martes, 23 de febrero de 2016

La deuda interna del menemismo

La deuda interna del menemismo
Relación del ensayo con el discurso histórico e ideológico


Carina Noelia Martínez Aguilar
Introducción

En el siguiente trabajo se analizará el ensayo “La deuda”[1] de la argentina Beatriz Sarlo a partir de dos características fundamentales del género. La primera, que este tipo de texto, por su carácter crítico, recrea la esencia del tema o personaje al que refiere. La segunda, que estos escritos se basan y muestran claramente un punto de vista sobre el tema o una visión del mundo determinada, perteneciente al autor.
Es decir, se mostrará el discurso histórico en “La deuda” por la recreación de una situación determinada de la historia argentina. Y a su vez, se rescatará la visión del mundo que sostiene Beatriz Sarlo en este ensayo.
El ensayo seleccionado para este trabajo se encuentra en el libro Tiempo presente… del año 2010, donde se recompilan diferentes textos de la autora. Sin embargo, originalmente fue publicado en la revista Página 30 en 1997.



El menemismo desde la izquierda
A partir de Amelia Royo, que retoma diferentes teorizaciones sobre el género como la de Georg Luckács, puede decirse que el carácter crítico del ensayo parte de la realidad en tanto que se apoya en el objeto sobre el que se escribe. De ahí que habla de “verdad”; este concepto en el ensayo se asimila al de parecido: “se aproxima a la verdad cuando capta la esencia y logra, por la escritura, una <<sugestión de vida>> en la recreación del personaje o motivo” (Royo, 2009: 22). Así, pueden rastrearse en el escrito de Beatriz Sarlo las marcas que permiten hablar de su referencia al menemismo[2], el discurso histórico que se inscribe en él, no sólo porque se produce en este contexto sino también por ser el tema del texto. Puesto que la postura crítica sobre el contexto histórico implica una visión del mundo desde la cual se produce, puede trabajarse esta característica de los ensayos de forma paralela a la mencionada anteriormente, en “La deuda”. Entonces, es conveniente describir desde dónde parte la opinión de Beatriz Sarlo.
La autora nació en Buenos Aires en 1942; enseñó literatura argentina en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y dictó cursos en diferentes universidades norteamericanas. Actualmente escribe ensayos para una gran variedad de revistas y diarios, principalmente La nación y trabaja en Radio Mitre. Debido al reconocimiento internacional que tiene, tanto por su desempeño académico como por la difusión de sus libros en diferentes idiomas, es una intelectual cosmopolita, internacional, como caracteriza Jorgelina Corbata a los intelectuales de los años 80 y 90. Desde 1978 hasta 2008, Sarlo, dirigió la revista cultural y política Punto de Vista[3] junto con algunos dirigentes de Vanguardia Comunista. En esta revista buscan vincular la crítica literaria con la política y la cultura, así que Judith Podlubne asegura que Sarlo se interesa, en su tarea intelectual, por “pensar las relaciones entre literatura y sociedad, entre vanguardia estética y revolución política, entre cultura y política, entre crítica cultural e intervención pública” (1998: 102). Es decir, su trabajo va más allá del estudio sobre la literatura y se nutre de ideales socialistas en la búsqueda de acercar los bienes intelectuales a la sociedad.
En esta línea se inscribe Tiempo presente – notas sobre el cambio de una cultura. Ya el título lo indica: se centra en el cambio de la cultura argentina. A lo largo de todo el libro, los diferentes ensayos abarcan temas políticos, sociales y culturales. Pasan por temas de interés general y gran resonancia en la época: la dictadura y la memoria, la construcción de shoppings, el consumismo, la educación, la prostitución, el travestismo, el rol de los intelectuales, la pobreza, la violencia y la inseguridad, entre otros. Sarlo, en este caso, no se enfoca en la literatura sino en la sociedad y la política de fines de siglo XX y principios de siglo XXI.
La relación del ensayo con el discurso histórico no debe basarse en el hecho de que fue escrito en 1997, siendo que el menemismo abarcó de 1989 a 1999, puesto que hay en él marcas que la demuestran. Ya mirar su título, “La deuda”, lleva a pensar en estos años de la Argentina en los que la gran preocupación de gobernantes y ciudadanos fue la deuda externa del país. Sin embargo, la autora no habla de esa gran deuda sino de otra más grave y menos vista: la interna, la del Estado con los ciudadanos a quienes no les garantiza el cumplimiento de sus derechos principales. En el texto: “el Estado no garantiza aquello que se había obligado a garantizar para ser reconocido legítimamente como Estado” (2010: 15).
En esta última idea, que el Estado debe garantizar el cumplimiento de los derechos de los ciudadanos, se lee una marca de la postura ideológica de la autora. Se posiciona desde la izquierda para criticar un gobierno peronista que llevó a cabo una serie de medidas opuestas a lo que sostiene el peronismo, que favoreció a las grandes compañías y perjudicó a los trabajadores y a la clase media-baja. Piensa en contra de un modelo en el que el Estado no interviene y es deber de las personas competir para mantener el nivel de vida mínimo deseado y lograr mejoras económicas, es decir, en contra del capitalismo liberal.
Otra marca temporal de “La deuda” es  la mención de la dictadura como algo ya pasado, es decir, que trata sobre los gobiernos democráticos posteriores a ella. Al leer “Hace años no parecía posible escribir estas frases en la Argentina” (Sarlo, 2010: 16) es claro que refiere a los años del Proceso donde abundaba la represión y la censura. Más adelante lo especifica:
