miércoles, 16 de diciembre de 2015

Eva Perón. Alumna de Nervo

Eva Perón en la escritura de Liliana Bellone
Marcia Muriel Manino – Octubre de 2015

Introducción

En la presente monografía se pretende trabajar en torno a una figura muy controvertida en la literatura: Eva Duarte de Perón. Esta mujer, que pasó de actriz a primera dama, inspiró a muchos escritores que inmortalizaron su figura a través de cuentos, novelas, poemas y hasta ensayos que la magnificaron, pero también la denigraron, la parodiaron y criticaron. Luis Borges, Juan Sebreli, Rodolfo Walsh, Luis Viñas, Lamborghini, y otros escritores dedicaron sus producciones a la mujer que marcó la historia política-social y una parte de la literatura de nuestro país.
Las diversas escrituras sobre Eva Perón, según Marcelo Coddou (2007), actualizan el mito que gira en torno a las dos miradas que se tiene de ella: la de los que la veneran y la de los que la demonizan. El mito de Eva también se actualiza cuando se lo relaciona con la lucha política que realizó durante el periodo peronista.
            De tantas historias sobre ella –como las de su funeral, acerca de la desaparición de su cadáver, sobre su vida política, en torno a determinados rasgos de su persona, sus ideas, etc.- la que me interesa rescatar en este trabajo en la de la escritora salteña Liliana Bellone en su libro Eva Perón. Alumna de Nervo. Por lo cual se pretende, en primer lugar, hacer una breve alusión a la figura que se actualiza en algunos otros escritos sobre Eva Perón para, luego, desarrollar algunas claves de lectura en el libro de Bellone que permitan comprender la otra mirada sobre esta mujer controvertida en la historia de nuestro país.

