domingo, 14 de abril de 2019

Polisistema y literatura latinoamericana


La teoría del polisistema
como marco de análisis de la densidad del fenómeno literario latinoamericano
Rafael Gutiérrez
U.N.Sa. 11/04/2019

                La cátedra de “Problemáticas de las literaturas argentina e hispanoamericana” fue creada cuando se implementó el plan de estudios 2000 para la carrera de letras en le U.N.Sa., por el cual se redujeron los espacios curriculares correspondientes a las literaturas argentina e hispanoamericana a una sola asignatura anual. Para subsanar esa carencia, entra ambas cátedras, a cargo de Alicia Chibán, Elena Altuna y Amelia Royo, crearon una intercátedra que se propuso la lectura de problemáticas que atravesaban a ambas literaturas, lo que permitiría una revisión crítica de cuestiones fundamentales que en general se dan por sentado en el temprano cursado que los estudiantes tienen de las literaturas. Por lo tanto se abordarían cuestiones como canon, corpus, criterios de selección, genericidad, relaciones entre centro y periferia e instituciones.
                Ese planteamiento requería de marcos teóricos cuya mirada permitiera la revisión crítica de la conformación del campo literario con instrumentos capaces de revisar los corpus consagrados, los motivos que los posicionaron así frente a otros que circulan por otros canales y superar posicionamientos puramente subjetivos.
                En el Departamento de Lenguas de la la U.N.Sa. se había realizado en 1988 la traducción del Poetics and comparative de Itamar Even Zohar, a cargo de la Prof. Liliana Fortuny; con lo cual el modelo teórico elaborado en Tel Aviv en la década de 1970 comenzó a circular en las cátedras de Letras en Salta. En 1996 se realizó la publicación del fragmento “Polisistema: procesos y procedimientos” en la antología N° 1 de Literatura de Salta. Historia Socio-cultural, dirigida por Zulma Palermo y Elena Altuna.
                Los estudios de Antonio Cornejo Polar y luego lo de Ana Pizarro habían enfatizado la necesidad de ampliar los estrechos márgenes que tenían los enfoques para delimitar el campo literario como objeto de estudio académico. Por lo que, atenta a esos planteamientos, la nueva intercátedra vio en la teoría del polisistema un instrumento capaz de repensar la densidad del fenómeno cultural que iba más allá de una uniformidad lingüística, cronológica y espacial, tal como se habían trazado la mayoría de las historias de la literaturas a lo largo del siglo XX.

