lo
misterioso.
[11] En esa oportunidad se menciona a los protagonistas de ese importante
movimiento, registrado por la historiografía
literaria del NOA.
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