La figura de Eva Perón en la literatura

La ficcionalización del peronismo es una constante en la literatura argentina desde la década de los ´50. Específicamente, la figura de Eva Duarte de Perón fue reescrita por diversas voces que resignifican y actualizan el mito que se formó en torno a su controvertida y contradictoria persona. La apasionada y populista despertó recelos y fidelidades. Fue, y es, adorada como una santa y defendida con fanatismo por sus admiradores. Pero, a su vez, criticada y difamada por sus enemigos. El impacto de su figura alcanzó muchas áreas, incluyendo el de la literatura.
Tomando la palabra de Roland Barthes (1986), la literatura le hace trampas al lenguaje para poder decir más de lo que éste nos permite decir, dándole un plus de sentido al referente que evoca. Las novelas, cuentos, poesía, canciones y películas toman un mismo referente, que es Eva Perón, pero se diferencian en la problematización y resignificación de posiciones ideológicas o simples miradas en torno a lo que significó esa mujer. Es decir que cada autor hace visible determinado ideologema[1] en torno al periodo histórico del peronismo y la fuerte presencia de Eva. Se puede decir que las distintas narraciones sobre Eva Perón son algunas piezas de un imaginario social y colectivo subyacente a lo largo de la historia argentina. Las diversas obras sobre la misma intentaron describir, atacar, criticar, así como enaltecer al peronismo y a Eva, por el carácter controvertido de su figura. 
Santa Evita (1997) de Tomás Eloy Martínez, por ejemplo, actualiza el mito sobre su muerte, específicamente sobre el destino de su cadáver y sobre los militares involucrados. Resulta curioso el hecho de que está compuesta de múltiples versiones sobre ella. Es una imagen distinta a través de la cual logra desmitificar su figura. Santa Evita claramente se adscribe a la novela histórica que se constituyó en los ochenta y donde la ficción y realidad adquieren otra dimensión. Este tipo de escritura, según Eugenia Revuelta (2000) pretende romper con  el discurso oficial en torno a héroes y personajes para posibilitar que el lector acceda al conocimiento de la historia de una manera diferente.
La historia sobre los restos del cuerpo de Eva generó otros escritos, además del de Eloy Martínez. La señora muerta[2] de David Viñas ofrece una versión prostibularia de Evita. La historia transcurre durante el velatorio de la misma, en una larga cola donde una mujer está impaciente mientras un hombre le da charla para establecer una relación con ella. Concluye con una búsqueda desesperada por parte de los dos, en un remís, de un hotel. Dicho cuento generó muchas críticas, según Eduardo Jozami, por parte de los que defendían a Eva.
Borges fue otro escritor que se centró en torno al funeral. En El simulacro[3] (1960), cuenta sobre un hombre que exhibe una muñeca rubia que se para a recibir el pésame por parte de los vecinos que se encuentran entristecidos. Por otro lado, Esa mujer (1964) de Rodolfo Walsh relata la entrevista sostenida por el  narrador y un coronel que tenía a su cargo el cadáver secuestrado de Eva. El entrevistador quiere averiguar dónde están los restos del cuerpo pero no lo consigue. Este último cuento resulta interesante, ya que se alude a la protagonista sin nombrarla: solo se refiere a ella como esa mujer. Eduardo Jozami nos recuerda que fue elegido como el mejor cuento argentino. Con respecto al silencio del nombre de Evita, dice que puede ser una metáfora de la ausencia del mismo cuerpo o un modo de marcar con más énfasis su presencia, puesto que todos sabemos de quien habla.
Ahora bien, la mayoría de los relatos aluden a la muerte de Eva, por todo lo que generó el hecho de la desaparición de su cadáver, también hay relatos que refieren a su persona y sus ideas. La razón de mi vida (1995) es un libro autobiográfico que mandó a escribir Evita y donde se inscriben las representaciones que el peronismo quiso dejar al pueblo. Se muestras la figura de una Evita que aprendió gracias a Perón, el cual es un salvador de ella y del pueblo mismo. Por lo cual se puede ver una identificación de la misma con los desposeídos. Esto último desde un discurso sentimental.
Y ya que se hace referencia a La razón de mi vida, por qué no nombrar a Eva Perón en la hoguera[4] (1972) de Leónidas Lamborghini. Es un poema que reescribe al primero mediante recursos que hacen su escritura un texto violento, complejo que subvierte las reglas tradicionales de sintaxis y del ordenamiento del folletín (las cuales están inscriptas en la autobiografía de Evita). Pero no es el único quiebre que presenta el poema en relación al texto base, también se reconoce una diferenciación entre uno y otro discurso político. En el texto de Lamborghini se refleja el discurso de izquierda en contraposición del conservador en La razón de mi vida. Se exalta la pasión revolucionaria, la autonomía de la imagen política de la misma, la cual no necesita de un hombre para actuar; el amor por Perón no es ya el motor de su vida y sus acciones. Por otro lado se elimina el discurso religioso que en La razón… estaba fuertemente representado.
Ahora bien, son muchos más los escritos sobre ese referente tan polémico. Además la muy breve alusión a estas ficcionalizaciones da mucho que hablar, puesto que cada uno tiene representaciones muy ricas en relación al tema que se está tratando. Pero no es intención en este trabajo detenerse en ellas, sino más bien rescatar y destacar lo que generó la figura de Eva Perón en buena parte de la literatura y cómo su persona se transformó en un mito que se actualiza en torno a diferentes ideologemas.

