Homenaje
a WALTER RELA, en la hora de su muerte
El 30 de diciembre del
año 2016, cerraba sus ojos en Montevideo el Dr. Walter Rela, investigador de la
Historia y las Letras del continente americano. Se nos iba un gran
humanista, un vigía de la cultura, un leal
e invalorable amigo.
Recuerdo, con ciertas
imprecisiones, que nos conocimos personalmente en junio de 1981, cuando fui
invitada para dar un ciclo de conferencias en el Instituto de Filosofía,
Ciencias y Letras de Montevideo, que él por entonces dirigía, y que ha
proporcionado la base de la Universidad
Católica del Uruguay. El recibimiento
que me hizo juntamente con sus
colaboradores es para mí inolvidable.
Pretendí desplegar, a lo largo de cinco
conferencias, mi enfoque crítico humanista de la literatura[1] y
admito que la cálida acogida recibida en
Montevideo fue para mí decisiva y abrió una corriente de recíproco
intercambio. Ese encuentro dio lugar a
una intensa amistad con Walter y Rosalba que ha durado más de 30 años de esporádicas
visitas. y constante diálogo.
Un momento memorable de
ese diálogo ha sido nuestro encuentro en las Jornadas de Literatura
Colonial del Cono Sur, que organizamos en el 2001 en la Universidad
Católica Argentina, de Buenos Aires.
Entonces, además de enriquecernos con el
brillante aporte académico de Walter,
dejamos iniciado un Instituto Internacional de Estudios Coloniales del
Cono Sur, que continuó algunas
actividades por un tiempo en ambas orillas del Plata. Lo he visitado en
Montevideo en dos oportunidades, y hemos mantenido una fluida y constante
correspondencia, aprovechando los medios a nuestro alcance.
A comienzos del 2015, y
advirtiendo en el ánimo de mi amigo
cierta nostalgiosa actitud por el inminente cumplimiento de sus 93 años,
quisimos con un grupo de amigos ofrecerle una alegría: la publicación de un ramillete
de artículos en su homenaje. Escribí a varios académicos y colegas de Uruguay y
Brasil que mucho lo estimaban, pero no he sabido que esos artículos
alcanzaran a escribirse ni a publicarse,
y creo que solo unos pocos llegaron a sus manos. Hoy retomo palabras de aquel
homenaje, que recibió conmovido, y lo
hago al enterarme de su muerte, en un acto de recogimiento y devoción.
El perfil de Walter
Rela ha sido el de un humanista,
pluralmente interesado por la historia, las letras y las ciencias. Su vida,
largamente vivida, comporta años de trabajo lúcido y tesonero, caracterizados
por haber sembrado a su alrededor, con generosidad, semillas de humanidad,
instrumentos de conocimiento y respeto por la cultura, es decir –platónicamente
hablando- su entrega a la belleza, la verdad y el bien.
Su fuerte era ese campo que antes fue llamado las “humanidades”,
donde se concentra el interés por el hombre, sus ideales, su cultura, su
actividad sobre la tierra, su memoria retomada y direccionada hacia los que nos
siguen en el tiempo. En el fondo de tal
humanismo no se halla la prepotencia de
la modernidad autosuficiente sino la actitud iluminadora del hombre de fe, del
estudioso que comprende la lucha del hombre sobre la tierra, situación que solo
halla sentido en la adhesión profunda a valores éticos y solidarios, sobre un
sustrato de convicciones y esperanzas.
El modo de trabajo del
humanista Walter Rela ha sido penetrado por el amor a Dios y al prójimo, y es
este amor el que ha generado su sabiduría. Uruguayo, íntimamente ligado al
sentimiento de su patria rioplatense, se ha mostrado como un hijo de la
comunidad de países hispano-luso-americanos. Su corazón se abrió hacia la
consideración de la historia regional y continental, y al estudio de las letras
de esa región.
La múltiple actividad de Walter Rela como docente, investigador y documentalista se
ha repartido entre distintas universidades de Uruguay, Argentina, Brasil,
Chile, los EEUU, España, la República Dominicana, etc., donde alcanzó los más
altos reconocimientos, becas, premios y doctorados.
Su labor escrita,
iniciada en la década del 60, no cesó de crecer hasta los años recientes, poniendo
en relieve su singular concentración y tesón en el trabajo crítico, la rigurosa
compulsa de fuentes, el celo por el dato, el respeto por textos y autores,
rasgos propios del estudioso humanista,
formado en climas académicos.