                La comprensión de los fenómenos semióticos humanos desde una perspectiva polisistémica permite abarcar y explicar una mayor cantidad de objetos y procesos que quedaron obturados por los alcances de otros marcos teóricos o por prejuicios de los investigadores que negaban estatus literarios a determinados campos –ya sea tanto por subestimación como por sobreestimación-.
                La perspectiva del polisistema permite relevar tanto textos como autores y su condición de existencia dentro del campo literario, también la producción crítica, la escolarización y el mercado en un espacio social heterogéneo y en conflicto pues incluye tanto lenguas en contacto como interacción entre distintos –lectos en circulación en un período dentro de un espacio fluctuante.
                Por lo general se asocia la expresión “literatura” con un corpus de textos y autores ordenados en una serie diacrónica sobre un espacio homogéneo, estimados por ciertos valores que les dan carácter canónico y que –a su vez- sirve de parámetro para incorporar las nuevas apariciones dentro de ese canon.
                Una revisión de ese corpus permite reconocer que se constituyó en base a una cultura dominante que hace uso de una variante prestigiosa de una lengua predominante. En Latinoamérica el canon claramente se construyó en  base a la producción de una parte determinada de la comunidad que hacía uso de esas dos claves sociales: –el lecto más prestigioso y la escritura, ambos derivados de modelos europeos que se consolidaron durante el período colonial y que no sufrió mayores variaciones durante el período del surgimiento de los nuevos estados nacionales que va desde principios del siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XX, pues la cultura letrada estuvo restringida a una franja social muy delimitada, aún en la Argentina con su ley de educación obligatoria y universal.
                Si revisamos ese sistema construido diacrónicamente con una unidad de sucesión lineal sobre un espacio homogéneo, en primer lugar podríamos criticar la falacia de esas unidades que no se corresponden ni espacial ni temporalmente con las actuales comunidades que dicen representar. Pero si atendemos específicamente a la conformación del sistema literario podemos encontrar anomalías que muestran una heterogeneidad que se trató de solapar. Por ejemplo la producción de Sor Juana Inés de la Cruz es consagrada tempranamente  como un significativo representante de la literatura del siglo de oro español, pero si revisamos la totalidad de sus textos encontraremos formas poéticas muy populares con remedos de –lectos no prestigiosos, como los que emplea la comunidad afroamericana, los mulatos, los indios y mestizos que conviven con la comunidad criolla, e incluso en otra lengua segregada política y socialmente, el nahual. En el caso argentino, su primer canon La lira argentina reúne la producción de las primeras décadas del siglo XIX –momento en el que la estética dominante es el neoclasicismo- con producciones anónimas y de autor que remedan la poesía popular en un sociolecto menos prestigioso. Expresiones que luego la crítica relevó –desde sus inicios- como los antecedentes de la poesía gauchesca, elevada al rango de expresión más auténtica de la argentinidad. Ese procedimiento generó una paradoja en el sistema literario y su funcionalidad social.
                La literatura tiene entre sus funciones la de operar como “norma ejemplarizadora” y es en esa norma en la que la crítica se expresa pero es ella misma la que colocó en un lugar central a la literatura gauchesca, cuyo texto más representativo parodia la expresión poética popular de tradición rural en una variante dialectal alejada de la norma prestigiosa considerada estándar.
                Esa anomalía fue textualizada en la novela de Ricardo Piglia La ciudad ausente (1992) en el que un catedrático húngaro, Lazlo Malamüd, recibe reconocimientos internacionales por su dominio de El Martín Fierro, pero es incapaz de comunicarse con los argentinos.
Hablaba conmigo en un idioma imaginario, lleno de erres guturales y de interjecciones gauchescas. A media lengua trataba de explicarme la desesperación que le producía verse condenado a expresarse como un chico de tres años. (Piglia, 2013: 15)
                Son esas anomalías en el sistema a las que el investigador debe prestar atención para buscar una profundidad en el sistema que no fue atendida. Es a lo que se refiera Ana Pizarro cuando habla de “densidad” y que puede percibirse con más claridad cuando se atiende a las otras variedades lingüística y a las otras lenguas que están interactuando en el mismo momento y en el mismo espacio.
                Reiteramos la advertencia que realizó Itamar Even Zohar, no se trata de valorar las producciones marginales en detrimento del canon vigente, eso es una simple demagogia improductiva. Se trata de relevar todas las producciones que fueron dejadas de lado y en función de ello establecer cuáles fueron las interacciones entre los distintos sistemas y sus componentes para la estabilización y circulación de un canon.
                Los factores intrínsecos al polisistema literario no son suficientes para explicar la formación y consolidación del canon, es necesario considerar otros factores de la sociedad. Por ello la teoría del polisistema atiende a otros componentes que determinan el mismo fenómeno literario.
                Como ejemplo podemos tomar la literatura argentina conformada a partir de un reconocimiento de la crítica periodística y académica, de las demandas de mercado y su estimación por el sistema escolar. Todo eso inserto en una sociedad que está organizada en base a diferencias de grupos caracterizados por rasgos distintivos y, entre ellos, el lenguaje es fundamental a través de sus –lectos y lenguas diferentes.
                A la conformación de un corpus por la producción de textos, su aceptación no sería posible si no hubiera una circulación por medio de un sistema editorial que, a su vez, implica la selección para publicación y su promoción en el mercado orientado a grupos de interés (hombres, mujeres, niños, adolescentes, escolares en distintos niveles, etc.).
                Un fenómeno que cruza mercado escolar y mercado extraescolar es la edición y reedición de textos que el sistema escolar considera clásicos ineludibles y los que se promocionan como lecturas que forman parte de una homogeneidad que requiere la cultura para que sus miembros se reconozcan como pare de una comunidad. Esa comunidad trasciende a la nación-estado porque sus miembros se reconocen como parte de comunidades supranacionales: Hispanoamérica o la cultura occidental.

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