La figura de Eva Perón en Liliana Bellone

En este trabajo se rescata la representación que hay en Eva Perón. Alumna de Nervo y cómo algunas claves de lecturas permiten reconstruir la mirada que Bellone tiene en relación a Evita. Lo que diferencia a este libro de los variados relatos en torno al mismo referente (Eva Perón) es que se detiene en otros aspectos de la vida de Evita que fueron poco trabajados, esto es su vida antes de su inserción en el peronismo. Además, Liliana Bellone retoma a este personaje histórico para humanizarlo, para mostrarlo desde otra mirada: la de una mujer sensible, enamorada de la acción social, entregada a la labor de los necesitados. Una Eva hija, hermana, esposa, actriz, primera dama y defensora de los derechos de los desposeídos. Pero además, una Eva lectora, amante de la poesía, imagen con la que se desacraliza de algún modo las ideas que la burguesía, y quienes la criticaron, tenían de la vulgar hija bastarda que convivió con Perón antes de casarse y por romper con la imagen de la “dama burguesa”:
“Ahora ella decidía, al demonio con tanta cursilería y noviazgo formal, prejuicios y estupidez de clase media, mujeres previsibles, reprimidas y tontas, agobiadas por el peso del qué dirán…” (Bellone, 2012: 231)
La novela se reconstruye a partir del hilo de varias voces y susurros de la conciencia que hacen de la prosa una poesía: la de la madre, la de su hermano Juancito, de la indígena (cuya voz retoma las creencias de los pueblos originarios y de alguna manera le otorga al relato un poco de realismo mágico), la de Perón (que la llama “chinita”), la misma Evita y, sobre todo, la de Joaquín de Genaro.
Este último es un personaje ficcional que narra la historia y que tuvo una relación con Evita antes que ésta se involucre con Perón. Joaquín queda enamorado en secreto de ella y la persigue, la vigila, la ama desde lejos. Es a través de su voz donde se cuenta sobre la otra Evita, aquella que muchos de los escritores no vieron: la que fue antes de ser primera dama; la actriz, la siempre joven y justa Evita, porque nunca dejó de lado sus ideales y lo su preocupación por los descamisados:
“Le dolía la injusticia en los huesos, en los ojos, en las manos, en las vísceras. Yo sé que era así. El dolor por la miseria es la explicación de su revolución, su revolución, porque fue personal en su manera de hacerlo.” (Bellone, 20012: 101)
En la advertencia al lector se nos presenta a este personaje como alguien a quien la narradora conoció y de quién escuchó parte de la historia que la lleva a escribir el libro. Mediante este juego entre ficción y realidad es que se construye la historia de Eva Perón, que puede ser leído como verdad pero que, en realidad, es parte de la ficción de la narración:
“En varios de nuestros encuentros, De Genaro me sorprendió con una extraña historia acerca de Eva Perón, a quien había conocido, una historia que, hasta hoy, no sé si corresponde a la realidad o fue producto de su afiebrada imaginación…” (Bellone, 2012: 11)
La novela  se reconstruye a través de voces que irrumpen para dejar fluir sus recuerdos, anécdotas y pensamientos. No hay un orden cronológico de los hechos en la trama. Las diferentes voces construyen gran parte de lo que fue su vida en Los Toldos –lugar de origen de Evita-, el momento de su traslado a la capital y cómo, poco a poco y pese a que era una mujer humilde, fue cumpliendo sus sueños de ser actriz: “No, yo quería ser actriz, quiero ser actriz, nadie me va a torcer la vocación”. Pero luego se fue encaminando en torno a sus intereses sociales, hasta llegar a ser la esposa de Juan Domingo Perón. 