No haré aquí el censo
de sus numerosas publicaciones, sólo recordaré aquellas que todo estudioso de
las letras hispanoamericanas o lusoamericanas ha conocido gracias a la
minuciosa labor del Doctor Walter Rela: sus estudios sobre el teatro uruguayo, y en
particular sobre Florencio Sánchez; su consideración de Horacio Quiroga, Felisberto
Hernández y otros grandes cuentistas hispanoamericanos; su permanente indagación sobre el Martín Fierro, poema nacional de la
Argentina Grande (expresión que escuché por primera vez en Montevideo, de un
viejo historiador) al que todo hispanoamericano ha de sentir como propio, y al que supo
esclarecer, no solo con sus comentarios filológicos, sino con
el rescate de los artículos políticos que había volcado Hernández, en 1874, en el periódico La Patria de Montevideo.
Todos nos hemos beneficiado con los
iluminadores artículos de Walter sobre escritores antiguos y modernos de la
Banda Oriental, Argentina, Paraguay, Brasil, que han enriquecido el acervo crítico y abierto la comprensión de la cultura continental.
Entre otras publicaciones suyas recuerdo, en amplio espectro, su magnífico
estudio sobre el Teatro Jesuítico en el siglo XVIII, y sus incisivas páginas
sobre el Modernismo brasileño. Sin olvidarnos de su utilísima Guía Bibliográfica de la literatura
Hispanoamericana, realizada con ejemplar rigor y solvencia, a través de la cual ordenaba obras y autores
de los siglos XIX y XX, hasta 1970.
Las ediciones anotadas
de Walter Rela, sus repertorios bibliográficos, sus compilaciones documentales,
nos han acompañado durante años de trabajo, constituyendo guías indispensables
para los estudiosos de las letras hispánicas, y abriéndonos también los tesoros
del teatro y la literatura brasileña. En la totalidad de sus trabajos observábamos
que el historiador Walter Rela era capaz de descubrir reveladores nexos culturales entre las
escrituras del pasado y del presente. De él podíamos aprender que la
literatura, aún en momentos de ruptura
aparente, siempre se ha dado como
un nuevo brote de antiguos árboles que prosperaron a lo largo de centurias.
Quiero recordar también
las exploraciones siempre novedosas y documentadas de Walter Rela en la
historia militar, diplomática e institucional del Río de la Plata, tareas que
le han valido reconocimientos en los distintos países de la región.
Premios e instituciones llevan su nombre, y multitud de lectores y discípulos
lo recuerdan.
Estimo que en tareas de
integración regional como las que se vienen
desplegando en nuestra América – y que
hasta el momento tienen su acento en los
campos económico, comercial, hidráulico, etc.- es imprescindible emprender un
desarrollo de la integración cultural,
en la cual será insoslayable la labor histórica y literaria
de estudiosos como Walter Rela. De su labor como humanista e intérprete de nuestros
pueblos, relacionante de sus orígenes, luchas e historia común, se desprenden constantes, modos de vida y aspiraciones que unifican a
nuestros pueblos en unidad no forzada ni
ideada, sino histórica y genuina. La mirada de Walter ha enriquecido ese
panorama, lo ha dotado de sentido y legibilidad, tornándolo accesible a quienes hemos pretendido transitar
rutas americanistas.
Su vivir fue lúcido y
fecundo hasta avanzada edad. El marco social de indiferencia hacia el humanismo
y la cultura se acentúa día a día en el mundo, en estos años de sequía espiritual
que atraviesa la humanidad. Quienes compartimos la fe que sostuvo al Dr. Rela
sabemos que este tránsito por la oscuridad es solo el tramo imprescindible
que precede al amanecer. Somos
conscientes de que ninguna palabra cae en
el vacío- como lo ha dicho Alejo Carpentier glosando una frase del Zohar- y que es en la obra de los pensadores,
historiadores y escritores humanistas donde los americanos han de buscar,
necesariamente, las semillas de su continuidad histórica como pueblos, y su
posibilidad de realización como cultura legítima y original.
Estoy convencida de que
Walter, egregio amigo, maestro, compañero de sueños, no ha trabajado en vano.
Las jóvenes generaciones de América sabrán recibir la sabiduría de su legado.
Graciela
Maturo. Doctora en Letras; Investigadora Principal del
Conicet; Profesora Consulta de la Universidad Católica Argentina; Miembro de
Honor del Centro de Estudios Filosóficos “E. Pucciarelli” (ANCBA), directora del Centro de Estudios Poéticos
Alétheia.
Buenos Aires,
enero de 2017.
[1] La
síntesis de esas conferencias fue recopilada años después en Graciela Maturo: Introducción a una Hermenéutica del texto. Buenos Aires, Tekné, 1986, reed.
1995.
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