miércoles, 1 de febrero de 2017

WALTER RELA por Graciela Maturo

Homenaje a WALTER RELA, en la hora de su muerte
El 30 de diciembre del año 2016, cerraba sus ojos en Montevideo el Dr. Walter Rela, investigador de la Historia y las Letras del continente americano. Se nos iba un gran humanista,  un vigía de la cultura,  un leal  e invalorable amigo.
Recuerdo, con ciertas imprecisiones, que nos conocimos personalmente en junio de 1981, cuando fui invitada para dar un ciclo de conferencias en el Instituto de Filosofía, Ciencias y Letras de Montevideo, que él por entonces dirigía, y que ha proporcionado  la base de la Universidad Católica del Uruguay.  El recibimiento que me hizo  juntamente con sus colaboradores  es para mí inolvidable. Pretendí desplegar, a lo largo de  cinco conferencias, mi enfoque crítico humanista de la literatura[1] y admito que la cálida acogida recibida en  Montevideo fue para mí decisiva y abrió una corriente de recíproco intercambio. Ese  encuentro dio lugar a una intensa amistad con Walter y Rosalba que ha durado más de 30 años de esporádicas visitas. y constante diálogo.   
Un momento memorable de ese diálogo ha sido nuestro encuentro en las Jornadas de Literatura Colonial  del Cono Sur,  que organizamos en el 2001 en la Universidad Católica Argentina, de  Buenos Aires. Entonces, además de enriquecernos con el  brillante aporte académico de Walter,  dejamos iniciado un Instituto Internacional de Estudios Coloniales del Cono Sur, que continuó  algunas actividades por un tiempo en ambas orillas del Plata. Lo he visitado en Montevideo en dos oportunidades, y hemos mantenido una fluida y constante correspondencia, aprovechando los medios a nuestro alcance.
A comienzos del 2015, y advirtiendo  en el ánimo de mi amigo cierta nostalgiosa actitud por el inminente cumplimiento de sus 93 años, quisimos con un grupo de amigos ofrecerle una alegría: la publicación de un ramillete de artículos en su homenaje. Escribí a varios académicos y colegas de Uruguay y Brasil que mucho lo estimaban, pero no he sabido que esos artículos alcanzaran  a escribirse ni  a publicarse,  y creo que solo unos pocos llegaron a sus manos. Hoy retomo palabras de aquel homenaje, que recibió conmovido, y  lo hago al enterarme de su muerte, en un acto de recogimiento y devoción.
El perfil de Walter Rela ha sido  el de un humanista, pluralmente interesado por la historia, las letras y las ciencias. Su vida, largamente vivida, comporta años de trabajo lúcido y tesonero, caracterizados por haber sembrado a su alrededor, con generosidad, semillas de humanidad, instrumentos de conocimiento y respeto por la cultura, es decir –platónicamente hablando-  su entrega a  la belleza, la verdad y el bien.
Su fuerte era ese  campo que antes fue llamado las “humanidades”, donde se concentra el interés por el hombre, sus ideales, su cultura, su actividad sobre la tierra, su memoria retomada y direccionada hacia los que nos siguen en el tiempo.  En el fondo de tal humanismo  no se halla la prepotencia de la modernidad autosuficiente sino la actitud iluminadora del hombre de fe, del estudioso que comprende la lucha del hombre sobre la tierra, situación que solo halla sentido en la adhesión profunda a valores éticos y solidarios, sobre un sustrato de convicciones y esperanzas.
El modo de trabajo del humanista Walter Rela ha sido penetrado por el amor a Dios y al prójimo, y es este amor el que ha generado su sabiduría. Uruguayo, íntimamente ligado al sentimiento de su patria rioplatense, se ha mostrado como un hijo de la comunidad de países hispano-luso-americanos. Su corazón se abrió hacia la consideración de la historia regional y continental, y al estudio de las letras de esa región. 
La   múltiple actividad  de Walter Rela  como docente, investigador y documentalista se ha repartido entre distintas universidades de Uruguay, Argentina, Brasil, Chile, los EEUU, España, la República Dominicana, etc., donde alcanzó los más altos reconocimientos, becas, premios y doctorados.
Su labor escrita, iniciada  en la década del 60,  no cesó  de crecer hasta los años recientes, poniendo en relieve su singular concentración y tesón en el trabajo crítico, la rigurosa compulsa de fuentes, el celo por el dato, el respeto por textos y autores, rasgos propios  del estudioso humanista, formado en climas académicos.