Claves de lectura

 Una clave de lectura es una vía que permite acceder a la lectura construyendo su significación. Teniendo en cuenta esto, Rosa María Grillo, en su conferencia sobre “Eva Perón en la literatura argentina”,  propone pensar las siguientes claves de lecturas.
En primer lugar está, como ya se mencionó, el juego ficción-realidad presente en la advertencia al lector, al nombrar a Joaquín de Genaro como un conocido de Eva Perón. Luego, con el transcurso de la lectura, se ve que no solo es un conocido, sino alguien que tuvo una relación intima con la misma y que quedó enamorado por años aunque ella no lo viera:
Un gran dolor atravesaba entonces  el corazón de Joaquín. Cómo había amado ella, hasta dar la vida. Nadie lo amó a él de esa manera. […] Quizá Joaquín sentía celos en esos instantes, pero una idea lo calmaba: al fin y al cabo, quienes más nos han amado y más nos han ayudado, pasan lejos de nosotros, tanto, que a veces no lo advertimos” (Bellone, 2012: 137)
A través de este personaje ficcional se observa una mirada que magnifica a la figura de Eva Perón. Por medio de la mirada del enamorado se ve una joven soñadora que se fue de Los Toldos a Buenos Aires, pero que antes fue una niña que recitaba de memoria los poemas que le daban en la escuela: “Y lee, primero con la vista, luego en voz alta. Lee con brío, con entonación. Es una lectora avanzada a pesar de sus ocho años.” (Bellone, 2012: 128). Esa joven se hace mujer y sueña con ser actriz. Hasta que conoce a Perón y se le va de las manos a Joaquín. De ahí en más solo la contempla de lejos, la ama y recuerda como la que conoció antes. Porque sabe que el convertirse en primera dama no la hace perder sus ideales, su carácter revolucionario que se agrava con el tiempo por su pasión al defender a los descamisados:
Sin embargo, con el correr del tiempo, ella crearía un léxico propio, combativo y revolucionario: oligarquía vendepatria, mediocre, entreguista, egoísta, mezquina bastarda, estéril, explotadora, capitalismo foráneo, oligarquía olor a bosta, servil, y para referirse a los humildes, dirá: trabajadores, obreros, proletarios, descamisados capaces de morir por la causa de Perón, fanáticos peronistas, sectarios, sí señor debemos ser sectarios, sí señor, debemos ser sectarios, pues hay que vencer cien años de oprobio oligárquico, militantes de la causa de Perón, incendiarios, porque hay que extender la llama de la revolución” (Bellone, 2012: 137)
                En segundo lugar, otra clave de lectura puede ser el entramado de ley de nombres y fechas como si todo estuviera ya predeterminado en un mapa numérico de Eva, cuyo número es el 3, y de Perón, predeterminado por el número par 4:
“En Evita rige el número 3 y sus múltiplos, 9 (9 años estuvo en la Buenos Aires hasta conocer a Perón, desde 1934 a 1994, como Beatriz ascendió a los 9 cielos de Dante […] En Perón rige el 8 de su nacimiento en el mes 8 de Roma, que es octubre y primavera en Hemisferio Sur […] 8, doble de cuatro, las fechas más importantes de su vida” (Bellone, 1012: 151)
            Una tercera clave de lectura es,  la búsqueda del padre que nunca la reconoció. Conocida es la anécdota de la visita que realizaron Evita con su familia al velatorio del padre, Juan Darte, y el mal momento que pasaron al ser echadas por la esposa legítima y sus hijas. Se lee, con mucha claridad, la marca que esa experiencia dejó en su vida y cómo, frecuentemente, busca a su padre, lo evoca, lo compara con Perón. De hecho lo encuentra en él, que tiene el mismo nombre que su padre y representa lo que nunca pudo tener:
“Jamás pudo dilucidar Perón esas palabras misteriosas y últimas de su compañera. Tal vez eran la clave. Niña al fin, se había aferrado a sus manos fuertes, lo había llamado o, quizá, lo había confundido en medio del sopor de las drogas y el delirio. Quizá era un llamado hacia una región ignota, hacia una ribera donde miles de voces repetían como un zumbido: padre, padre” (Bellone, 2012: 247)
            Se lee un contraste entre Joaquín y Perón: el primero es un hombre frágil y sensible, un poeta enamorado; al contrario de Perón, hombre fuerte en quien Evita puede encontrar al padre, es decir seguro y protección. La diferencia entre ambos parece ser la razón por la cual ella no puede enamorarse de Joaquín, su necesidad de encontrar a ese padre que la rechazó y al cual necesitó siempre es lo que la acercan a Perón, además del amor y las razones políticas que los unía. Por qué no pensar ese encuentro deseado con su padre que se hace posible con Perón como un logro que al fin la legitima y, además, magnifica a la hija que fue humillada junto  a su familia. Eva, en el encuentro con su amado, toma ese lugar que le fue negado en la infancia y que tanto dolor le causó.
            Otra clave de lectura está en la construcción de la historia donde aparecen causes de la poesía en la que aparece el decir de otros poetas o escritores, tales como Marechal, Lugones, Borges, Storni, Cotta, Roldan, Estrada, Spano, Dante Alighieri y sobre todo Amado Nervo. Estos y otros escritores que se mencionan recogen también los contenidos culturales latinoamericanos y parte de los programas escolares que en esa época se impartían en las escuelas argentinas. Resulta interesante rescatar, aparte, que se lee una crítica a la educación argentina de los 80 y en la misma se hace visible los proyectos de educación del peronismo:
La educación liberal y burguesa del Proyecto del 80 había formado esto: la Argentina. Así era el panorama: Colegios Nacionales pensados por Avellaneda y Mitre, Escuelas Normales sarmientinas, el puerto y el trigo, las estancias y Buenos Aires vueltos hacia Europa. País burgués, pensó Joaquín, y qué burguesía, obcecada, intransigente, fanática, estúpida. El país burgués dirigido por terratenientes apáticos y avaros, intelectuales euripeizante (nadie se salva) que desdeñaban lo latinoamericano, indígena y popular. […] Evita y el Che son un ejemplo. La revolución es la superación de la educación sarmientina. El clero y las fuerzas más reaccionarias lo sabían, por eso se opusieron a la educación nacional, laica y popular y crearon en las provincias contrapesos de este proyecto” (Bellone, 2012: 127)
            En la cita no sólo se lee la mirada acerca de la educación, hay una comparación entre Evita y Che Guevara. Los dos revolucionarios. Hay una imbricación del peronismo con el discurso de izquierda también, lo cual se ve presente a lo largo de la lectura al hacer referencia constante de la ideas y diacursos de Eva.
            Volviendo al cauce de poesías que se manifiestan en Eva Perón. Alumna de Nervo, como clave de lectura, en primer lugar,  cabe hacer alusión a la estructura de la narración. Esta prosa poética está ordenada como un soneto, cada capítulo es el comienzo de un cuarteto o un terceto, en total son dos del primero y dos del segundo. En segundo lugar, el soneto a Evita tiene como protagonista a un poeta modernista, su poeta favorito, a quien recitaba de memoria y de quien fue alumna, como bien indica el mismo título: Amado Nervo.
“Tu voz repitiendo los versos, ahora seguís repitiendo, repetiste toda tu vida los versos de Amado Nervo…, sos su mejor alumna […] Después declamaste en Plaza de Mayo mejor que todos los oradores de este país, porque sabías a Nervo de memoria y también a Blanco Belmonte, Martí, Darío, Asunción Silva…” (Belmonte, 2012: 56)
De sus poemas hay uno cuyo fragmento  se repite  constantemente a lo largo del relato: “…ya por siempre exceptuada de la vejez odiada”, fragmento que se encuentra en el poema ¡Qué bien están los muertos! Allí, Amado Nervo expresa su miedo al paso del tiempo y se adelanta, de alguna forma, al dolor de Evita. 
            Ramón Xirau, se refiere a este poeta como el cantor de la muerte, Nervo, dice, afirma con argumentos sentimentales que a medida que envejecemos y decae nuestro cuerpo, sentimos más la permanencia del alma. Para el poeta, que es considerado triste  y melancólico, morir es vivir. Esto es porque la vida es irreal y solamente es real el espíritu. Evita, desde la figura de Bellone, gracias a la muerte vive en la memoria de todos. Su figura permanece porque su alma está con el pueblo. Aunque su cuerpo no envejeció su muerte temprana despertó dolor y la inmortalizó, la mantuvo y la mantiene viva. En ¡Qué bien están los muertos! se expresa claramente esto: Evita no envejece, está exceptuada de la vejez.
            Como bien indica Grillo, las lecturas de Evita se conectan muy bien con todo lo que hizo Eva, pero no solo las relacionadas con Amado Nervo; podría pensarse también en la Antígona Vélez de Marechal o la Beatriz de Dante, por ejemplo. Es decir que se lee con claridad la influencia que la literatura tuvo en la vida de Evita, cómo su bagaje literario la constituyeron.
           