Cuando después de dictaduras y aventuras nacionalistas la cuestión nacional parecía, en buena hora, cerrada para siempre, ella reaparece bajo una forma elemental del reclamo de nacionalidad: el pago de una deuda que es la condición de una sociedad a la que entregamos parte de nuestras libertades para que ella exista y nosotros existamos en ella como ciudadanos. (2010: 18)
En este fragmento no sólo refiere a las dictaduras sino también a la guerra por Malvinas. En el libro toma tanto a esta guerra como al Mundial de fútbol del ’78 como “aventuras nacionalistas”, como los intentos de la sociedad por sentirse partes de una nación durante un período signado por el miedo, la represión y la desinformación.
Aquí también puede leerse una interpretación del Estado como un pacto, un contrato social para asegurar la existencia de una sociedad y ciudadanos. Coincide con el planteamiento de Hobbes, ya que las personas entregan sus libertades a esta sociedad para mantener un orden donde se cumplan sus derechos. Pero en este caso, el ensayo presenta una sociedad que entregó sus libertades y cuyos derechos están siendo violados. De esto puede decirse que Beatriz Sarlo escribe como social-demócrata debido a que reconoce la necesidad del Estado y sus instituciones, no promueve una revolución violenta que lo destruya sino que le exige el cumplimiento de aquello que le da legitimidad en su poder. De aquí que afirma: “Una sociedad no se sostiene sólo en sus instituciones” (2010: 17) y “El Estado pierde las bases de su legitimidad frente a los cuerpos destrozados por incumplimiento de un pacto que nos hace a todos titulares de derechos” (2010: 18).
Por otro lado, el texto comienza remarcando lo capitalista del contexto que critica: “Las naciones modernas surgieron sobre la base de promesas: pertenecer a la nación quiso decir ser titular de un crédito cuyo cumplimiento la nación debía garantizar. Este crédito son nuestros derechos…” (2010: 15) Plantear los derechos como un crédito que otorga la vida en sociedad y no como una característica propia, intrínseca a los seres humanos, es la forma en que la autora expresa hasta qué punto se extiende el capitalismo y el consumismo en argentina. Esto se debe a que las reformas económicas y estatales del presidente Menem para solucionar la crisis hiperinflacionaria fueron propias de un gobierno capitalista, es decir, que el Estado perdió su intervención en la economía y se alejó de su rol de garante de una calidad mínima de vida para toda la población. Lo sorprendente de este hecho es que, como ya se dijo anteriormente, este gobierno se postulaba como peronista y llegó al poder con las promesas de esa ideología aunque en la práctica se desempeñó de forma diferente.
El texto abunda en descripciones de quienes padecen esta deuda. Esto se corresponde con las características del ensayo puesto que debe producir un efecto en el lector, busca convencerlo o disentir con él. Así también, produce un efecto de verosimilitud que complementa la referencialidad al discurso histórico. Estas descripciones son también parte de su visión crítica que considera que debe revertirse la situación de este sector de la sociedad y debe procurarse que no continúe en generaciones siguientes. Por ejemplo:
Los cuerpos no mienten. Hay decenas de miles de jóvenes sin dientes en las villas miseria que rodean Buenos Aires. Hay decenas de miles de chicos que no comen todos los días, panzones y achaparrados, raquíticos y vulnerables. Hay decenas de miles de adolescentes que nunca salen de las manzanas de su barrio, por miedo, por distancia cultural, por diferencia material. Otros miles dejan el barrio para siempre  y son los habitantes de la noche, de los túneles, de los umbrales y los andenes. Esos cuerpos grabados por la miseria quizás puedan recibir mañana un alimento que nunca compensará el que no recibieron hoy. Los cuerpos están siendo maltratados, injuriados, despreciados, sometidos. (2010: 16)
En el mismo camino de mostrar a este sector desfavorecido describe los cuerpos de hombres, mujeres, niños y ancianos; describe el alcoholismo, la drogadicción y violencia que los rodean. Todo como consecuencia de la deuda, una búsqueda de identidad puesto que esta deuda no les permite sentirse parte de la nación, así es que “los cuerpos se rebelan en la violencia” (2010: 18).
Otra característica del género ensayo que puede analizarse en “La deuda” es que está en un punto intermedio entre la literatura y la crítica, es decir, es híbrido, combina diferentes géneros. Así, en el fragmento anterior puede verse un uso del lenguaje que sería inadecuado en una noticia o un informe sociológico o médico. La reiteración de “hay decenas de miles” es marca de un lenguaje literario, incluso poético. Más adelante este lenguaje sigue manifiesto: “Los pobres tienen cuerpos sin tiempo (…) El tiempo ya ha pasado por completo sobre ellos: han nacido, han crecido, han envejecido en el lapso en que un joven próspero está entrando en la primera etapa de la madurez” (2010: 17). De esta forma describe el desgaste, el alejamiento del sector pobre de la población que queda encerrado en un círculo repetitivo donde generación tras generación padecen los mismos sufrimiento, el mismo abandono. Porque la “deuda” abarca las condiciones de vivienda, de alimentación, la imposibilidad de acceder a estudios y a puestos de trabajo que les permitieran cambiar su situación. En este marco, la caracterización de los derechos como un crédito es también muestra de un lenguaje literario.


