martes, 28 de octubre de 2025
LA GRINGA: UNA FICCIÓN/TESTIMONIO DE ÉPOCA
LA GRINGA: UNA FICCIÓN/TESTIMONIO DE ÉPOCA
En todo sistema literario existen manifestaciones populares. En el caso del sistema literario argentino, el siglo XIX se vo plagado de producciones literarias por parte de los sectores bajos, cuya recuperación ha sido escasa. En este contexto, el teatro fungió como uno de los principales consumos literarios y culturales de las clases populares, fundamentalmente la que se encontraba en las zonas rurales y, promediando los albores del siglo XX, los inmigrantes que comenzaron a llegar en masas cada vez mayores.
Florencio Sánchez es uno de los principales representantes de ese teatro entre siglos, dirigido a los sectores sociales bajos que ya comenzaban a vislumbrar algunas posibilidades de ascenso social, hecho que les valdrá algunos conflictos con los sectores acomodados del Río de la Plata. Esta problemática es central para comprender la obra de Sánchez, pues en La Gringa, texto que aquí nos convoca, el conflicto del ascenso social hace carne en la vida de dos amantes, hijos de padres con diferente fortuna. Por un lado, Don Catalicio González, es un criollo pobre que trabaja en las fincas de Don Nicola, un inmigrante que logró enriquecerse por medio del acceso a la educación.
Esta diferencia socioeconómica será la causa principal de las imposibilidades que sortearán los jóvenes a lo largo de los cuatro actos para poder estar juntos. El temor de Don Catalicio de que los encuentros a escondidas de su hijo Próspero con Victoria puedan ocasionarle algún conflicto en su trabajo, lo obliga a enviarlo lejos con miras a evitar la posible pérdida de su fuente de ingresos.
La elección de un conflicto amoroso como intriga principal de la obra no es casual, pues en ella se vislumbra la posibilidad de escape a las penurias de la pobreza por medio de una institución clave en esos finales de siglo: el matrimonio. Una tesis que se reafirma en los nombres de ambos protagonistas: Próspero, un joven pobre e hijo de un padre de la misma condición, pero cuya juventud es una herramienta valiosa para que cambie su destino en manos de Victoria, hija del rico que implicará un triunfo Próspero no solo amoroso, sino social.
Pero toda obra teatral que se precie no es sólo sus personajes, sino también sus escenarios. En este caso en particular, asistimos a este mundo rural en agonía que se vislumbra en espacios como las chacras, pero también la fonda pueblerina. Sin embargo, en los últimos dos actos asistimos a la presencia de elementos materiales que dan cuenta de una experiencia moderna. Tal es el caso de Don Catalicio, quien es atropellado por Don Nicola haciendo uso de un automóvil. No se puede dejar de lado la renovación íntegra que presenta la chacra de Don Nicola, dos años después de los eventos de los dos primeros actos, como el trigo cortado en formación y el rancho que se sustituye por una construcción revocada con alero.
De este modo, podemos apreciar en La Gringa de Florencio Sánchez todo un testimonio de época. Una época conflictiva y de profunda transformación para la región rioplatense. Un traspaso entre siglos marcada por la conflictividad étnica, inmigrantes que logran ascender socialmente y en ese ascender buscan olvidar por completo sus raíces. Un mundo de trabajos forzados y hambre, con presencia de máquinas que amenazan la vida de los hombres (literal y metafóricamente). Sin embargo, existe una posibilidad de escape a éstas penurias. Esta posibilidad no es otra que el matrimonio.
Luca Nicolás Mariani
Estudiante Adscripto de la Cátedra de Literatura Argentina UNSa -2025-
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