viernes, 5 de mayo de 2017

En busca de Elena

PROLOGO

   En busca de Elena es un conjunto de cuentos/relatos que distribuye su porción de belleza poética, manifiesta en el justo epígrafe tomado de “In memoriam A.R.” *del libro  El Hacedor de Jorge Luis Borges, dado que, Liliana Bellone, selecciona con sugerente inteligencia lectora, esos versos que bien funcionan como equilibrado paratexto de quien como ella, “no se olvida del verso para ir en busca de la renovación de la prosa”. El glorioso apetito de la lectura de los clásicos se encauza desde el principio por estos relatos; la tentación del sublime mundo del arte suena entre las letras del universo de Bellone. Un submarino que se sumerge en tono poético, que gira hacia la prosa y mira en su estilo hacia la Italia y su arte mediterráneo.
   Escritura de la transversalidad; especie de “ficciones cartográficas” que circulan a través e diferentes puntos cardinales; un espectro híbrido, entre investigación, prosa poética y entramado de versiones, con dones biográficos y una seductora y cauta autorreferencialidad literaria, a veces, que juega, con su modo de narrar, a reforzar el verosímil.
  Su proceder escriturario tiende al formato de un árbol de ramas que sostienen diversas  disciplinas del arte y la ciencia: literatura, pintura, fotografía, arqueología, y hasta alusiones al cine.  El primer relato,”En busca de Elena”, es atravesado por tres versiones: el poeta, el novelista y el arqueólogo. Todo se sucede como en un pliego en miniatura que al desplegarse contamina con pinceladas de la cultura europea, puesta en diálogo en el interior de su escritura con la cultura argentina; la epigonalidad, el universalismo, logrados mediante el complemento de los relatores; además,  un procedimiento de enlace, por el cual, los  puntos se tocan por este efecto transversal. Elena funciona como un núcleo, alrededor del cual, se tejen instantáneas  del campo cultural argentino, y  pequeñas reseñas íntimas, roces con cierta subjetividad y sentimientos del ambiente, y hasta de la política. La autora muestra su capacidad para tender redes entre personajes de la literatura argentina, de otras latitudes y de otros campos, sin vulnerar, en apariencia, ciertos datos, tantos así es, que utiliza la estrategia del transcriptor en el pie de página para transcribir parte de la biografía de Elena. A la vez, consigue vulnerar al lector con las historias “mínimas” y ciertas anécdotas de los relatores.
    Sorprenden sus modos de clivar realidad y ficción. Elena, la protagonista del primer relato, reúne lo latinoamericano con lo europeo mediante la estrategia del viaje, que se prolonga y reitera en “Las iniciales”, con lo cual, se materializa la cuestión de la búsqueda de sí, o de la propia escritura. Se amalgama el exotismo americano con la grandiosidad “grecolatina” en un viaje de conocimiento al estilo dantesco: alegoría de un proceso (no de purificación del alma) de revelación del sujeto que es cuerpo de su propia construcción: búsqueda de elevación y revelación por la escritura. En  “Las iniciales” ese viaje de aprendizaje es definitivo, el de los que no se salvan, o de los salvados; el de los grandes pecadores; el de los redimidos que llegarán al paraíso: la voz del barquero y las voces de  Virgilio y Dante  resuenan  como la de los grandes maestros; más allá del oscuro océano de la vida, en donde los poetas  se purifican por la verdad del verso, porque la poesía es “luz” salvadora. Es decir que invade a partir del discurso del “otro” pero desde este, su lugar. Con un proceder provocativo, la autora intertextualiza y modaliza la imaginación para confesar sus genealogías culturales-literarias.
    En “Tríptico del arte”, una narración testimonial de los hechos alude a los tiempos de la fundación de la ciudad, a la historia y a la religión católica; una muestra del modelo colonial regente en Salta a través de la imagen de la Virgen, de Cristo y del amor profano. La metáfora del artista, orfebre, escultor implica un significante: descolonizar los espacios colonizados. Se construye una imagen a semejanza de lo americano y no de lo español. Inclusive, apela a la parodia de la imagen sagrada de Cristo, (un símil del Cristo roto de México) que por desplazamientos alude a los pueblos oprimidos de América.