Conclusión

De esta forma se mostró cómo el ensayo de Beatriz Sarlo, “La deuda”, manifiesta las características propias de su género y dialoga con el discurso histórico al recrear la sociedad argentina, más específicamente la porteña, del menemismo. Así también dialoga con el discurso ideológico de izquierda de la autora, a partir del cual critica el gobierno mencionado. Por último, dialoga con el lector, mediante un lenguaje literario que busca que reflexione sobre esta situación.



Bibliografía

·                Sarlo, Beatriz Tiempo presente -  notas sobre el cambio de una cultura -2ª ed.- Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2010 págs. 15-19.
·                “La gran transformación, 1989-1999” en Romero, Luis Alberto Breve historia contemporánea de la Argentina. -3ª ed.- Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2015, págs. 305-337.
·                “La herencia de Contorno: Punto de Vista y El ojo mocho” en Pietro, Martín Breve historia de la literatura argentina -1ª ed.- Buenos Aires: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2011, págs. 436-438.
·                Royo, Amelia “El discurso del ensayo” en Imposturas del ensayo. Córdoba: Ediciones Recovecos, 2009, págs. 15-30.
·                Corbatta, Jorgelina “Lo que va d eayer a hoy: releyendo a Beatriz Sarlo” en Feminismo y escritura femenina en Latinoamérica. Buenos Aires: Corregidor, 2002
·                Podlubne, Judith “El pensamiento de la crítica (Beatriz Sarlo y Horacio González)” en Boletín/6 del Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, 1998, págs. 99-115.



[1] En Sarlo, Beatriz Tiempo presente -  notas sobre el cambio de una cultura -2ª ed.- Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2010 págs. 15-19.
[2] Todo lo referido al menemismo en este trabajo fue tomado de “La gran transformación, 1989-1999” en Romero, Luis Alberto Breve historia contemporánea de la Argentina. -3ª ed.- Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2015, págs. 305-337
[3] Para una descripción más detallada del papel de esta revista ver “La herencia de Contorno: Punto de Vista y El ojo mocho” en Pietro, Martín Breve historia de la literatura argentina -1ª ed.- Buenos Aires: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2011, págs. 436-438