No haré aquí el censo de sus numerosas publicaciones, sólo recordaré aquellas que todo estudioso de las letras hispanoamericanas o lusoamericanas ha conocido gracias a la minuciosa labor del Doctor Walter Rela:  sus estudios sobre el teatro uruguayo, y en particular sobre Florencio Sánchez; su consideración de Horacio Quiroga, Felisberto Hernández y otros grandes cuentistas hispanoamericanos;  su permanente indagación sobre el Martín Fierro, poema nacional de la Argentina Grande (expresión que escuché por primera vez en Montevideo, de un viejo historiador)   al que todo hispanoamericano  ha de sentir como propio, y al que supo esclarecer, no solo con sus comentarios filológicos,  sino con  el rescate de los artículos políticos que había volcado  Hernández, en 1874,  en el periódico La Patria de Montevideo.  
 Todos nos hemos beneficiado con los iluminadores artículos de Walter sobre escritores antiguos y modernos de la Banda Oriental, Argentina, Paraguay, Brasil, que han enriquecido  el acervo crítico y abierto  la comprensión de la cultura continental. Entre otras  publicaciones suyas  recuerdo, en amplio espectro, su magnífico estudio sobre el Teatro Jesuítico en el siglo XVIII, y sus incisivas páginas sobre el Modernismo brasileño. Sin olvidarnos de su utilísima Guía Bibliográfica de la literatura Hispanoamericana, realizada con ejemplar rigor y solvencia,  a través de la cual ordenaba obras y autores de los  siglos XIX y XX,  hasta 1970.
Las ediciones anotadas de Walter Rela, sus repertorios bibliográficos, sus compilaciones documentales, nos han acompañado durante años de trabajo, constituyendo guías indispensables para los estudiosos de las letras hispánicas, y abriéndonos también los tesoros del teatro y la literatura brasileña. En la totalidad de sus trabajos observábamos que el  historiador  Walter Rela era capaz de  descubrir  reveladores nexos culturales entre las escrituras del pasado y del presente. De él podíamos aprender que la literatura, aún en momentos de  ruptura  aparente,  siempre se ha dado como un nuevo brote de antiguos árboles que prosperaron a lo largo de centurias.
Quiero recordar también las exploraciones siempre novedosas y documentadas de Walter Rela en la historia militar, diplomática e institucional del  Río de la Plata,  tareas que  le han valido reconocimientos en los distintos países de la región. Premios e instituciones llevan su nombre, y multitud de lectores y discípulos lo recuerdan.
Estimo que en tareas de integración regional  como las que se vienen   desplegando en nuestra América – y que hasta el momento tienen su acento  en los campos económico, comercial, hidráulico,  etc.- es imprescindible emprender un desarrollo de  la integración cultural, en la cual  será  insoslayable la labor histórica y literaria de estudiosos como Walter Rela. De su labor  como humanista e intérprete de nuestros pueblos, relacionante de sus orígenes, luchas e  historia común, se desprenden constantes,  modos de vida y aspiraciones que unifican a nuestros pueblos en  unidad no forzada ni ideada, sino histórica y genuina. La mirada de Walter ha enriquecido ese panorama, lo ha dotado de sentido y legibilidad, tornándolo  accesible a quienes hemos pretendido transitar rutas americanistas.
Su vivir fue lúcido y fecundo hasta avanzada edad. El marco social de indiferencia hacia el humanismo y la cultura se acentúa día a día en el mundo, en estos años de sequía espiritual que atraviesa la humanidad. Quienes compartimos la fe que sostuvo al Dr. Rela sabemos que este tránsito por la oscuridad es solo el tramo imprescindible que  precede al amanecer. Somos conscientes de que ninguna palabra cae en el vacío- como lo ha dicho Alejo Carpentier glosando una frase del Zohar-  y que es en la obra de los pensadores, historiadores y escritores humanistas donde los americanos han de buscar, necesariamente, las semillas de su continuidad histórica como pueblos, y su posibilidad de realización como cultura legítima y original.
Estoy convencida de que Walter, egregio amigo, maestro, compañero de sueños, no ha trabajado en vano. Las jóvenes generaciones de América sabrán recibir  la sabiduría de su legado.
Graciela Maturo. Doctora en Letras; Investigadora Principal del Conicet; Profesora Consulta de la Universidad Católica Argentina; Miembro de Honor del Centro de Estudios Filosóficos “E. Pucciarelli” (ANCBA),   directora del Centro de Estudios Poéticos Alétheia.
Buenos Aires, enero de 2017.



[1] La síntesis de esas conferencias fue recopilada años después en Graciela Maturo: Introducción a una Hermenéutica del  texto. Buenos Aires, Tekné, 1986, reed. 1995.

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