lunes, 24 de agosto de 2015

Evita Perón, según Marcos Aguinis

LIBROS 
Evita Perón, según Marcos Aguinis
En su nueva novela, “La furia de Evita”, Marcos Aguinis le da voz a Eva Perón y recorre su vida desde su infancia y juventud hasta la importancia que adquiere durante el primer peronismo.
Por Gustavo Pablos
Una característica de las grandes figuras históricas, y más aún de las que han alcanzado el estatuto de "mito", es que una y otra vez son revisitadas y se convierten en fuente de inspiración para nuevos relatos. Desde el poema hasta el ensayo, pasando por la novela o el cuento, y oscilando entre el panegírico, el panfleto, la sátira y demás registros, una y otra vez se las rescata en un intento a veces enmascarado, y otra no tanto, de "apropiación" en función de las posiciones políticas y estéticas del autor.
Es lo que ha sucedido y continúa sucediendo con Eva Perón, quien ha motivado de manera directa e indirecta una gran cantidad y variedad de textos. Sólo en el ámbito ficcional se pueden citar, entre muchos otros, los cuentos "Esa mujer", de Rodolfo Walsh, y "Evita vive", de Néstor Perlongher, las novelas Santa Evita, de Tomás Eloy Martínez, y El amor argentino, de Guillermo Saccomanno, así como los poemas "Eva Perón en la hoguera", de Leónidas Lamborghini, y "Eva", de María Elena Walsh.
También Marcos Aguinis hizo su propia experiencia de inmersión en el mito y salió a la superficie con La furia de Evita (Sudamericana). "La idea del libro me fue sugerida por mi agente literario, pero la rechacé con fuerza porque consideraba que el tema ya había sido agotado -comenta el autor sobre su decisión de revisitar la figura de Evita-. Pero curiosamente me daba vueltas, tal vez por el uso y abuso interesado que se hace de su vida transformada en mito. De súbito se me ocurrió que ella estaba enojada por ese abuso y que tenía muchas ganas de hablar por sí misma, de humanizarse".
La novela está contada desde la primera persona de Evita, elección que se debió a que Aguinis considera como la forma "más directa y verosímil" de presentar su historia, y son dos las líneas temporales que confluyen en la narración. Una cuenta su infancia en el pueblo de Los Toldos, los conflictivos primeros años como hija de un padre que no la reconoce, las luchas de su madre por sobreponerse a las adversidades, la posterior radicación de la familia en Junín y el viaje de Eva a Buenos Aires.
A partir de ese momento se sucede el relato de sus idas y vueltas, los fracasos como actriz de cine y teatro, su ocasional éxito en el radioteatro, la pobreza, las humillaciones y, por consiguiente, la bronca y el resentimiento que estas despertaron. Aguinis le hace decir a su narradora: "Dicen que la infancia es un paraíso. Para mí no lo fue. Por eso me disgustaba hablar de esa etapa, así como de mi juventud, que fue sometida a varias formas de tortura. Con mis hermanos proveníamos de ovarios y testículos antagónicos. Éramos descendientes de un estanciero y una marginal; en otras palabras, de la oligarquía y de los descamisados".
Después vienen los años de la relación con Perón, desde que se encuentran en 1944 y lo que sigue posteriormente: el rechazo inicial de los cercanos al general, el paulatino acercamiento al poder, la influencia decisiva en las decisiones sobre política social y sanitaria, hasta que de a poco se convierte en la figura en torno a la cual gravita gran parte del movimiento peronista.
La otra línea, que actúa como pivote y que el autor utiliza para contar las alianzas internacionales que realiza el peronismo, se dedica al viaje de tres meses que Eva Perón hiciera en 1947, como representante del gobierno, a una serie de países europeos (España, Portugal, Italia, Francia y Suiza) y el encuentro con mandatarios y personalidades de la política: las reuniones, los actos y ceremonias a que es invitada y, entre otras cuestiones, su manera un tanto personal de afrontar los protocolos.
Aguinis, breve y reticente, señala: "Opté por la movilidad en el tiempo, para incentivar los contrastes y, a la vez, iluminar el hecho de que una persona real es muchas personas a la vez".

Aventuras y desventuras
Desde las primeras páginas y hasta bien avanzada la novela, a Evita se le atribuyen, entre muchos otros, algunos con una carga positiva y otros negativa, los adjetivos de "ingenua", "ambiciosa", "arribista", "resentida". Sin embargo son precisamente esas características, ensambladas de forma única en su personalidad, las que le permitirán avanzar desde la condición de una chica pobre de pueblo, bordeando los padecimientos más extremos, a la de actriz frustrada y con escaso talento hasta posteriormente llegar a ser, ya como esposa de Perón, la principal motorizadora de las transformaciones sociales y políticas en el país.
Así, de ocupar una posición más bien secundaria y decorativa, la que se esperaba de una mujer en esa época, Evita llega a situarse casi a la par y así orientar gran parte de las decisiones. Y es precisamente el carisma para dirigirse hacia las personas de la clase en la que había nacido, uno de los méritos que le permite la transformación: "Me empezaba a dar cuenta de que no importa mucho qué se dice, sino cómo se dice. La gente puede olvidar las palabras, no su tono. Es necesario llegar al corazón", le hace decir el autor a la narradora de la historia.

"Evita siempre valoró la cultura de Perón y entendía que era el verdadero conductor -señala Aguinis-. Pero su acción social directa, su cercanía con los necesitados, sus resentimientos, sus impulsos, su temeridad, imprimieron al peronismo de una fuerza que no tuvieron los autoritarismos anteriores, cualquiera fuera su signo". Sin Evita, continúa Aguinis, el peronismo "no habría tenido un ingrediente de ‘paraíso perdido'". "Ella era 'el hada buena' y si no hubiese muerto, no habría ascendido tan fácil al nivel de los mitos".

Un rasgo llamativo es que la protagonista, en el repaso que hace de los hechos que le han tocado vivir, a veces tiene una mirada crítica sobre las decisiones de su esposo, de ella misma y del movimiento al que perteneció. Es decir, cuenta su vida desde un saber que sólo lo proporciona la "inmortalidad", y que es adonde habría ingresado según las palabras de quien informó al pueblo, por cadena nacional, de su muerte. Consultado sobre si el recurso fue utilizado para indicar sus diferencias históricas y actuales con el peronismo, el autor señala: "Un dato importante es que Evita fue franca, sincera, brutal, aunque a menudo forzada a simular lo contrario. Es obvio que la historia del movimiento peronista, con sus contradicciones y altibajos, la motiven para formular críticas".

La furia de Evita
Marcos Aguinis
Editorial Sudamericana
352 páginas
2013
Precio sugerido: $ 139

Perfil. Marcos Aguinis nació en Río Cuarto, Córdoba. Ha publicado las novelas La cruz invertida, Refugiados: crónica de un palestino, La conspiración de los idiotas, Profanación del amor, La gesta del marrano, La matriz del infierno, Los iluminados, Asalto al Paraíso, La pasión según Carmela y Liova corre hacia el poder. Entre sus ensayos se encuentran ¡Pobre patria mía!, Carta esperanzada a un General, Las redes del odio, Un país de novela, El atroz encanto de ser argentinos, Elogio de la culpa y Elogio del placer.



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