Conclusión
            Es justamente la representación de Eva Perón como lectora, como niña, actriz y mujer con sueños e ideales la que se rescata de la escritura de Bellone. La Evita lectora no lo es solo de aquellos libros que constituyeron su formación política, también lo es de literatura. Es una Evita que también soñaba y sentía lo que solo la literatura produce: pensar en mundos posibles y en las múltiples posibilidades que la vida ofrece. Parte de su vida fue lucha por cambiar la realidad del país. No era imposible para ella enfrentar a la oligarquía tan arraigada en el gobierno, así como no fue imposible ser legitimada y aceptada, pasar de ser una chica de pueblo común a primera dama. Esa Evita también era sensible, también amaba y sentía dolor; se preocupaba por su pueblo porque se sentía identificada con el mismo, porque no olvidó que antes de ser esposa del presidente, fue una chica joven que sintió necesidades.
            La actualización de su figura mítica desde la mirada femenina le da un toque diferente que nos acerca a su intimidad y a sus sentimientos más profundos. Ya no es solo un cuerpo inerte que fue secuestrado o una prostituta, una santa o solo una revolucionaria política. Es una niña de pueblo que amaba recitar poesía, una niña de Los Toldos que ponía la mesa con sus hermanas para los pensionarios que iban a su hogar, una joven que sueña con ser actriz y se va a la ciudad donde cumple dicho sueño. Que también sufre el frio y la humedad de pensiones baratas de Buenos Aires y el simple vivir en lo justo.  Una joven que se hace mujer y por su firmeza y seguridad llega lejos sin alejarse de sus ideales que tanto marco la historia argentina, sin olvidarse que ella odia la injusticia por parte de los poderosos. Esa mujer se hace primera dama y pone como primer objetivo luchar por el pueblo. Estando en el poder no se olvida de quien es, ama, sufre física y espiritualmente. Tiene debilidades, como su enfermedad, como el dolor del abandono de su padre. En síntesis, esta Evita es una mujer de carne y hueso, con cuerpo y espíritu. Pero sobre todo, con espíritu. Uno capaz de burlar la misma muerte y quedarse para siempre en la memoria de muchos y que logra ser inmortalizada por medio del arte de la literatura. Esta es la Evita que nos presenta Liliana Bellone.