     El discurso de Bellone muestra y representa de qué modo lo hegemónico doblega a las culturas y a las tradiciones propiamente latinoamericanas, y cómo la religión cristiana fue un espacio poderoso de dominación mediante sus prácticas socio-culturales sobre las comunidades americanas; a la vez que las advierte desvalorizadas, al apelar a un significado profundo y místico que implica en sí misma, la figura de un Cristo sin brazo, casi vencido, para luchar contra el poder.
     Una lucha de siglos es la vida, y el arte, en todas sus manifestaciones, una fuerza poderosa para refractar los caminos del hombre y su existencia, tanto en lo terrenal como en la relación con las creencias. Entre otros, Ovidio y Virgilio, figuras del paradigma clásico y de un sentido primordial de la belleza, son parte de la concepción de arte y de la belleza que sostiene la escritora en su discurso.
     Sin desvincularse del acto de crear, y de lo específicamente literario, “La lectora”, se inicia con  una enumeración elocuente de lo que implica la formación de un escritor como un gran lector, se registra un número de autores y nombres de obras canónicas
que representan a una generación de lectores. Borges, alguna vez dijo que antes de ser un escritor era un gran lector, y de eso trata este relato. Es el camino de la formación de un escritor. En definitiva, la literatura dentro de la literatura, lector/escritor. Un texto que fusiona la escritura dentro de la escritura: el mapa intertextual; los textos que hablan dentro del propio texto. También lo advierte en “La reunión de lectura”, a través de una serie que se desgaja de otras lectura, habilitando nuevos procesos escriturarios, entre huellas y borradura; juegos y palimpsestos, a los que se suma el valor que implica el hecho de volver a leer un mismo texto (Borges siempre releía) que aparentemente es el mismo pero no lo es, porque como el tiempo, el lector modifica su hermenéutica del texto, lo enriquece, comprende otras situaciones, le da otros sentidos.
     “Anotaciones para un cuento” contempla una materialización similar, en tanto desarrolla el concepto de la escritura como un acto de acción y dedicación, con el rigor del poeta; allí está la capacidad de encontrar la palabra y el lenguaje adecuados. La creación es una labor permanente y sistematizada, así como la docencia es un acto de transmisión de la escritura, y no siempre todo docente de las letras puede ser un escritor.
    Hay en todo este espacio textual, estructuras fragmentadas en las que intercala micro-historias como la de “El Cucú”, “La pecera”, “La casa”, intercalando la cotidianeidad, el recuerdo, hasta la posmodernidad fría del cemento transparente y de sus sujetos autómatas. Un ir y venir, entre el pasado y el presente, por donde aparecen las huellas de las lecturas de Liliana Bellone, a veces en el tejido más superficial del relato, o bien, más sumergidas, en su inclinación por los paradigmas clásicos no re-visitados u olvidados, mediante la metáfora de la casa que envejece y se destruye. A la vez, la simpleza y lo mínimo para mostrar una forma de ser, en “Relato argentino”, y la historia de una identidad en “El niño”. Todos y cada uno a su modo, para representar concepciones de la escritura; de la libertad que implica el arte y la literatura, dentro del complejo sistema al que pertenecen la lectura, la escritura y la creación.
    Juego de ambiguos cruces entre los géneros; confusiones de un yo, simulacro de  mundos reales y literarios, entre las fronteras de lo autorreferencial, lo biográfico, las prácticas de la investigación, los usos de los testimonios como en “Crónica de la viña”,o en las fronteras de la fantasía y lo velado en “La señora de la bohardilla”.
    Por otra parte, desde la defensa y supervivencia de la lectura, la escritora construye una suerte de gestualidades mezcladas que se traducen en la escritura, en sus apropiaciones y distancias, a la vez. Hay en su discurso, el carácter mestizo de una escritura en espejo, en donde lo europeo y lo argentino se mezclan, en donde no se registra una idea purista en el arte, sino una cosmovisión universal, implantada desde su lugar de lectora y escritora latinoamericana.
 
                                                                                    Liliana Massara
                                                                              Facultad de Filosofía y Letras
                                                                  Universidad Nacional de Tucumán 



* En el poema “In Memoriam A.R.”, de Jorge Luis Borges, las iniciales remiten al escritor y estudioso mexicano Alfonso Reyes.                                                                          

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