Bibliografía teórica:
·         Bajtin, M. (2005) La estética de la creación verbal. Buenos Aires: Siglo XXI
·         Barthes, R. (1986) “Lección inaugural de la cátedra de semiología literaria del collége de France” en El placer del texto. México: Siglo XXI
·         Cóccaro Victoria. “La razón de mi vida y Eva Perón en la hoguera: entre el relato y la voz”
·         Coddou Marcelo (2007) “Santa Evita. Historia, ficción y mito. Una narrativa a partir del otro lado” en Acta literaria N° 35
·         Jozami, Eduardo (2012) “Política y literatura/ Eva Perón y la literatura argentina. Los años 60.
·         Revueltas, Eugenia (2000) “Las relaciones entre historia y literatura: una galaxia interminable” en El historiador frente a la historia. Historia y literatura, instituto de investigación histórica, UNAM. México, p. 151-166
·         Xirau, Ramón (1978) Entre la poesía y el conocimiento. México
Bibliografía literaria:
·         Bellone Liliana (2012) Eva Perón. Alumna de Nervo, Argentina: Milor
·         Borges, Luis (1960) “El simulacro” en El hacedor.
·         Lamborghini, Leónidas (1972) “Eva Perón en la hoguera” en Partitas.
·         Martínez, Tomás Eloy (1997) Santa Evita.
·         Nervo, Amado “¡Qué bien están los muertos”
·         Viñas, David (1963) “La señora muerta” en Las malas costumbres.
·         Walsh, Rodolfo (1964) “Esa mujer”.





[1] Un ideologema, según Bajtin (2005), es una representación social que tiene un sujeto de una determinada práctica o momento.
[2] Incluido en Las malas costumbres.
[3] Incluido en el libro de ensayos El hacedor.
[4] Incluido en Partitas.